ALFREDO MEZA, MAOLIS CASTRO, EWALD SCHARFENBERG 01 de
septiembre de 2016
La
oposición de Venezuela logró sacar este jueves a decenas de miles de personas a las calles de
Caracas para exigirle al Consejo Nacional Electoral (CNE) que agilice los
trámites para celebrar un referéndum revocatorio contra el presidente, Nicolás
Maduro. Ese era el pretexto principal para abarrotar tres importantes avenidas
de la capital venezolana, pero las razones para protestar van mucho más allá de
esa puntual demanda. La movilización catalizó el rechazo a la alta inflación y
la crónica carestía de alimentos básicos que lastra al régimen bolivariano.
Si el
6 de diciembre, en las elecciones parlamentarias, los venezolanos respaldaron
masivamente a la oposición en las urnas y le entregaron el control de la
Asamblea Nacional, la afluencia a la manifestación confirmó esa mayoría y
el desmoronamiento de lo que alguna vez fue el titán invencible de la
autodenominada revolución bolivariana. El empeño institucional de impedir que
prospere en el corto plazo una consulta sobre la continuidad de Maduro parece
haberle dado fuerza a los manifestantes para superar los obstáculos colocados a
la vera del camino y el miedo que intentaron infundir los voceros más
conspicuos del bolivarianismo.
El
régimen bloqueó de diversas formas la
asistencia a la concentración colocando improvisados retenes militares en la
entrada a Caracas, atravesando obstáculos en las vías expresas de la capital
venezolana e interrumpiendo el servicio de metro. Pero fue en todo caso una
victoria parcial a juzgar por las imágenes tomadas por las agencias de noticias
y las fotos transmitidas a través de las redes sociales. La televisión privada,
fuertemente amenazada por el Gobierno con la retirada de la concesión para
operar, empezó transmitiendo su programación matutina habitual —programas de
variedades, de autoayuda— pero intermitentemente informaba de la movilización.
Algunas
personas que se dirigían a la capital lograron salvar los obstáculos en la
carretera, pero otras, según denuncias de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD),
la coalición opositora que organizó la manifestación, fueron atracadas en los
autobuses que los trasladaban en medio del atasco. La MUD también denunció
saqueos a comercios en Aragua.
Los
partidarios del Gobierno se concentraron en la avenida Bolívar de Caracas para
apoyar al presidente Maduro. La televisora oficial,
Venezolana de Televisión, mantenía tomas cerradas y no se animaba a mostrar las
grandes panorámicas que caracterizaban las transmisiones en los tiempos de los
mítines del fallecido Hugo Chávez. La profunda crisis económica parece haber
hecho mella entre la clientela del chavismo, que no apoyó como en otras
ocasiones las manifestaciones callejeras del Ejecutivo.
Ambas
marchas culminaron a eso de las dos de la tarde hora local (las ocho de la
noche en España). La dirigencia opositora leyó un comunicado en el que detalló
las siguientes protestas. De entrada, convocaron un cacerolazo para las ocho de
la tarde (madrugada del viernes en España). La oposición planea, además,
presentarse el próximo miércoles 7 en todas las sedes del Consejo Nacional
Electoral para seguir presionando y que anuncie la fecha de la segunda etapa del revocatorio. El
14 de septiembre, un día después del plazo máximo dado por el CNE para fijar el
operativo de recolección del 20% de las firmas del censo, se movilizarán en
todas las capitales del país. Y después de que se realice el operativo, fijado
para la última semana de octubre, según han dicho las autoridades electorales,
volverán a la calle para demandar “la inmediata realización de la consulta”.
El
tiempo apremia. Si el referéndum es tras del 10 de enero de 2017 un
vicepresidente chavista sustituirá a Maduro por el resto del mandato. Si se
organiza antes y la oposición logra más votos que los obtenidos por el
presidente actual en las elecciones del 14 de abril de 2013, que eligió al
sucesor de Chávez, habrá que organizar otra elección presidencial.
LA
AMENAZA DE UN FUJIMORAZO
Todo
el discurso del presidente Maduro, que apareció a la una de la tarde en la
avenida Bolívar de Caracas, pareció resumirse en una idea: “ha fracasado el
golpe de Estado de la derecha fascista”. El jefe del Estado sacó cuentas y
calculó que no más de 30 mil personas se habían manifestado en su contra.
También aprovechó para reiterar lo que había anunciado el miércoles antes de la
anunciada “Toma de Caracas”. “Tengo listo un decreto para levantar la inmunidad
a los altos cargos y en especial la que gozan los parlamentarios”.
Se
trata, por ahora de un amago de fujimorazo que pondría a la oposición y a la
comunidad internacional a plantearse otros escenarios. En una hora crítica el
Presidente luce dispuesto a todo para evitar entregar que en sus manos se pierda
la república chavista.
A lo
largo de su intervención insuflarle ánimo a la concurrencia invocando el
espíritu de Chávez al ritmo de un toque de diana. Ataviado con una chamarra
roja, el jefe del Estado parecía hablarle al núcleo duro de sus militantes,
insultando al presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, pero
intentaba a la vez mostrarse contento y despreocupado.
En
medio del acto le besó la calva a Diosdado Cabello, expresidente del
Parlamento, e imponer la perspectiva de que el desarrollo de la manifestación
opositora era una victoria para el gobierno. “Los que amenazaron con asaltar
Caracas terminaron en el Este. Nosotros estamos en el mero centro. El pueblo
está en el centro de la ciudad”, dijo. “Así lo proclamo, han fracasado, La
victoria es del pueblo, de la revolución”.
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