Por Leonardo Morales
Dos citas, par de encuentros
se dieron en Caracas el 1 de septiembre (1S). Uno de ellos, en la Av. Bolívar,
exactamente donde se realizaban los mítines cuartos republicanos en tiempos de
campaña electoral. Una avenida que puede albergar no más de 80 mil personas
aunque por lo general sus organizadores terminan por atapuzar de millón y tanto
de asistentes donde no caben. Imposible pero el papel aguanta todo y las
palabras no se quedan atrás. Allí invitó Maduro tímidamente a sus pálidos
seguidores.
La otra cita, “La Toma de
Caracas”, fue ciertamente eso. Desde temprano ciudadanos de Antímano y Chacao,
del 23 de Enero y Baruta, de cada parroquia del municipio Libertador y de los
municipios de Miranda, caminaron con entusiasmo por la calles de Caracas.
Cumplir cívica y democráticamente con lo convocatoria de la MUD fue su
objetivo. La ciudad toda fue suya, la caminaron a placer. NI entraron ni salieron.
Toda Caracas fue tomada por los ciudadanos que buscan un cambio político y la
mejor forma, la más explícita, fue hacerse dueños de lo que unos desquiciados
pretenden arrebatarle.
¿Golpes de qué?
Desde temprano el terror se
apoderó del gobierno. Recurrió al expediente del golpe de estado, histéricos se
desgañotaban anunciado que los quieren tumbar. La temblequera les duró, tal
como había sido establecido, hasta las dos de la tarde. La marcha transcurrió
pacíficamente y nadie intentó tumbar a Maduro. En fin de cuentas, los gobiernos
caen cuando su legitimidad raya en lo ridículo, cuando su base de apoyo no
puede llenar espontáneamente la pequeña, muy pequeña, Plaza Caracas. Y cuando
eso no ocurre es porque el gobierno se aferra al poder a través de mecanismos
no democráticos y violando las disposiciones constitucionales. Quizá ante
semejante evidencia Zapatero llegó intempestivamente al país y huyó de igual
manera.
En Venezuela los tiempos de
golpes acabaron. Ninguno ha triunfado desde que se instauró la democracia.
Fracasaron el Porteñazo, el Carupanazo, Chávez, Odreman y Visconti, además del
Carmonazo. Ninguno gozó del respaldo suficiente para hacerse del poder por lo
que los atajos de esa naturaleza no parecen tener mayor futuro y, en eso, los
sectores democráticos venezolanos han aprendido y transitan la ruta
institucional, independientemente que sus adversarios, de escasas convicciones
democráticas, siembren de trampas y obstáculos el camino.
Qué dijo el 1S
La Toma de Caracas deja
datos que deben ser leídos adecuadamente por todos: la más importante tiene que
ver que la mayoría de los venezolanos aspiran un cambio en paz y
democráticamente, además, los ciudadanos están dispuestos a respaldar a la
oposición siempre que actué unitariamente, sin atropellos y sin
improvisaciones.
Las energías esparcidas por
Caracas deben servir para dar el impulso definitivo para disponer, a finales de
octubre, de las manifestaciones de voluntad necesarias para aspirar a revocar a
Maduro en la fecha que sea. A Maduro hay que revocarlo porque es una aspiración
nacional que el 1S el pueblo decretó de manera inequívoca.
Por otro lado, el gobierno
muy solo, extremadamente solo, deberá medir las consecuencias de sus dislates
autoritarios. La privación de libertad de dirigentes opositores,
particularmente la de Carlos Melo, debe cesar de manera inmediatamente.
03-09-16
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