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miércoles, 21 de septiembre de 2016

Menosprecio a la educación; menosprecio a las comunidades por @RobertoPatino


Por Roberto Patiño


En medio de la crisis más profunda que ha atravesado el país, el actual gobierno deNicolás Maduro se distancia cada vez de las necesidades primordiales de las grandes mayorías venezolanas, hasta llegar al punto de atentar contra su mínimo bienestar y supervivencia. Esto se ve sobre todo, en el tratamiento informal e irresponsable que se ha venido sucediendo en lo referente gerencia de políticas públicas para la educación.

En el último año la grave crisis económica y alimentaria, sumada a las alteraciones producidas en el servicio eléctrico y de agua, han contribuido a empeorar de forma sostenida el desempeño escolar en los niveles de educación primaria y media. La dificultad para conseguir materiales escolares y su costo, la irregularidad en los horarios debidos a los racionamientos energéticos y el impacto de la crisis alimentaria en el desempeño y el día a día de alumnos, padres y profesores, son algunas de las razones, entre muchas otras, que han afectado negativamente en índices de desempeño y asistencia escolar.

El retraso del inicio a clases, anunciado con informalidad irresponsable por el ministro de Educación, no fue explicado posteriormente. Se adujeron razones que tenían que ver con la preparación del calendario escolar 2016-2017 y cambios en el pensum. Por supuesto, no se presentó ningún plan de apoyo o alternativo a las comunidades.


Tenemos que resaltar acá el papel fundamental que tienen los colegios y planteles en los sectores populares. No se trata sólo de la formación educativa: los planteles son puntos neurálgicos de convivencia, donde se encuentran los distintos miembros de la comunidad. Son espacios seguros donde los niños y jóvenes pueden estar más protegidos de influencias negativas y violentas en sus zonas y en donde las actividades extracurriculares ofrecen oportunidades de esparcimiento y superación en ambientes propicios. Son el apoyo de los padres, que pueden dejar allí a sus hijos y cumplir con sus horarios laborales y, son una ayuda inestimable para las familias en los muchos casos en que los planes de alimentación constituyen la principal fuente de alimentación (o la única) de niños y adolescentes.

Imaginemos lo que un retraso de 10 días en el inicio de clases significa entonces para una comunidad.

El gobierno no ha tomado medidas (ni creemos que conciencia) de la escala del problema y los efectos de la crisis económica y alimentaria sobre este tema. Por ejemplo Alexis Ramírez, asesor de Fenosapadres, estima, para este año, una migración de al menos 100.000 alumnos, procedentes de las escuelas privadas, a los planteles públicos, ante la imposibilidad de los padres de cubrir los aumentos en las mensualidades de los colegios particulares. Estamos hablando de salones de hasta 60 alumnos (cuando el estándar internacional es de 25), una previsión imposible para planteles que, además, ya están incapacitados, espacial y materialmente, para el número actual de alumnos.

Un informe utilizado por la comisión presidida por el diputado Miguel Pizarro, en la elaboración del proyecto de Ley de Alimentación Escolar, arroja datos significativos de la situación. Al preguntar a los encuestados cual es la razón más frecuente por la cual sus hijos no asisten a clases, el 48, 1% responde que se debe a temas relativos a la crisis alimentaria: no han comido y están muy débiles, ahorraron el dinero de los pasajes para invertirlos en alimentos, estaban haciendo colas, etc. Un 38,1% de los padres declara que sus hijos deben dejar de ir algún día a la escuela porque no hay suficiente comida en su hogar y un 11,9% que la única comida del día de sus hijos es la que le dan en su escuela, liceo o colegio.

Esto lo hemos podido ver de primera mano en nuestra iniciativa de Alimenta la Solidaridad. Reconociendo la importancia que en las comunidades tienen las escuelas, pudimos articularnos con planteles y la gente, para poder ofrecer durante las vacaciones un almuerzo diario en sectores del Municipio Libertador. Es claramente evidente la necesidad de iniciativas que ataquen directamente este problema y el apoyo del Estado a los colegios y es la alarmante la negación del problema o su incapacidad y voluntad para enfrentarlo por parte de este gobierno.

Para la puesta en práctica de nuestro Programa Alimenta la solidaridad hemos calculado el costo de una comida diaria por niño en 500 bolívares. El programa se ha mantenido por ocho semanas (y contando) y alimenta a más de 500 niños en comunidades de la Vega y San Agustín. Para agosto de este año, según datos de la Asamblea Nacional, elEstado Venezolano dedicaba menos de 15 bolívares por comida diaria al actual plan de Alimentación Escolar. Recordemos que el anuncio del retraso en el inicio de clases del ministro Rudolfo Pérez se hizo no por una cadena o un medio masivo sino por un tuit.

Menos de 15 bolívares y un tuit. Esa parece ser la importancia que este gobierno le da no solo a la gente que, en estos momentos, atraviesa esta profunda crisis, sino también el valor que para él tiene el futuro y la formación de los niños y adolescentes del país.

Coordinador de Movimiento Mi convive

Miembro de Primero Justicia

20-09-16




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