José Luis Farías 05 de mayo de 2017
Corto y Picante:
La
convocatoria a una Constituyente es un recurso de Nicolás Maduro para ganar
tiempo pasando a la ofensiva con la iniciativa política. La idea viene en combo
con la acentuación de la represión y la infiltración de las movilizaciones.
La
represión para desmovilizar, desorientar y desesperanzar al pueblo.
La
infiltración para sembrar violencia con el objeto de deslegitimar la protesta
popular y legitimar la represión.
Es una
estrategia del régimen para enajenarnos el respaldo de los sectores más pasivos
de la población, presentarse como víctima, alejar el respaldo internacional y
aquietar las agitadas aguas de la presión internacional poniendo sobre la mesa
un planteamiento en apariencia electoral y democrático.
Un
plan al que la Fiscal le dio un golpe severo al afirmar en un medio
internacional que “No podemos demandar comportamiento pacífico y legal a los
ciudadanos si el Estado toma decisiones no acordes con la ley”.
El
plan del régimen es un entramado, una puesta en escena de invencibilidad. El
propósito es sembrar la falsa sensación de minusválida e impotencia en la
población enfatizando un clima de que tiene la pelea ganada cuando es todo lo
contrario. Es un viejo recurso de los tiranos en sus últimos días. Recordemos a
guisa de ejemplo solo los casos de Ghadafi y Hussein quienes se presentaban
como invencibles y perpetuos o el de Noriega en Panamá blandiendo el machete.
Por
fortuna ahí están nuestros jóvenes, valientes, arrojados, decididos,
construyendo con hidalguía y convicción una historia con maravillosos rasgos
épicos cuya sangre derramada no será en vano.
Además,
no todo es perfecto para Maduro. Su plan presenta grietas demasiado visibles.
Lo improvisó con extrema torpeza. Así quedó evidenciado en las contradicciones
de su discurso sobre el tema primero en la avenida Bolívar con lo dicho luego
en la alocución al país frente a su séquito sobre Constituyente Obrera y
Constituyente Comunal. Los rostros de sujetos como Aristóbulo, Ernesto Villegas
y otros fueron muy reveladores.
Nadie
llama a una Constituyente desde una posición de debilidad como la de él a menos
que quiera crear una falsa idea de fortaleza. Desde su culillo más intenso,
Maduro ha lanzado una propuesta desesperada para darle cohesión a sus
esmirriadas huestes resucitando la carta ganadora de Chávez en 1999.
A
Maduro hay que atraparlo en su propia trampa. Pese a estar formulada en
términos inconstitucionales y de abuso de poder, a la convocatoria a
Constituyente hay que darle también una respuesta en términos de desafío
político, sin que ello merme ni un ápice la movilización de calle de los
venezolanos.
Eso
sí, reorientando la calle hacia una fase breve pero intensa de asambleas
populares en comunidades, centros de trabajo, casas de estudio, en todos los
espacios posibles para debatir y construir esa respuesta y salir luego a
imponerla en la lucha de calle.
Al
respecto comienzo este debate poniendo de manera sencilla la presente idea:
desafiemos al gobierno a ir a un referéndum para aprobar las bases comiciales,
impongamos esa exigencia luchando en la calle.
P.D. A
Maduro y su pandilla, no vayan a recular como hicieron con el revocatorio,
porque además de piratas la historia los registra como cobardes.
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