El Espectador 01 de mayo de 2017
La
oposición ha obrado con gran madurez al mantener la protesta pacífica en las
calles y ha rechazado enfáticamente las medidas arbitrarias que adopta el
Gobierno.
En el acelerado
proceso de radicalización y aislamiento regional, el régimen de Nicolás Maduro
decidió iniciar su proceso de retiro de la Organización de los Estados
Americanos (OEA) y se apresta a tomar otras medidas. Una de ellas sería la
convocatoria a una supuesta Constituyente Comunal, y la otra, la de revivir un
diálogo fallido. La oposición ha obrado con gran madurez al mantener la
protesta pacífica en las calles y ha rechazado enfáticamente las medidas
arbitrarias que adopta el Gobierno. La represión indiscriminada continúa por
parte de los organismos de seguridad y los grupos paramilitares afectos al
chavismo.
Todo
parece indicar que hoy, en el marco de la celebración del primero de mayo, el
Gobierno buscará asestar un nuevo golpe a la Asamblea Nacional (AN), de mayoría
opositora. Dado que no le funcionó unas semanas atrás el autogolpe, tras
suplantar las funciones del órgano legislativo y pasárselas arbitrariamente al
Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), ahora daría otro palo de ciego. En este
caso se trata, como lo denunció el presidente de la AN, Julio Borges, de
nombrar a dedo un Congreso paralelo que el Ejecutivo manejará a su antojo.
Fuera de violentar la Carta Magna, esta ilegal decisión se constituye en otra
medida de distracción destinada a mostrar ante la comunidad internacional una supuesta
voluntad del chavismo para afrontar la grave crisis interna que sacude los
cimientos del país vecino.
Lo que
sucede en Venezuela es de tal magnitud que no se trata de aplicar pañitos de
agua tibia, menos aún si el agua está seriamente contaminada. Lo que se
requiere es una cirugía mayor que atienda a los protocolos mínimos establecidos
para retomar la senda democrática y el imperio de la ley. La Constitución
establece con claridad cuáles son las salidas institucionales, que son las
mismas que viene clamando la Mesa de Unidad Democrática (MUD), así como el
secretario general de la OEA, Luis Almagro, la mayoría de los países miembros
del organismo regional y la Unión Europea: elecciones libres y transparentes,
liberación de todos los presos políticos y levantamiento de las
inhabilitaciones, así como la devolución inmediata de todos sus poderes a la
AN.
De
otro lado, y buscando aferrarse de nuevo a la tabla de salvación de un diálogo
que dilate al máximo cualquier tipo de arreglo —condenado de antemano al
fracaso—, los tres expresidentes que mediaron el año pasado en nombre de Unasur
han tratado de reflotarlo. Se ha acudido una vez más a la credibilidad del papa
para revivirlo. Sin embargo, luego de la dolorosa experiencia del año anterior,
el sumo pontífice deberá extremar su consideración en las actuales
circunstancias. Prestar su nombre, otra vez, para que sea usufructuado por un
gobierno que ha demostrado hasta la saciedad el juego sucio y su utilización
desvergonzada de la figura de Francisco, puede tener un costo indeseable para
el Vaticano.
Por
último, el viernes pasado Maduro envió una nota a Almagro anunciando su retiro
formal de la OEA. El mismo, como se ha dicho, no tendrá efecto antes de dos
años, lo que lleva a pensar que se trata de otra medida efectista que busca,
según la retórica de Caracas, poner al gobierno como víctima de una agresión
externa que utiliza al “organismo del imperio” como su punta de lanza en contra
de la Revolución Bolivariana. Curiosamente, cuando sobraban los petrodólares,
fue en la misma OEA donde Venezuela utilizó la diplomacia del petróleo para
evitar cualquier tipo de señalamiento durante 17 años. Ahora, en época de vacas
flacas y sin el chantaje a las pequeñas islas del Caribe, los vientos ya no
soplan a su favor.
Mientras
las masivas protestas opositoras se mantengan en un plano pacífico y el
Gobierno continúe con la actitud propia de un régimen dictatorial, la comunidad
internacional debe mantener su presión para una salida democrática sobre la
base de los tres puntos enunciados. El único camino posible es la vía
democrática.
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