Por Henrique Capriles
Hoy más que nunca América
Latina es una sola voz en el mundo, nuestros hermanos latinoamericanos han
demostrado que la hermandad es un sentimiento que está latente siempre, y que
cuando los dictadores hacen caso omiso de las barreras constitucionales y
legales, no escuchan la voz de su pueblo y solo se sustentan en su superioridad
militar, allí está la hermandad para cuidar a sus miembros.
Siendo democracia, los
venezolanos ayudamos a América Latina, y hoy América Latina nos está ayudando a
salir de una dictadura. Dictadura como la que muchos debieron enfrentar y con
unidad nacional lograron salir de ellas. Nuestros hermanos latinoamericanos lo
entendieron, y hoy nos toca a los venezolanos emprender esa lucha.
Liberarse de la dictadura que
Maduro impuso sobre nuestra Venezuela depende de la capacidad y entrega que
tengamos los venezolanos de liberarnos cada uno de nosotros, porque ya los venezolanos
entendimos que no es un Mesías, que no es una fuerza extranjera, que no es
producto del azar, lo que va a resolver nuestros problemas, ya los venezolanos
entendimos que cada uno de nosotros es la fuerza que el país necesita para
restituir la democracia que nos dejamos arrebatar.
Y es que la cúpula que por
ahora gobierna en Venezuela se divorció de la democracia para mantenerse en el
poder. Echaron por tierra el principio de que la soberanía reside en el pueblo.
Creen que sus decisiones son sagradas y deben imponerlas a golpe y porrazo,
pero el pueblo venezolano no se los va a permitir.
A quienes están en el poder no
les basta con someternos a la peor hambruna de la historia del país por la
escasez e inflación más altas del planeta, a una crisis de salud sin
precedentes porque en Venezuela muere todos los días gente debido a que no hay
medicinas, sino que también emprendió ahora un guerra a través de grupos
paramilitares y cuerpos de seguridad del Estado para aniquilar la protesta y la
disidencia.
Más de 30 venezolanos han
perdido la vida desde que el dictaduro dio el autogolpe y borró del mapa de los
poderes a la Asamblea Nacional a finales de marzo. La inmensa mayoría de los
que vieron truncado su futuro eran jóvenes que salieron a la calle a defender
su legítima libertad y terminaron sin el regalo más grande que nos regaló Dios:
la vida.
Venezuela no puede ser lo que
es hoy, simplemente por la ambición ciega de una persona que solo quiere
mantenerse en el poder. El gobierno habla de paz, pero Maduro no quiere una paz
con libertad y justicia, porque la paz de los dictadores no es si no la de la
prisión y la violencia.
Pero como decía Nicolás
Maquiavelo, “quien tiene al pueblo por su enemigo, nunca puede estar seguro, y
mientras mayor sea su crueldad, más débil se irá volviendo su régimen”.
Esa debilidad que el gobierno
sabe y siente, los vuelve más agresivos. Nos enfrentamos a una dictadura y como
bien lo dice el secretario general de la organización de Estados Americanos,
“las dictaduras no caen por sí solas, sino a partir del desarrollo de dinámicas
internas y de la presión regional basada en los principios de la OEA”,
organización por la que quienes hoy están en el poder lucharon y defendieron
mientras se adaptaba a sus intereses, pero que pretenden menospreciar cuando
las decisiones que allí se toman no les convienen.
Por eso es muy importante
tener en cuenta que si bien 18 años es mucho tiempo, no pensemos que esto se va
a resolver de hoy para mañana. Lo que comenzó ese primero de abril, en una marcha
de los diputados tras las sentencias del Tribunal Supremo de Justicia, es algo
que necesita resistencia, paciencia y sobre todo constancia. Es la hora de
resistir, es la hora del pueblo venezolano.
Esta lucha es para rescatar el
hilo constitucional, que finalmente debe conducir a unas elecciones libres,
justas y democráticas.
El único camino para dejar
atrás una dictadura son las elecciones como las establece nuestra Constitución.
Ese derecho que el régimen nos secuestró, pero que debemos recuperarlo con
unidad y protesta pacífica.
Lo último que se le ocurrió a
este grupo de forajidos es intentar retirar a Venezuela de la Organización de
Estados Americanos (OEA), después que el organismo adoptara una resolución que
denunciaba una grave alteración del orden democrático en nuestro país. No
soportan que el mundo entero sepa de su incapacidad y de las injusticias que
vienen cometiendo contra nuestro pueblo. Ellos quieren tomar el camino de
encerrarse para no tener que rendir cuentas a nadie.
Un retiro del sistema
interamericano constituye en sí mismo un tratamiento regresivo de los derechos
fundamentales, lo cual prohíbe nuestra Constitución, pero además es un proceso
que se tarda unos 2 años. Es decir, primero sale Maduro de Miraflores, que
Venezuela de la OEA.
Decía Aristóteles que “las
tiranías son la constitución que dura menos”. Esto deberían tenerlo presentes
quienes hoy avalan las decisiones de la cúpula enchufada.
Porque según el Estatuto de la
Corte Penal Internacional, cuando los actos inhumanos graves reúnan dos
requisitos: “(1) la comisión como parte de un ataque generalizado o sistemático
contra una población civil, y (2) con conocimiento de dicho ataque”, son
crímenes de lesa humanidad.
El ataque generalizado quiere
decir que los actos se dirijan contra una multiplicidad de víctimas, y la
obediencia legítima debida no exime de responsabilidad a los criminales. Por
ende aquellos que han ordenado masacrar personas no podrán esconderse, nunca
podrán librarse de las muertes que han causado. Más temprano que tarde la
justicia los alcanzará y serán juzgados. Los crímenes de lesa humanidad no
prescriben.
Los venezolanos tenemos por
delante el más grande desafío político que hemos vivido estas generaciones, la
resistencia no violenta. Los venezolanos debemos continuar firmes defendiendo
nuestros principios y convicciones, la lucha no es de un día, pero la hora es
ahora. La esperanza vence al miedo, porque la razón nos asiste, y mañana 1º de
mayo debemos alzar nuevamente ese grito de libertad que no nos cabe en el
pecho.
¡Qué Dios bendiga a nuestra
Venezuela! ¡Vamos amado Pueblo, cada día estamos más cerca de que nuestras
lágrimas dejen de ser de dolor y sean de felicidad!
30-04-17
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