Por David Esteller Ortega
Quien tiene la iniciativa para
que se convoque la Asamblea Constituyente, debe someterse a lo que dispone el
Art. 347 de la vigente Constitución de la República cuando dice: “El pueblo de
Venezuela es el depositario del poder constituyente originario. En ejercicio de
dicho poder, puede convocar a una Asamblea Nacional Constituyente…”. Entonces
no es el que ejerce la iniciativa, quien convocará a la votación sino el pueblo
directamente mediante sus votos. También el iniciador puede presentar las bases
para la elección de los diputados a esa Constituyente, las cuales tienen que
cumplir con lo establecido en los Arts. 63 y 64 ejusdem que dicen: “El sufragio
es un derecho. Se ejercerá mediante votaciones libres, universales, directas y
secretas. La ley garantizará el principio de la personalización del sufragio y
la representación proporcional” y “Son electoras y electores todos los
venezolanos que hayan cumplido dieciocho años de edad y que no estén sujetos a
interdicción o inhabilitación política”. La elección tiene que ser directa y
secreta, no mediante comunas, CLAPS, misiones, sindicatos u otras
organizaciones afectas o no al gobierno de turno. Y en cuanto al mayor número
de diputados por municipio donde predomine el PSUV, no debe seguirse el
concepto de territorialidad que quiere aplicar el gobierno, porque vulnera los
principios de universalidad e igualdad en el sufragio.
Pero como el Presidente, Sr.
Nicolás Maduro, se cree el YO SUPREMO, quizás por ignorancia o por la locura
que, según dicen, algunas veces ocasiona el poder (el que nunca ha tenido y
llega a tener, loco se quiere volver). Y además, impulsado por el asesoramiento
de unos abogados que por más que se atilden con brillantes fluxes, corbatas y
pañuelitos de colores, y más por lo que dicen en la televisión, siempre se les
ve la pelambre de tracaleros jurídicos y lobos hambrientos…
Señor Presidente, déjese de
locuras y mire lo que ustedes han hecho con nuestro país: una catástrofe social
y económica, la gente no consigue qué comer, las medicinas para sus
enfermedades, los hospitales derruidos por las escasez y la miseria, la
desnutrición que campea en nuestros barrios pobres, el desempleo ha aumentado
por las expropiaciones de empresas, ha crecido el malandraje y la inseguridad
nos aterra. Han dilapidado los inmensos recursos que entraron al país y, para
colmo, cada día la deuda de la patria crece como una serpiente maligna. No se
crea el YO SUPREMO, déjese de ese callejón al abismo que es la Constituyente
que usted propone. Recuerde que la dictadura del proletariado o del partido o
del presidente, falló en todas partes y no logró la sociedad justa ni el hombre
nuevo que, ilusamente, esperábamos.
19-05-17
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