Simón García 03 de octubre de 2018
@garciasim
No
partimos de cero, sino de fatales de errores que han degradado a la oposición:
1. Ha disminuido el tamaño de su influencia, 2. Se ha encogido su presencia en
franjas institucionales que aún sobreviven al autoritarismo.3. Ha abandonado,
sin plan alterno, un terreno donde cuenta con fortalezas activas y potenciales,
el electoral 4. Ha perdido capacidad de movilización. 5. Carece de herramientas
para ejercer presión interna y presentar una amenaza creíble al régimen.
La
falta de unidad no es la causa principal del debilitamiento, sino el pensar
extremista, que ha arraigado como opinión común. Por falta de un rumbo claro,
ha ido prendiendo socialmente. Casi todo
el liderazgo mayor sucumbió a él o se inhibió ante ficciones como el abandono
del cargo. Sólo se atrevió Falcón, que execrado irresponsablemente a la otra
acera y partiendo de una base de sustentación muy pequeña, fue blanco de
campañas para exacerbar la confusión, la desesperanza y la división.
El
extremismo, descorrido el velo de su furia verbal, es lo contrario del
radicalismo. Difunde intolerancia, una falsa pureza moral, principios aéreos y
una engañosa forma de no hacer política basada en acciones simbólicas y
testimoniales. El extremismo crea una mitología, apurado por ser el nuevo eje
de la oposición, que sólo ha servido para endurecer al pranato oficialista,
golpear disidencias y propiciar represiones. Le da a Maduro el oxígeno que
quita a la oposición.
El
desmoronamiento de la oposición, en vez de Maduro, comenzó cuando se fue
dejando la estrategia exitosa. El régimen alambró los procesos electorales y la
oposición martilló los clavos. Le entregó al régimen el derecho al voto y pateó
el tablero que puede apuntalar más la protesta social y amplificar internamente
la presión internacional. La oposición le puso
candados a la puerta electoral que el régimen quiere clausurar.
Pero
los extremistas le huyen a la conclusión lógica del abandono electoral: buscar
el cambio por la vía armada, contra el sentir de la población y la
recomendación internacional. Un camino catastrófico e inviable que diariamente
tumba al régimen por arte del twitter y reanima la vana esperanza de sacar del
sombrero de la calle una insurrección popular o desenlaces que no dependen de
la oposición..
Urge
una ofensiva de las fuerzas de cambio. Las iniciativas del Frente Amplio,
valiosas porque intentan llenar un vacío, muestran las dificultades y
limitaciones para crear una opción
alternativa sólo desde el movimiento social.
La
dirección de todo el espectro partidista debe encarar ya la superación de los
factores debilitantes y restablecer su credibilidad asumiendo una estrategia
común y las acciones concretas que le corresponden. La unidad posible, aun
imperfecta, es mejor que esta dramático resbalón hacia papeles secundarios..
Los
dirigentes políticos deben actuar antes que la espada de Damocles caiga sobre
ellos. Es hora de dejar de hacer lo que el gobierno quiere. Los partidos tienen
con qué y saben cómo, sólo deben liberarse del miedo al paredón de la redes y
volver a la política real y a la gente.
Si se
dejan convertir en fuerzas de omisión, las soluciones van a provenir cada vez
más del exterior y la oposición interna va a quedarse sin derecho a silla si se
logra imponer un proceso de transición.
Simón García
@garciasim
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