Por Laureano Márquez
El efecto mariposa
plantea que un cambio imperceptible en un sistema puede producir, a la larga,
grandes cambios estructurales. Muchas veces se ha usado en la ficción
cinematográfica, como la emblemática trilogía de la película Volver
al futuro (en la versión original, Back to the future). En criollo lo
podríamos denominar “futurología del pasado”. Por ejemplo los venezolanos
hacemos conjeturas: ¿Cómo habrían resultado las elecciones de 1998 si
Copei no apoya a Irene, derrumbando su popularidad? ¿Qué habría sucedido si no
hubiesen sacado a Carlos Andrés del gobierno? Más lejos: ¿Qué habría acontecido
en Venezuela si los adecos no tumban a Medina?, una conjetura que aún sigue
siendo polémica. Y mucho más atrás: ¿Cómo estaríamos hoy si Venezuela no se
independiza de España en 1811?
Introdujimos un pequeño
cambio al estilo del efecto mariposa: María Teresa Rodríguez del Toro no muere.
Bolívar en Venezuela se ocupa de sus negocios y le va muy bien, su ya
extraordinaria fortuna se incrementa. Monta una fábrica de ron en su hacienda
de San Mateo -localidad de la que llega a ser alcalde- el “Ron Santa María
Teresa”, en honor a su amada esposa (y también para competir con el de la
hacienda vecina). Tiene dos hijos y María Teresa embarazada nuevamente y
parece que son morochos, una vida feliz y llena de esperanzas. Con familia y
estabilidad, el 19 de abril de 1810, Bolívar pertenece a la facción de los
moderados, dice que es partidario de la Independencia, pero de forma
progresiva. En el terremoto de 1812 de Caracas grita a los exaltados: “Si
llevamos 300 años de calma, ¿por qué no esperar 100 más?”.
Boves el ganadero
Bolívar no viaja a
Londres. Nadie convence a Miranda de que regrese y muere de viejo en su casa de
56 Grafton Way en Londres. Fernando VII regresa a España. Sin el ejemplo que
Caracas dio, la América del Sur permanece fiel a la corona española. Las
noticias que llegan de las durezas de la guerra en México hacen desistir a los
radicales. La calma sigue en la sociedad colonial venezolana, se suceden capitanes
generales y los mantuanos logran ciertas condiciones comerciales y políticas.
La Capitanía General de Venezuela florece discreta.
Francisco de Miranda,
en su eterna mirada sobre la historia. (Composición gráfica: Revista Clímax).
Boves vende ganado en
el Guárico con mucho éxito. Es una persona amable, vive feliz con su esposa
mulata y su hijo sin reconcomio alguno. Andrés Bello es rector de la
universidad. José Antonio Páez es un llanero anónimo. Un extraordinario poeta
surge en Cumaná, su nombre es Antonio José de Sucre, apodado “el mariscal de
las letras”. No hay Angostura, ni fusilamiento de Piar, ni Gran Colombia, ni
campaña admirable ni año 14. Como no se dio la terrible emigración a Oriente,
Caracas es una ciudad que mantiene una aristocracia que permite cierto
florecimiento cultural. Algunas compañías de teatro y orquestas de cámara
vienen a la ciudad desde la metrópoli. La ciudad se entusiasma a tal punto por
la música que Lino Gallardo, llamado “el Haydn colonial”, funda en 1830 un
proyecto que se conoce como “Sistema nacional de orquestas y coros juveniles de
la Capitanía General de Venezuela”.
Sin embargo, tras la
aparente calma, las tensiones con el gobierno central de Madrid y la
inconsistente política española hacia sus colonias continuaba. Hacia 1850, con
67 años, Bolívar deja la hacienda de San Mateo y con su esposa y sus 16 hijos
se traslada a Caracas. En la capital se reúne con personas influyentes de la
aristocracia caraqueña y deciden enviar una carta a la reina solicitando autonomía.
Isabel II hace caso omiso a las inquietudes coloniales y las tensiones se
mantienen. Bolívar no alcanzó a ver a su patria independiente de España y muere
en Caracas rodeado de 17 hijos y 26 nietos.
Hacia 1873 se produce
el llamado “Grito de El Callao”. Con la proclama de “¡El Callao tonight,
Guasipati tomorrow night!”, los esclavos claman por la libertad. Este
descontento es aprovechado por la aristocracia criolla para promover la
liberación de los esclavos y acusar a España de racista. Caen las estatuas de
Fernando VII y de Colón en Caracas. Se establece una alianza entre esclavos y
mantuanos para conformar un ejército en el que peleen aquellos bajo la
dirección de estos. Ante la posibilidad de una guerra que no puede costear,
España cede otorgando la autonomía. La comunidad autónoma de Venezuela se
convierte en una de las más florecientes de España con la aparición del
petróleo algunos años después.
Futurología del pasado
En 1936, el capitán
general de Venezuela, el General Francisco Franco -que había sido destinado
lejos, a Venezuela, por ser un militar de dudosa fidelidad- se alza contra la
recién proclamada República y comienza una guerra civil. En Venezuela,
afortunadamente, no hay conflicto, pero muchos venezolanos son forzosamente
reclutados y, al final de la guerra, el petróleo venezolano financia la
reconstrucción del país.
Por fin llega la
democracia a toda España, Venezuela incluida, se funda un exitosa empresa PDESA
para manejar el petróleo, tenemos todos pasaporte europeo, seguridad social y seguro
de paro forzoso, jugamos felices al «furbol» hasta que llega al gobierno Pedro
Sánchez y su carnal Pablo Iglesias.
Corolario: con
Independencia o sin Independencia, terminamos llegando al mismo punto y es que
parece que en nuestro caso más que el efecto mariposa opera “el defecto
mariposa”: todo pequeño cambio en el sistema produce, al final, el mismo defecto.
Celebremos, pues, el 5 de julio y mejor no hagamos futurología del pasado.
05-07-20
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