Por Luis Vicente León
Hace unos días, Horacio
Blanco, uno de mis artistas favoritos, creador de Desorden Público y
ganador del Grammy, me invitó a conversar en el marco del relanzamiento de una
canción de protesta, que me resultó impactante: “A mi no me engañan más.
Tetero de Petróleo”. Les recomiendo oírla, porque además de buena, representa
un reflexión fundamental en un país que tiene petróleo, aunque ya no sea
petrolero.
Hoy quiero compartir las notas que escribí como guía de mi conversación con él y que, en cuarentena, espero les sirva para invertir unos minutos en articularlas como piezas de un rompecabezas y ver la triste historia de una oportunidad convertida en desastre, pero también ese desastre convertido ahora en una inmensa oportunidad.
1) Cuando estaba chamo, tu decías Venezuela y lo primero que venia a la mente era petróleo.
2) Ese petróleo generó
un dualismo evidente: él y todo lo demás.
3) Ese “lo demás”
también vivía del petróleo y se hizo ineficiente y dependiente.
4) El petróleo se
convierte en el centro de la política, la economía y la sociedad.
5) Nos acostumbramos a
vivir de él y se popularizó una visión falsa de la realidad: “somos dueños del
petróleo”.
6) Los gobiernos
entendieron su mejor forma de controlar el poder, basándolo en el reparto de la
renta petrolera y, como dicen en mi pueblo: el que parte y reparte se queda con
la mejor parte.
7) Controlan una
sociedad débil, que se acostumbró a pensar que todo lo merece.
8) Ahí estaba el
secreto: hacer pensar a la población que éramos ricos por ese maná que caía del
cielo.
9) Se consolida no una
sociedad pobre sino una pobre sociedad, equivalente al hijo malcriado de un
padre rico: “me merezco todo, no tengo que trabajar, alguien tiene la
obligación de darme todo".
10) La riqueza entonces
es el “petróleo” y no el trabajo, el esfuerzo, la creatividad, la innovación,
la producción, la cultura, la educación.
11) El resultado está a
la vista : los políticos se corrompen, el desarrollo se pasma, la
infraestructura se destruye, y se abre la puerta al populismo, que todo lo
arrasa.
12) Ese populismo
ofrece reforzar la tesis de tu dependencia. Es decir empeorar lo que ya era
malo.
13) ¿Qué quedó de todo
esto? Una población dependiente, un ingreso menguado, un “repartidor”
enriquecido y corrupto.
14) ...y entonces,
cuando te das cuenta que todo era un espejismo… perdimos tiempo, valores,
inversión, y sobre todo, perdimos la esperanza en nosotros mismos como medio
para resolver el problema y rescatar el país.
15) Hoy, si preguntamos
qué es lo primero que te viene a la mente al decir Venezuela, ya no te dicen
petróleo, ni mujeres bonitas, ni siquiera la ilusión perversa de un caudillo
salvador. Te responden crisis, pobreza, desesperanza, rabia y
frustración.
16) ¿Es terrible? Si,
pero….
17) Resulta que la
realidad es que ahora es el momento más importante para entender lo que
realmente es relevante. Un mundo distinto, una ruptura que abre mentes y nos
hace entender la necesidad de cambiar, de trabajar, mejorar y expandir, y
percibir que esta es la fuente real del valor y la riqueza.
18) Con un gran peso en
la espalda y una historia triste que contar, sin embargo hoy podemos madurar y
buscar la fuente real de nuestra propia felicidad.
19) Nos quejamos de que
nos robaron lo nuestro, pero nadie te puede robar lo que en realidad nunca fue
tuyo.
20) De eso se trata
nuestro reto a futuro: No quiero petróleo, sino generar riqueza y desarrollo
con mi esfuerzo, mi trabajo y mi creatividad.
21) Por eso hay que
buscar que la gente pueda gritar y cantar, al ritmo de Desorden
Público: “No me engañan mas acá… ya que el petróleo no es lo que me va a
salvar (como tampoco nadie más)… sino yo mismo".
luisvleon@gmail.com
05-07-20
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