Por Piero Trepiccione
Vladimir Putin en
alguna oportunidad calificó a la caída de la Unión Soviética como “el mayor
error geopolítico del siglo veinte”, a propósito de los hechos que
condujeron al desmoronamiento de una fórmula estatal, asociada a un modelo
ideológico que llegó a ser superpotencia durante la mayor parte del siglo
pasado y que era la contraparte al modelo estadounidense-occidental.
Pero
justamente, un hecho ocurrido hace ya treinta años, el 3 de octubre de
1990, específicamente, como lo fue la reunificación entre la Alemania del Este
y la del Oeste, tuvo una importancia geopolítica mucho mayor, tanto que alcanza
a sentirse su impacto hasta nuestros días.
Esta semana se están
conmemorando los primeros treinta años de un proceso de reunificación que no
estuvo libre de problemas y situaciones particulares, en especial, para los
alemanes orientales que vivían con muchas precariedades y que, fueron
necesarios varios años para volver a un equilibrio económico más amplio.
Amén de las
preocupaciones británicas, francesas e inclusive, norteamericanas, por las
implicaciones que un proceso de esta naturaleza pudiera tener en el balance global
del planeta.
No obstante, a partir
de ese evento geopolítico, Alemania se convirtió en el motor del
crecimiento e influencia de la Unión Europea como fenómeno de integración
global y como fiel intérprete de un mundo más multipolar. Los procesos de cooperación
internacional y los impulsos a la democracia en todo el orbe, han sido la
característica particular de este proceso que comenzó hace treinta años.
A pesar de las
diferencias con sus pares europeos que, en ocasiones, muestran abiertamente su
recelo con lo que consideran “el excesivo protagonismo germano”, el
liderazgo soportado en la principal economía del área común y la cuarta del
mundo, en términos individuales por país, ha sido clave en el equilibrio
generado por la Unión Europea en la geopolítica y geoestrategia mundial.
Alemania, bajo el
mandato de Angela Merkel, y luego de treinta años de reunificación, sin duda
alguna, confronta el mayor de los desafíos en pleno siglo XXI. Podrá
seguir siendo la gran protagonista del mundo multipolar y el equilibrio entre
los hemisferios occidental y oriental, o cada vez más, por el crecimiento de su
relación comercial con Beijing, se verá influenciada políticamente por un país
cuya importancia económica no tiene discusión, pero que comienza a reclamar un
espacio de influencia política global que hasta ahora no ha tenido.
Es un dilema muy
complejo y que tendrá amplias repercusiones en la política interna de Alemania
y en la propia Unión Europea en los próximos años. Es un debate abierto hoy en
día en los principales centros académicos y de investigación de la nación
germana. Hasta ahora son más los temores que las certezas; pero el
liderazgo político alemán sabe que llegará el momento de las decisiones
difíciles dónde las interrogantes planteadas serán: ¿qué tipo de relación con
los EE.UU y la Gran Bretaña se tendrá en el futuro cercano a partir del brexit?
¿Qué tanto impacto tendrá el crecimiento económico de la relación sino-germana
en los asuntos internos alemanes? ¿Cómo vencer los temores de algunos países europeos
en torno al rol germano en el mecanismo de integración? ¿Cómo manejar la
relación con Turquía, Rusia e Irán, temas que dividen al este con el oeste y
que tienen enorme repercusión en la política europea?
Como vemos, la
reunificación fue un paso importante en su momento, pero también un evento
demasiado importante en el rol global de la Alemania del siglo XXI. La historia
que se construya a partir de ahora nos indicará mejor los resultados de aquel 3
de octubre de 1990.
04-10-20
https://efectococuyo.com/opinion/alemania-30-anos-reunificada/
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