Por Gregorio Salazar
A fin de cuentas, la
llamada «ley antibloqueo» pudo haber constado de un solo artículo que rezara
así: «El rey en uso de sus atribuciones anárquicas y monárquicas podrá rematar
al país sin rendirle cuentas a nadie», que es ni más menos el propósito de la
reciente atrocidad jurídica, y ojalá sea la última, emanada de la espuria
Asamblea Constituyente.
Así será de procaz la
nueva pirueta revolucionaria que el rechazo recorre los extremos que van desde
Allan Brewer Carías hasta Luis Britto García pasando por el Partido Comunista
de Venezuela y miembros de la propia asamblea roja que independientemente del
ángulo que ataquen coinciden en que se violan varios artículos de la
Constitución nacional.
Y no es que esto último
sea algo nuevo, hoy más bien moneda de uso corriente, lo notorio es que cada
vez se reincide en ello con más descaro con la reiterada impudicia que ya es el
sello característico de la actuación del grupo que se adueñó del país y que hoy
da agónicos bloqueos por falta de recursos económicos. De eso se trata.
En el caso de los
constituyentes que adelantaron posición contraria antes de que el proyecto
fuera llevado con carácter de «mateo reglamentario» al seno de la constituyente
espuria el tratamiento recibido les permitió comprender que pasaron de
integrantes de la «vanguardia revolucionaria», privilegiado redil
supraconstitucional y plenipotenciario, a indeseables merecedores del repudio y
la exclusión.
Pudimos escuchar el
pataleo del diputado Telémaco Figueroa, que se quedó esperando en Carúpano que
le enviaran transporte o un bidón de gasolina para el viaje a Caracas. Ahora
confiesa que en la constituyente espuria solo pueden intervenir en la plenaria
quienes sean autorizados por el PSUV y, por tanto, allí nada se debate. En
efecto, lo del adefesio antibloqueo fue un ejercicio de lectura veloz y
aprobación exprés.
No entienden los
camaradas revolucionarios distantes de la cúpula adónde fueron a parar los
furores del discurso pretendidamente nacionalista para abrirle paso a una
privatización salvaje, a un vulgar «meta la mano» en lo que todavía queda en
pie de Pdvsa y otros sectores mineros. Y ¡ay! de quien ose romper la
confidencialidad de los entresijos negociadores que se efectúen con quienes
caigan en las tentadoras por barateras ofertas del régimen.
Con todo y las fintas
inconstitucionales con las que Maduro busca eludir las sanciones económicas
faltaría por ver quienes estarán dispuestos o en capacidad de hacer las
ingentes inversiones que, por ejemplo, requiere la recuperación de las
refinerías, algo que no se puede intentar sin antes reconstruir todo el entorno
de los servicios indispensables para acometerla y garantizar las condiciones de
vida de quienes tengan que laborar en ello, sea personal importado o el recurso
humano nacional que tanto escasea. Esa inversión es tan grande como la que
requieren las instalaciones.
Se acabaron las
fanfarronerías anti privatizadoras. Se acabaron los denuestos contra las otrora
apátridas páginas con el precio del dólar y se desmontó el férreo sistema de
los «precios justos» con sus secuelas de allanamientos, multas, decomisos y
detenciones. Todo es parte del pasado.
Pero no es que los
acosados jefes revolucionarios hayan recapacitado. Con el pellejo en juego van
rindiéndose ante la realidad y nadan a favor de la corriente para no morir
ahogados. Con tal de mantenerse perpetuamente en el poder no hay nada que no le
puedan entregar a los demonios que ellos mismos falsariamente agitaban.
11-10-20
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico