Por Laureano Márquez
“La mayoría de los hombres,
Kamala, son como las hojas caídas que
giran y vuelan en el aire, y
acaban por el suelo. Pero hay otros,
unos pocos, que son como las
estrellas: ellos se mueven en
órbitas fijas más allá del
alcance del viento; ellos tienen
sus leyes y su curso dentro
de sí mismos”
Herman
Hesse (Siddartha)
La reciente partida de
Quino a la casa matriz del espíritu es una invitación a reflexionar sobre el
sentido de la vida. La suya lo tuvo: su gracia nos hizo mejores personas, nos
ayudó a pensar un poquito más, a ser más tolerantes y comprensivos, más
inconformes y críticos, autocríticos. Hay gente que a su paso por este mundo,
hacen de él un lugar mejor para sus compañeros de viaje. Tal fue el propósito
de su vida.
En 2014 fue galardonado
con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades por el «enorme
valor educativo» y «dimensión universal» de su obra y por unos personajes que
«trascienden cualquier geografía, edad y condición social». Estas menciones le
colocan, merecidamente, en el olimpo de los humoristas, se podría agregar su
profunda sensibilidad por los dolores humanos.
Como él mismo señaló
una vez: sus viñetas iban de “la relación entre los más débiles y los más
poderosos”.
En tiempos del fallido
golpe militar en contra de Alfonsín en 1987 pone en boca de Mafalda estas
palabras: “¡Sí a la democracia! ¡Sí a la justicia! ¡Sí a la libertad! ¡Sí a la
vida!”.
Alguna vez José Ignacio
Cabrujas dijo que el humor era una misteriosa y particular forma de amar. El
humorista ama profundamente al mundo, a sus semejantes, por tal razón sueña
siempre con lo mejor para ellos. Añora una vida mejor para todos, llena de
bondad y de virtud, un planeta más limpio, pero también un alma más limpia.
El humor no proclama
verdades, al contrario, pone énfasis en cuestionar a los que se creen amos de
ellas. Hace que el cerebro saque al pensamiento de las grandes autopistas
que recomienda el GPS interno, para llevarlo de paseo por carreteras alternas,
algo más largas, sí, pero más emocionantes, en las que se encuentran poblados
de insospechada belleza en los que el paisaje de la vida se puede ver de manera
diferente para llenarlo a uno de renovado ánimo.
Quino es de la gente
que se le queda a uno en el corazón para siempre. Sus temas, como los de
la filosofía, o la religión, tocan aspectos centrales del alma humana,
preocupaciones sobre nuestro destino que nos acompañan en todo tiempo y lugar.
11-10-20
https://www.elnacional.com/opinion/quino-y-el-sentido-de-la-vida/
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