Laureano Márquez 09 de octubre de 2020
@laureanomar
“La
mayoría de los hombres, Kamala, son como las hojas caídas que giran y vuelan en
el aire, y acaban por el suelo. Pero hay otros, unos pocos, que son como las
estrellas: ellos se mueven en órbitas fijas más allá del alcance del viento;
ellos tienen sus leyes y
su
curso dentro de sí mismos.”
Herman Hesse (Siddartha)
La reciente partida de Quino a la casa matriz del
espíritu, es una invitación a reflexionar sobre el sentido de la vida. La suya
lo tuvo: su gracia nos hizo mejores personas, nos ayudó a pensar un poquito
más, a ser más tolerantes y comprensivos, más inconformes y críticos,
autocríticos. Hay gente que a su paso por este mundo, hacen de él un lugar
mejor para sus compañeros de viaje. Tal fue el propósito de su vida.
En 2014 fue galardonado con el Premio Príncipe de
Asturias de Comunicación y Humanidades por el «enorme valor educativo» y
«dimensión universal» de su obra y por unos personajes que «trascienden
cualquier geografía, edad y condición social». Estas menciones le colocan,
merecidamente, en el olimpo de los humoristas, se podría agregar su profunda
sensibilidad por los dolores humanos. Como él mismo señaló una vez: sus viñetas
iban de “la relación entre los más débiles y los más poderosos”. El humorista
siempre acompaña a los débiles, a los que son víctimas del abuso del poder en
cualquiera de sus manifestaciones. Por eso, el humor siempre estará del lado de
la defensa de la democracia y la libertad, denunciando siempre los intentos de
menoscabarlas, no pocas veces hechos, curiosamente, en nombre de “la democracia
y la libertad”. En tiempos del fallido golpe militar en contra de Alfonsín en
1987 pone en boca de Mafalda estas palabras: “¡Sí a la democracia! ¡Sí a la
justicia! ¡Sí a la libertad! ¡Sí a la vida!«.
Alguna vez José Ignacio Cabrujas dijo que el humor era
una misteriosa y particular forma de amar. El humorista ama profundamente al
mundo, a sus semejantes, por tal razón sueña siempre con lo mejor para ellos.
Añora una vida mejor para todos, llena de bondad y de virtud, un planeta más
limpio, pero también un alma más limpia. El humor no proclama verdades, al
contrario, pone énfasis en cuestionar a los que se creen amos de ellas. Hace
que el cerebro saque al pensamiento de las grandes autopistas que recomienda el
GPS interno, para llevarlo de paseo por carreteras alternas, algo más largas,
sí, pero más emocionantes, en las que se encuentran poblados de insospechada
belleza en los que el paisaje de la vida se puede ver de manera diferente para
llenarlo a uno de renovado ánimo.
Quino es de la gente que se le queda a uno en el
corazón para siempre. Sus temas, como los de la filosofía, o la religión, tocan
aspectos centrales del alma humana, preocupaciones sobre nuestro destino que
nos acompañan en todo tiempo y lugar. Al fin y al cabo, el asunto central del
humorismo es el sentido de la vida, que bueno para nosotros que él lo haya
encontrado.
Tomado de: http://laureanomarquez.com/escritos/editorial-tal-cual/quino-y-el-sentido-de-la-vida/
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