Por Gregorio Salazar
El viernes amaneció con
la noticia de que el presidente Trump y la primera dama Melania se habían contagiado
con la covid-19, un tropiezo de marca mayor para quien a sólo 32 días de las
elecciones estaba haciendo desesperados esfuerzos por colocarse en el tope de
las encuestas, lugar que ocupa Biden desde que la pandemia hizo aparición en
territorio norteamericano.
Menudo percance. No se
trata únicamente de los impedimentos para continuar su intensa movilización
hacia los estados clave (Florida, Carolina del Norte, Pensilvania, Ohio,
Nevada, Texas) que le pudieran dar el triunfo, sino el revés que significa
verse alcanzado en la recta final de la campaña, no poco accidentada, por
un virus cuyo peligro y consecuencias de toda índole minimizó desde un
principio, remachado por su persistente negativa a usar mascarilla.
En el propio debate del
día martes se refirió a ese implemento de protección para burlarse de su
oponente. Dijo que Biden usa la mascarilla “más grande que he visto” y que se
la pone aunque la otra persona esté a doscientos pies de distancia. Cuando se
evalúa la gestión del presidente en el manejo de la epidemia recibe una
calificación altamente negativa.
Trump, quien se cuida
al máximo de dar una imagen de debilidad, cae enfermo cuando estaba obligado a
hacer el embalaje final en momentos que ya enfrentaba el temporal de las
revelaciones sobre sus irrisorios pagos de impuestos ($ 750 en 2016 y 2017) o
no pagar nada al fisco durante diez de los últimos quince años, algo
sorprendente para un multimillonario que se ufana de su exitosa carrera de
empresario.
Desde enero de 2019 la
estrategia del sector mayoritario de la oposición encabezado por Juan Guaidó ha
estado estrechamente ligada al apoyo de Trump y así se ha mantenido durante
largos 20 meses tras el objetivo prioritario de poner “cese a la usurpación”.
Un propósito para lo cual, según se ha insistido, están “todas las opciones,
por encima y por debajo de la mesa” pero ciertamente no es la vía electoral la que
algún impulso haya recibido, dado que esa sólo vendría después del “cese a la
usurpación”.
¿Y si no ganara Trump?
¿Cómo cambiaría el juego? El propio Juan Guaidó hace unas semanas respondió esa
pregunta. “El claro respaldo (de los Estados Unidos) a la causa del proceso
venezolano no es en lo personal a Juan Guaidó. Es a la libertad y contra
la amenaza que representa Maduro a la estabilidad de Venezuela y del
hemisferio, vinculándose con el terrorismo el narcotráfico”.
Recordó que el apoyo es
bipartidista y que las cuentas pendientes del régimen venezolano son con el
Departamento de Justicia y el Departamento del Tesoro.
No obstante, Biden ha
calificado la estrategia de Trump como “un fracaso”, lo cual hace suponer que
de llegar al poder exploraría una vía distinta, que probablemente no contemple
una intervención militar como la que ha prefigurado el actual presidente desde
comienzos del año pasado, pero tampoco el desmontaje de las fuertes sanciones
económicas que ha aplicado EEUU al régimen de Maduro ni el desconocimiento a
Guaidó.
Si puede afirmarse que
la figura de Guaidó ha tenido el apoyo de los Estados Unidos y los principales
países de Europa no ha habido coincidencia en cuanto a la hoja de ruta de
salida. Ese aspecto no se ha trabajado conjuntamente.
La dictadura venezolana
vive su momento de mayor precariedad. Cada día es más vulnerable Ganará la AN
pero no obtendrá reconocimiento ni legitimidad… Seguirá resolviendo
agónicamente los problemas más acuciantes del colapso: gasolina iraní, la
condescendencia china para retrasar el pago de la enorme deuda, las
declaraciones aspaventosas de la cancillería rusa sin dar mayor respaldo
económico. Más no está en condiciones de revertir el estado de destrucción en
el que está Venezuela, comenzando por la infrahumana calidad de vida de sus
habitantes.
Si pierde Trump no será
el fin del mundo para la oposición venezolana. No va a llegar a la Casa Blanca
la izquierda radical ni un aliado de los cubanos como pregona la agresiva
campaña Trump. Que se acercaran más aún las posiciones de EEUU y Europa y que
los principales actores de la oposición venezolana debatan y trabajen en el
nuevo escenario con sentido de unidad sería avanzar con nuevas definiciones y
paso firme hacia el desalojo de la dictadura chavista.
04-10-20
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico