Por Ramón Guillermo Aveledo
Es obvio que la comunidad
internacional prefiere una salida política a la crisis venezolana. Es la menos
costosa para todos y, principalmente, sería la más rápida
La preferencia por una vía
pacífica, necesariamente negociada, es explícita en varios actores como el
Grupo de Lima y la Unión Europea y el Grupo de Contacto por ella promovido que
la excede e implícita en otros como los Estados Unidos, por hablar de los que
han estado claramente al lado de la aspiración mayoritaria de un cambio en la
dirección del respeto el derecho venezolano y el internacional. También el
Vaticano, cuya posición atiende en todo caso a principios y valores que se
sustentan en la dignidad de la persona.
El dato interesante es que
allí también se anotan China y Rusia, con evidentes intereses en nuestro país,
y no puede interpretarse automáticamente que lo hagan para seguir el juego a
Maduro en darle largas a una situación, seamos francos, insostenible. Ya sus
cancillerías lo han dicho: están por un diálogo que busque soluciones y
dispuestos a entenderse con un gobierno distinto.
Lo que todos, sin excepción
admiten es que en Venezuela existe una crisis. Hay diferencias acerca de la
incidencia de las sanciones en ella, pero todos saben y reconocen que es más
ancha y más profunda, que su causalidad es distinta y anterior a éstas. Al
insoportable cuadro socio-económico, desesperante para más y más compatriotas,
se agrega la situación de los derechos humanos, ahora recogida en el informe de
la Alta Comisionada de Naciones Unidas Michelle Bachelet, cuya relación es
abrumadora. El régimen es cada día más impresentable para quienes quisieran
defenderlo y su descrédito pesa sobre la credibilidad y las posibilidades de
recuperación del país.
A nosotros los venezolanos,
sea cual sea nuestra opinión en política nacional, no es necesario que venga de
afuera alguien a decírnoslo. Lo sabemos porque lo vivimos. La cosa está peor.
También cree la mayoría de nosotros que al grupo en el poder esto no le importa,
aunque debería y que por lo tanto querrán repetir lo de 2014, 2016 y 2018.
Prolongar los diálogos sin intención de ceder en nada fundamental.
Me parece que si nuestros
gobernantes piensan así cometen un error mayúsculo. El empeoramiento de la
situación venezolana es el que ha ido cambiando el cuadro internacional. Los
millones de emigrados cuyo crecimiento es exponencial, exportan nuestra crisis
y presionan a los gobiernos a ayudar a resolverla. La permanencia de Maduro y
su equipo en el poder acelerará ese incremento. No hay quien no cuente con eso.
Y la combinación del cuadro internacional adverso con uno nacional en franco
deterioro ¿No repercute en la descomposición de la base de respaldo? ¿No
amenaza con desmoronar anteriores solideces?
Ojalá el grupo en el poder
no desperdicie, como en ocasiones anteriores, esta oportunidad de cooperar en
una solución política a la crisis. Nunca se sabe cuándo será la última.
15-07-19
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