Por Gordon Corera, Corresponsal de Seguridad, BBC
La ropa interior explosiva que apareció en Yemen a principios de este mes ha hecho que las autoridades se vuelvan a preocupar ante la posibilidad de que los fabricantes de bombas de al Qaeda estén encontrando maneras innovadoras para ocultar explosivos, incluso en el cuerpo de los atacantes. Pero, ¿qué tan alarmados deberíamos estar?
Un dispositivo insertado en el cuerpo sería sólo el último capítulo del juego mortal del gato y el ratón entre al Qaeda y los funcionarios de seguridad aérea de occidente. El grupo siempre ha buscado nuevas formas de evadir las normas impuestas por los aeropuertos.
Tras el uso de navajas el 11 de septiembre de 2001, las normas de seguridad en la cabina se volvieron más estrictas.
Pocos meses más tarde, una bomba en un zapato casi derriba un avión. Por esa razón, se introdujeron controles de seguridad que incluyen el calzado.
Para el año 2006 al Qaeda ya estaba desarrollando bombas hechas con líquidos, lo que condujo a las actuales restricciones en el equipaje de mano, y en 2009, una bomba situada en la ropa interior de un joven nigeriano casi provoca la caída de un vuelo a Detroit.
Meses antes de ese incidente, un joven ofreció rendirse ante el príncipe Mohammed bin Nayef, quien dirige las operaciones de lucha contra el terrorismo en Arabia Saudita. Sin embargo, insistió en que quería hacerlo en persona.
Cuando se encontró con el príncipe en su villa de Jeddah, una llamada telefónica hizo estallar una bomba oculta.
El cuerpo del atacante suicida explotó y parte de su brazo quedó incrustado en el techo. Sorprendentemente, el príncipe no resultó herido de gravedad.
Y aunque la naturaleza exacta del dispositivo ha sido fuente de controversia, algunos afirman que fue colocado internamente en el recto.
El atacante, Abdullah al Asiri, llevaba un dispositivo que se cree fue construido por su hermano Ibraham al Asiri, miembro de al Qaeda y fabricante de bombas en Yemen. Posiblemente el individuo más peligroso y más buscado del grupo en todo el mundo. A él se le atribuye la creación de una serie de dispositivos innovadores que van desde ropa interior explosiva hasta bombas ocultas en cartuchos de impresora con destino a EE.UU. en vuelos de carga (que fueron descubiertos gracias a una advertencia de inteligencia).
Antecedentes
El lunes, el grupo mostró cuan mortales pueden ser sus dispositivos cuando un atacante suicida mató a cerca de 100 soldados en Saná, la capital de Yemen.
Un detallado informe realizado en 2011 por el doctor Robert J. Bunker de la Claremont Graduate University, en EE.UU., sostiene que la tendencia actual son las bombas cercanas al cuerpo. Lógicamente, el próximo paso sería colocarlas en su interior.
Los contrabandistas con frecuencia esconden paquetes de drogas en distintas cavidades del cuerpo, como el tracto digestivo inferior.
"Si nos remontamos a la historia militar, la colocación de trampas explosivas como granadas de fragmentación debajo o incluso dentro de los cadáveres de los soldados era un fenómeno muy común", explica Bunker. "Esto se hizo evidente en la Segunda Guerra Mundial y en la guerra de Vietnam".
El paso previo a la inserción de una bomba en el cuerpo es abrir a una persona durante un procedimiento médico, insertar el dispositivo y coser de nuevo. Esto se ha intentado con animales. Reportes aseguran que en 2010, miembros de al Qaeda en Irak implantaron quirúrgicamente bombas en perros con el fin de enviarlos en aviones a EE.UU., en donde explotarían. Pero en estos casos, los animales murieron antes de que el plan pudiera llevarse a cabo.
¿Desapercibidas?
La colocación quirúrgica de una bomba requiere de considerables habilidades médicas. Se cree que al Asiri ha estado trabajando con médicos para evaluar sus posibilidades.
"El cirujano abre la cavidad abdominal y, literalmente, implanta el artefacto explosivo entre los órganos internos", le explicó el doctor Mark Melrose a la cadena de televisión estadounidense ABC. Otros informes sugieren que los dispositivos pueden ser colocados en los pechos de mujeres suicidas como si fuesen implantes.
Sin embargo, un experto en seguridad con sede en el Golfo asegura no haber encontrado ninguna evidencia que apoye los informes de que hay médicos trabajando con bombas que se implanten quirúrgicamente.
Entonces, ¿podrían llegar a desarrollarse bombas de ese tipo? La ropa interior explosiva incautada en 2009 y en 2012 no tiene componentes metálicos y por lo tanto puede pasar por detectores de metales sin ser identificada. Luego de la primera experiencia hubo presión para introducir más escáneres corporales en los aeropuertos. A pesar de las objeciones de los viajeros que sentían que las imágenes invadían su privacidad, las máquinas comenzaron a implementarse en algunas terminales de EE.UU. y Europa. Sin embargo, en otras partes del mundo, sobre todo en el Medio Oriente apenas se utilizan.
Pero aunque esos pocos escáneres fuesen capaces de identificar la ropa interior explosiva, es probable que no puedan saber cuándo una persona posee un dispositivo dentro del cuerpo. ¿Existe alguna otra forma de poder detectarlo?
Una máquina médica de rayos X podría hacerlo (tal y como puede reconocer drogas), pero sería problemático exponer a los viajeros a este nivel de radiación.
Las pruebas para detectar residuos de explosivos son otra opción, pero se debe tomar en cuenta que los fabricantes de bombas son cuidadosos y dejan muy poca contaminación en los alrededores.
Es posible que en el futuro sea necesario poner mayor énfasis en la búsqueda de comportamientos sospechosos en los aeropuertos y las formas de " interrogatorio suave" por parte del personal de seguridad, una táctica que Israel ha utilizado.
La detonación
Sin embargo, aunque al Qaeda quiera usar este tipo de bombas, una fuente de seguridad asegura que es probable que no sea tan fácil hacerlo en la práctica.
Lo que nos lleva a preguntarnos: ¿podría un atacante con un dispositivo cosido a su cuerpo estar en condiciones de viajar, sin mostrar signos de una cirugía reciente?
Según los expertos, los fabricantes de bombas también se enfrentan al problema de saber cuánto absorberá el cuerpo humano de la explosión. Esto puede haber sido lo que salvó al príncipe Nayef, pues es posible que la mayoría del impacto fuese amortiguado por el cuerpo de su atacante.
De esta forma la bomba implantada en el cuerpo podría ser una herramienta menos útil para el asesinato. Pero en un avión, lo único que se necesita es una explosión lo suficientemente fuerte como para provocar un agujero en la cabina presurizada.
El principal reto en esas bombas, dicen los expertos, es la detonación. Si un contador de tiempo se cose al cuerpo junto al dispositivo, ¿qué puede hacer el atacante si el vuelo se retrasa?
Se cree que en 2009 la ropa interior explosiva utilizó un detonador químico que iba en una jeringa, pero al final no funcionó y acabó quemando al atacante.
La versión 2012 podría haber actualizado este aspecto, pero los detalles aún no se han hecho públicos. Además hay que destacar que si una bomba se coloca internamente, sería aún más difícil asegurar que una jeringa inyecte en el punto correcto.
La detonación a través de una llamada telefónica (como la utilizada contra el príncipe Nayef) es una opción, pero sólo si se puede garantizar la cobertura telefónica durante el vuelo, y ese no siempre es el caso.
Las bombas dentro del cuerpo humano son aún un concepto no probado, pero al Qaeda -y en particular su filial en Yemen- ha demostrado ser implacable en su deseo de atacar a EE.UU. y especialmente a sus aviones.
También queda claro que el grupo lleva a cabo una incansable búsqueda para hallar nuevos caminos que los ayuden a lograr sus objetivos mortales.
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