Por Albinson
Linares | 18 de
Mayo, 2012
Considerado
como el “Padre del Penitenciarismo Contemporáneo” en Venezuela, comparte la
sabiduría de las cinco décadas que lleva dedicado al tema de las prisiones y
muestra su preocupación por la actual crisis
Pocos estudiosos pueden concitar la admiración de
admiradores y críticos por igual. Sólo sucede cuando las obras son
fundacionales y los legados se convertirán en doctrinas o principios que
estarán presentes en nuestras sociedades.
Es el caso de Elio Gómez Grillo quien a sus 86
años de edad, es considerado el “Padre del Penitenciarismo Contemporáneo” en el
país. Egresado de la Universidad Central de Venezuela como abogado en 1954, fue
el inicio de una pasión por el estudio de las prisiones y los métodos
científicos de reinserción de los privados de libertad en las sociedades.
Cursó estudios de posgrado en Ciencias Penales y
Criminológicas en la Universidad Católica “Andrés Bello”, la Sorbona en París y
la “Universidad Degli Studi di Roma”, obteniendo la mención honorífica Suma Cum
Laude. Ejerció de 1958 a 1980 la cátedra de Derecho Penal Especial en la UCV y
se formó como un investigador del tema penitenciario, a tiempo completo.
Sobre su profundo interés al respecto, escribió:
“A los penitenciaristas se nos dice una y otra vez que somos cultores de una
causa perdida. Tenemos que responder que, después de todo, somos caballeros y
es de caballeros defender las causas perdidas. Y seguimos creyendo, citando a
Goethe, que el no llegar es, justamente, lo que hace mas grande a un
oficiante”.
Uno de los grandes hitos de su vasta carrera fue
haber sido miembro de la Asamblea Nacional Constituyente y lograr que en
nuestra Carta Magna de 1999 se establecieran de manera constitucional las bases
del sistema penitenciario venezolano en el artículo 272. Suele citar como su
gran proyecto académico la creación del Instituto Universitario Nacional de
Estudios Penitenciarios (IUNEP), que es la única institución nacional (y una de
las pocas en América Latina) dedicada exclusivamente a formar personal para el
sistema penitenciario.
Con honda preocupación por los recientes sucesos
acaecidos en La Planta, Gómez Grillo asevera: “La Planta es la desembocadura de
las políticas erróneas del sistema penitenciario nacional. Estrategias
desacertadas y esto no se acaba cerrando la cárcel. Así no se acaba el
problema, si no se mejoran las condiciones habrán otros “plantazos” en diversas
cárceles del país. Sin transformación penitenciaria, no habrán cambios en la
situación de estas prisiones. Se cierra una y, si ya están hacinados, las que
quedan van a aumentar su población dramáticamente”.
Las cárceles más violentas del mundo
-Siempre ha sido activo defensor de los
Derechos Humanos y un crítico acerbo de las condiciones de vida en las cárceles
venezolanas ¿Cuáles son las condiciones imperantes en el sistema penitenciario
que permiten crisis como la de “La Planta”?
El problema de nuestras cárceles es complejo y
muy grave. Es un sistema donde tenemos más de 50 mil seres humanos hacinados.
Donde caben 15 mil hay 50 mil, eso significa que hay un hacinamiento del 350% y
en el penitenciarismo se sabe que el hacinamiento crítico comienza cuando hay
30%. Aquí tenemos 15 veces más reos. Además los tenemos ociosos porque ni
estudian ni trabajan y retrasados judicialmente porque nuestro sistema retarda
los procesos de una manera pavorosa. No se les aplican los beneficios
procesales, algunos cumplieron su pena hace años y están todavía allí metidos.
Ellos sufren del retraso procesal y eso los sume en unas crisis psicológicas,
muy graves.
-¿Cree que aún existe una deuda estatal
con las precarias condiciones de vida en los recintos carcelarios del país?
Esos sujetos no tienen atención médica. No mueren
más porque son muy jóvenes, pero muchos se mueren de mengua. Están hacinados,
ociosos, retrasados judicialmente, enfermos que no son atendidos y hambrientos,
porque la comida es absolutamente precaria. Además están atendidos por un
personal ignorante que en Venezuela han llegado a grados de corrupción
inmensos. En el año 1992 fundé el Instituto Universitario Nacional de Estudios
Penitenciarios y a la fecha hay más de 1.000 egresados de distintas promociones
pero no hay más de 30 o 50 que trabajen en el sistema penitenciario. El
instituto fue paralizado por tres años y a sus graduados no los destinan a las
cárceles porque allá se encuentra todo el personal corrupto.
-En otras entrevistas ha afirmado que
Venezuela posee las cárceles más violentas del mundo ¿a qué se debe esta
afirmación?
En el mundo hay once millones de presos; de los
cuales más de la mitad está en tres países: China, Rusia y Estados Unidos. Seis
millones de presos registran estos países; los cinco restantes están repartidos
en el mundo. En América Latina hay un millón; de los cuales cincuenta mil
pertenecen a Venezuela, y se matan más esos cincuenta mil, que los novecientos
cincuenta mil restantes. Aquí se mata más de uno diario. Se reporta que al año
se matan unos trescientos, y algunas veces llega hasta cuatrocientos, o sea,
más de uno diario, claro que tenemos las cárceles y el país más violento del
mundo.
-¿Qué otras condiciones agravan la
reclusión y el correcto cumplimiento de las condenas en el sistema
penitenciario venezolano?
Tenemos una población hacinada, ociosa, enferma y
hambrienta. Además no se les ofrece ningún tratamiento de rehabilitación,
cumplen sus penas ausentes de cualquier proceso cientificista, ausentes de todo
principio normativo de modo que eso explica lo que está pasando. Lo de “La
Planta” es un hecho más y eso seguirá pasando mientras no se cumpla con la
cartilla elemental de clasificación y las condiciones de trabajo, estudio,
distracción sana, cultura, atención médica, condiciones dignas de vida y
mejoras en la infraestructura carcelaria que está en el suelo. No poseen baños
suficientes, ni comedores adecuados, no pueden dormir en una cama porque a
veces el hacinamiento es tal que ni siquiera pueden dormir en el suelo. Con un
hacinamiento de esa magnitud, cualquier cosa puede pasar. Eso explica lo que
pasó en La Planta y eso seguirá pasando.
-Entre las medidas planteadas por el
Estado está el traslado de los
reos a otros centros penitenciarios del país.
Algunos expertos han criticado la medida como “un traslado del problema a otros
lugares” ¿Qué opina al respecto?
Trasladar a los reos no creo que solucione el
problema. Desde 2004 hay una disposición presidencial para reabrir el penal de
El Junquito que está en Catia. Está cerrado desde hace 20 años y allí estuvieron
recluidos Carlos Andrés Pérez, William Ojeda, servía para los presos de Vargas
donde no hay penal. Aunque no hay penales buenos, ése era el menos malo del
país pero está abandonado, lleno de ratas y culebras, hasta donde sé. Yo hablé
con el ministro de Justicia en 2004 y con el presidente para hacer un penal
modelo, pero esas gestiones ahí se quedaron en palabras.
-Altos funcionarios del gobierno como
Diosdado Cabello han declarado que el retén de La
Planta dejará de funcionar, ¿Es una medida idónea
ante la crisis del sistema carcelario?
Lo que pasó en La Planta, mañana puede pasar en
cualquier parte del país porque no hay clasificación, agrupación, estudios,
trabajo, prontitud procesal, distracciones, actividades culturales y atención
médica; entonces en esos lugares puede pasar cualquier cosa. Estudié posgrados
en París y Roma que son modelos penitenciarios y las cárceles nórdicas donde se
han desarrollado una serie de fundamentos científicos que recomiendan que las
cárceles deben construirse fuera de las zonas pobladas. Sin embargo en París,
la cárcel más importante es la Santé y está en pleno centro parisino, en Roma
la cárcel de Rebibbia también está en esa ciudad y no presenta unas condiciones
tan terribles como las de La Planta.
El fracaso de las prisiones
- En otras declaraciones ha señalado la
ausencia de métodos científicos en los centros de reclusión ¿Existen
otras omisiones graves en los procesos del sistema penitenciario?
Aquí no se cumple la “cartilla penitenciaría”
para determinar si es primario, es decir si es su primer delito, o si es
reincidente. Hay un abismo entre el primario y el reincidente, hay que
clasificarlos de acuerdo al delito cometido y tomando en cuenta sus
características psicológicas e intelectuales. Primero que todo clasificación y
agrupación. Segundo debe ocupársele en trabajar y estudiar, tampoco se hace, se
les deben ofrecer condiciones de vida dignas lo que significa alimentación
suficiente, asistencia médica adecuada, entretenimiento sano como los deportes
y actividades culturales como música o literatura que tampoco se cumple.
-Mucho se ha escrito sobre los nuevos
sistemas carcelarios del mundo, donde se propugnan otros métodos de reclusión y
rehabilitación, a su juicio, ¿Cuáles serían aplicables al caso venezolano?
Las “Disposiciones Penitenciarias Universales”
han determinado que la cárcel como tal ha fracasado. Frente a esta conclusión
hay tres posiciones; la primera es reformista que dice que toda cárcel es
reformable, la segunda es reduccionista y propugna que a la cárcel van
únicamente determinados sujetos que cometieron delitos graves, sólo esos
sujetos que atentan contra la sociedad y la vida de otros ciudadanos. Y está la
posición abolicionista que plantea que la cárcel no debe ser para nadie, salvo
casos muy muy excepcionales. Por eso se creó el concepto de “la cárcel abierta”
que existe desde mediados del siglo pasado en países como Estados Unidos y en
Venezuela también, que es donde se hacen labores comunitarias. En esas cárceles
no hay paredes, muros ni ventanas que escalar, se establecen otros dispositivos
para evitar la evasión, en todos los años que tienen en Venezuela nunca ha
habido una fuga masiva. Se trata de disciplina y control.
-¿Cuáles son las corrientes de
pensamiento imperantes en el penitenciarismo contemporáneo?
Hoy en día se habla de dos corrientes en el mundo
penitenciario: el centrifugismo y el centripetismo. Esta última se basa en el
sistema que conocemos, con reos recluidos en instituciones para que cumplan la
pena establecida por los tribunales. El centrifugismo establece que el reo
cumple su condena en cualquier lugar, menos en la cárcel. Plantea el
aislamiento, destierro y trabajos supervisados por delegados de prueba, en fin,
intenta evitar todo encerramiento. La posición centripetista aboga por el encierro
y nuestras leyes favorecen esta corriente que no es reduccionista sino
simplemente reformista.
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