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lunes, 21 de mayo de 2012

Elio Gómez Grillo: “La Planta es la desembocadura de las políticas erróneas”


Por Albinson Linares | 18 de Mayo, 2012

Considerado como el “Padre del Penitenciarismo Contemporáneo” en Venezuela, comparte la sabiduría de las cinco décadas que lleva dedicado al tema de las prisiones y muestra su preocupación por la actual crisis

Pocos estudiosos pueden concitar la admiración de admiradores y críticos por igual. Sólo sucede cuando las obras son fundacionales y los legados se convertirán en doctrinas o principios que estarán presentes en nuestras sociedades.

Es el caso de Elio Gómez Grillo quien a sus 86 años de edad, es considerado el “Padre del Penitenciarismo Contemporáneo” en el país. Egresado de la Universidad Central de Venezuela como abogado en 1954, fue el inicio de una pasión por el estudio de las prisiones y los métodos científicos de reinserción de los privados de libertad en las sociedades.

Cursó estudios de posgrado en Ciencias Penales y Criminológicas en la Universidad Católica “Andrés Bello”, la Sorbona en París y la “Universidad Degli Studi di Roma”, obteniendo la mención honorífica Suma Cum Laude. Ejerció de 1958 a 1980 la cátedra de Derecho Penal Especial en la UCV y se formó como un investigador del tema penitenciario, a tiempo completo.

Sobre su profundo interés al respecto, escribió: “A los penitenciaristas se nos dice una y otra vez que somos cultores de una causa perdida. Tenemos que responder que, después de todo, somos caballeros y es de caballeros defender las causas perdidas. Y seguimos creyendo, citando a Goethe, que el no llegar es, justamente, lo que hace mas grande a un oficiante”.

Uno de los grandes hitos de su vasta carrera fue haber sido miembro de la Asamblea Nacional Constituyente y lograr que en nuestra Carta Magna de 1999 se establecieran de manera constitucional las bases del sistema penitenciario venezolano en el artículo 272. Suele citar como su gran proyecto académico la creación del Instituto Universitario Nacional de Estudios Penitenciarios (IUNEP), que es la única institución nacional (y una de las pocas en América Latina) dedicada exclusivamente a formar personal para el sistema penitenciario.

Con honda preocupación por los recientes sucesos acaecidos en La Planta, Gómez Grillo asevera: “La Planta es la desembocadura de las políticas erróneas del sistema penitenciario nacional. Estrategias desacertadas y esto no se acaba cerrando la cárcel. Así no se acaba el problema, si no se mejoran las condiciones habrán otros “plantazos” en diversas cárceles del país. Sin transformación penitenciaria, no habrán cambios en la situación de estas prisiones. Se cierra una y, si ya están hacinados, las que quedan van a aumentar su población dramáticamente”.

Las cárceles más violentas del mundo

-Siempre ha sido activo defensor de los Derechos Humanos y un crítico acerbo de las condiciones de vida en las cárceles venezolanas ¿Cuáles son las condiciones imperantes en el sistema penitenciario que permiten crisis como la de “La Planta”?

El problema de nuestras cárceles es complejo y muy grave. Es un sistema donde tenemos más de 50 mil seres humanos hacinados. Donde caben 15 mil hay 50 mil, eso significa que hay un hacinamiento del 350% y en el penitenciarismo se sabe que el hacinamiento crítico comienza cuando hay 30%. Aquí tenemos 15 veces más reos.  Además los tenemos ociosos porque ni estudian ni trabajan y retrasados judicialmente porque nuestro sistema retarda los procesos de una manera pavorosa. No se les aplican los beneficios procesales, algunos cumplieron su pena hace años y están todavía allí metidos. Ellos sufren del retraso procesal y eso los sume en unas crisis psicológicas, muy graves.

-¿Cree que aún existe una deuda estatal con las precarias condiciones de vida en los recintos carcelarios del país?

Esos sujetos no tienen atención médica. No mueren más porque son muy jóvenes, pero muchos se mueren de mengua. Están hacinados, ociosos, retrasados judicialmente, enfermos que no son atendidos y hambrientos, porque la comida es absolutamente precaria. Además están atendidos por un personal ignorante que en Venezuela han llegado a grados de corrupción inmensos. En el año 1992 fundé el Instituto Universitario Nacional de Estudios Penitenciarios y a la fecha hay más de 1.000 egresados de distintas promociones pero no hay más de 30 o 50 que trabajen en el sistema penitenciario. El instituto fue paralizado por tres años y a sus graduados no los destinan a las cárceles porque allá se encuentra todo el personal corrupto.

-En otras entrevistas ha afirmado que Venezuela posee las cárceles más violentas del mundo ¿a qué se debe esta afirmación?

En el mundo hay once millones de presos; de los cuales más de la mitad está en tres países: China, Rusia y Estados Unidos. Seis millones de presos registran estos países; los cinco restantes están repartidos en el mundo. En América Latina hay un millón; de los cuales cincuenta mil pertenecen a Venezuela, y se matan más esos cincuenta mil, que los novecientos cincuenta mil restantes. Aquí se mata más de uno diario. Se reporta que al año se matan unos trescientos, y algunas veces llega hasta cuatrocientos, o sea, más de uno diario, claro que tenemos las cárceles y el país más violento del mundo.

-¿Qué otras condiciones agravan la reclusión y el correcto cumplimiento de las condenas en el sistema penitenciario venezolano?

Tenemos una población hacinada, ociosa, enferma y hambrienta. Además no se les ofrece ningún tratamiento de rehabilitación, cumplen sus penas ausentes de cualquier proceso cientificista, ausentes de todo principio normativo de modo que eso explica lo que está pasando. Lo de “La Planta” es un hecho más y eso seguirá pasando mientras no se cumpla con la cartilla elemental de clasificación y las condiciones de trabajo, estudio, distracción sana, cultura, atención médica, condiciones dignas de vida y mejoras en la infraestructura carcelaria que está en el suelo. No poseen baños suficientes, ni comedores adecuados, no pueden dormir en una cama porque a veces el hacinamiento es tal que ni siquiera pueden dormir en el suelo. Con un hacinamiento de esa magnitud, cualquier cosa puede pasar. Eso explica lo que pasó en La Planta y eso seguirá pasando.

-Entre las medidas planteadas por el Estado está el traslado de los reos a otros centros penitenciarios del país. Algunos expertos han criticado la medida como “un traslado del problema a otros lugares” ¿Qué opina al respecto?

Trasladar a los reos no creo que solucione el problema. Desde 2004 hay una disposición presidencial para reabrir el penal de El Junquito que está en Catia. Está cerrado desde hace 20 años y allí estuvieron recluidos Carlos Andrés Pérez, William Ojeda, servía para los presos de Vargas donde no hay penal. Aunque no hay penales buenos, ése era el menos malo del país pero está abandonado, lleno de ratas y culebras, hasta donde sé. Yo hablé con el ministro de Justicia en 2004 y con el presidente para hacer un penal modelo, pero esas gestiones ahí se quedaron en palabras.

-Altos funcionarios del gobierno como Diosdado Cabello han declarado que el retén de La Planta dejará de funcionar, ¿Es una medida idónea ante la crisis del sistema carcelario?

Lo que pasó en La Planta, mañana puede pasar en cualquier parte del país porque no hay clasificación, agrupación, estudios, trabajo, prontitud procesal, distracciones, actividades culturales y atención médica; entonces en esos lugares puede pasar cualquier cosa. Estudié posgrados en París y Roma que son modelos penitenciarios y las cárceles nórdicas donde se han desarrollado una serie de fundamentos científicos que recomiendan que las cárceles deben construirse fuera de las zonas pobladas. Sin embargo en París, la cárcel más importante es la Santé y está en pleno centro parisino, en Roma la cárcel de Rebibbia también está en esa ciudad y no presenta unas condiciones tan terribles como las de La Planta.

El fracaso de las prisiones

- En otras declaraciones ha señalado la ausencia de métodos científicos en los centros de reclusión  ¿Existen otras omisiones graves en los procesos del sistema penitenciario?

Aquí no se cumple la “cartilla penitenciaría” para determinar si es primario, es decir si es su primer delito, o si es reincidente. Hay un abismo entre el primario y el reincidente, hay que clasificarlos de acuerdo al delito cometido y tomando en cuenta sus características psicológicas e intelectuales. Primero que todo clasificación y agrupación. Segundo debe ocupársele en trabajar y estudiar, tampoco se hace, se les deben ofrecer condiciones de vida dignas lo que significa alimentación suficiente, asistencia médica adecuada, entretenimiento sano como los deportes y actividades culturales como música o literatura que tampoco se cumple.

-Mucho se ha escrito sobre los nuevos sistemas carcelarios del mundo, donde se propugnan otros métodos de reclusión y rehabilitación, a su juicio, ¿Cuáles serían aplicables al caso venezolano?

Las “Disposiciones Penitenciarias Universales” han determinado que la cárcel como tal ha fracasado. Frente a esta conclusión hay tres posiciones; la primera es reformista que dice que toda cárcel es reformable, la segunda es reduccionista y propugna que a la cárcel van únicamente determinados sujetos que cometieron delitos graves, sólo esos sujetos que atentan contra la sociedad y la vida de otros ciudadanos. Y está la posición abolicionista que plantea que la cárcel no debe ser para nadie, salvo casos muy muy excepcionales. Por eso se creó el concepto de “la cárcel abierta” que existe desde mediados del siglo pasado en países como Estados Unidos y en Venezuela también, que es donde se hacen labores comunitarias. En esas cárceles no hay paredes, muros ni ventanas que escalar, se establecen otros dispositivos para evitar la evasión, en todos los años que tienen en Venezuela nunca ha habido una fuga masiva. Se trata de disciplina y control.

-¿Cuáles son las corrientes de pensamiento imperantes en el penitenciarismo contemporáneo?

Hoy en día se habla de dos corrientes en el mundo penitenciario: el centrifugismo y el centripetismo. Esta última se basa en el sistema que conocemos, con reos recluidos en instituciones para que cumplan la pena establecida por los tribunales. El centrifugismo establece que el reo cumple su condena en cualquier lugar, menos en la cárcel. Plantea el aislamiento, destierro y trabajos supervisados por delegados de prueba, en fin, intenta evitar todo encerramiento. La posición centripetista aboga por el encierro y nuestras leyes favorecen esta corriente que no es reduccionista sino simplemente reformista.

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