Una ola de movimientos desafía a las
fuerzas tradicionales
Por Guillermo
Idiart, 13/05/2012
El hartazgo
tuvo raíces comunes, pero se canalizó en las formas más disímiles. Mientras en
Italia el famoso cómico Beppe Grillo se convirtió en una figura política
trascendente con sus diatribas contra el sistema, en Alemania un insólito grupo
pirata con estilo informal de hippies tecnológicos captó la simpatía del
electorado. En la castigada Grecia , la furia contra la vieja política
ensalzó a los extremismos de izquierda y de derecha, y en España, cuna de los "indignados" , el
movimiento se expandió silenciosamente y ayer volvió a tomar las calles del
país.
"Cada caso es distinto. Pero el terreno común es el descontento con los partidos tradicionales. Los electores buscan otras formas políticas y esperan que haya una alternativa al sistema actual", señaló a LA NACION el politólogo alemán Werner Patzelt, fundador del Instituto de Ciencia y Política de la Universidad Técnica de Dresde.
En Alemania, el movimiento pirata -que nació en 2006 como espejo de un grupo sueco- empezó como una organización de activistas digitales que pretendían lograr el libre intercambio de información en Internet. Y, pese a su inexperiencia y falta de propuestas para resolver los problemas centrales de Europa, su discurso centrado en una democracia más directa, transparencia institucional y legalización de las drogas caló -sorpresivamente- en el electorado. Tanto que hasta la canciller Angela Merkel tuvo que reconocer que no se puede ignorar su auge. "Se trata de un partido exitoso. Como es natural, me los tomo en serio", dijo.
A estas alturas, los piratas no seducen sólo como partido de protesta, sino como formación participativa. En los últimos dos años, saltó de 1000 a 28.000 su número de afiliados, y las encuestas los colocan codo a codo con los Verdes en el papel de la tercera fuerza del país.
Aunque su futuro es aún incierto, hoy el Partido Pirata buscará dar otro impulso a su meteórico ascenso en las elecciones de Renania del Norte-Westfalia, la región más poblada del país, en las que obtendría más del 8% de los sufragios.
"El movimiento no puede sobrevivir a largo plazo sólo con los votos de protesta -consideró Carsten Koschmieder, investigador de partidos políticos de la Universidad Libre de Berlín-. Pero si logran mantener estos electores, tomar posiciones más claras y ganar credibilidad, entonces sí podrían establecerse como fuerza."
Según el investigador francés Christophe Aguiton, uno de los fundadores de la red antiglobalización Attac, las corrientes "antisistema" que proliferan en Europa tendrán que administrar su relación con otros grupos -como ONG, partidos y sindicatos- para poder trascender. "Es allí donde las cosas dejan de ser idílicas. Cuando un movimiento se inscribe en el futuro, no puede contentarse con vivir mirándose a sí mismo", dijo a LA NACION.
"El punto de vista que defienden es mucho más moral que político, lo que provoca más fácilmente la unanimidad -añadió-. Nadie puede oponerse a un mayor control de los bancos. Pero detrás de esas críticas aparentemente con consenso, hay un discurso antisistema muy radical."
En Italia, cuando en 2007 Beppe Grillo promovió una protesta nacional en contra de los políticos y la corrupción bautizada "V-day" (por v affanculo, clásico insulto italiano traducible como "Andate a la m...") no imaginó que su Movimiento Cinco Estrellas (M5E) generaría un auténtico terremoto político, erigiéndose en la tercera fuerza del país.
¿Cuál fue su fórmula? El M5E, que se niega a toda costa a llamarse partido, suele decir que no es "ni de centro, ni de izquierda, ni de derecha", llama a la "renovación" y a la "limpieza" de la política italiana, cuestiona el euro y propone candidatos jóvenes, los llamados "grillini".
Entusiasmado por el boom del M5E, Grillo dijo que se prepara para conquistar el Parlamento en las elecciones legislativas nacionales de 2013. Aunque los analistas son más cautos. Más allá del clima de "que se vayan todos" que reina en Italia, uno de los países más golpeados por la crisis, destacan que es normal que en una elección "marginal", como las municipales, cosechen más votos las listas de protesta.
"Pero esto no significa que Grillo no pueda no replicar su éxito, o hasta amplificarlo, en los próximos comicios", sostuvo Luca Ricolfi, editorialista del diario La Stampa. "Si realmente quiere arrasar, tiene que crecer mucho, o verse ayudado por los comportamientos suicidas de los grandes partidos que, vista su sordera ante los reclamos de autorreforma de la política, parecen más que dispuestos a soplar viento en las velas del M5E."
Para muchos, el éxito del M5E bien podría ser el modelo por seguir de los "indignados" en España, que, a casi un año de su nacimiento, aún luchan para que el Movimiento 15-M no muera, precisamente, por las mismas razones que lo inspiraron: el hastío ante la ausencia de respuestas políticas a sus reivindicaciones.
El grupo recuperó ayer los flashes que había acaparado con marchas en toda España (ver Pág. 5). Sus integrantes más activos nunca dejaron de organizar asambleas y de bosquejar soluciones a una crisis que tiene a España en jaque.
"El 15-M está frente a una disyuntiva: o se organiza para lograr una presencia sistemática, o no durará mucho tiempo más", advirtió, sin embargo, Félix Ortega, catedrático de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid. "Lo que comparten estos nuevos movimientos de protesta social es la necesidad de pasar de la utopía a un modo de manifestar sus pensamientos que se mantenga en el tiempo", añadió.
El año pasado, los "indignados" inspiraron al movimiento Ocupa Wall Street, que captó la atención internacional con su campamento en el parque Zuccotti, de Nueva York. Un grupo heterogéneo de por sí, que cosechó simpatías amplias y diversas de personas frustradas por las heridas que abrió la crisis desatada en 2008.
Aquella furia popular contra el sistema financiero y las recetas del gobierno de Barack Obama para contener la debacle explotaron por derecha y por izquierda. La primera irrupción fue en 2009, cuando surgió el ultraconservador Tea Party, que se insertó en el sistema político a través del Partido Republicano. Luego, con objetivos y métodos antagónicos, nació Ocupa Wall Street, con tintes más revolucionarios.
"Por ser un movimiento antisistema que en ningún momento articuló sus objetivos nunca tuvo manifiestos claros. En cambio, el Tea Party sí, y decidió respetar las reglas del juego del sistema", explicó Juan Carlos Hidalgo, analista del Instituto Cato.
En Grecia, el rechazo popular a la política de ajustes sin fin impuesta desde Bruselas y Berlín se canalizó en las urnas en un fuerte crecimiento del partido de extrema izquierda Syriza y del más ultraderechista de Europa, el neonazi Amanecer Dorado, que pide la expulsión de los inmigrantes y minar las fronteras.
"Toda la retórica de la clase política griega ha sido rechazada. El auge de los extremistas tiene que ver con la crisis de los modelos de estado socialdemócrata y liberal", explicó Patzelt. Así, los partidos tradicionales quedaron debilitados, y el mapa político, fragmentado, con un vacío de poder que se profundiza por la división entre defensores y detractores de la austeridad pactada con la Unión Europea.
Ahora, el desafío es doble: para los movimientos que captaron el "voto protesta", mantenerse en el tiempo para ganar espacios de poder, y para los partidos tradicionales, reinventarse ante las crecientes señales de agotamiento con su oferta política.
Fuente:
http://www.lanacion.com.ar/1472785-hartos-de-la-politica
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