Por Rafael Díaz
Casanova, 18/05/2012
Dice la Constitución de la República de Venezuela que se hizo aprobar el
régimen que nos destruye durante el año 1999, que nuestro país tiene todas las
características de una nación democrática y para ello, una de las más
importantes es la de la igualdad de y para todos los ciudadanos. La realidad es
bien distinta.
Durante los largos trece años que han transcurrido desde comienzos de
1999 son infinitas las divisiones que se han establecido para que sintamos que
no tenemos un gobierno equitativo.
Hoy día, la mitad del electorado está enfrentado y recibe el desprecio,
el antagonismo y el odio de sus supuestos gobernantes.
Toda persona que dedique su tiempo a construir país mediante trabajo
productivo asociado con empresas que creen bienes y servicios para el bien
general, son perseguidos del Gobierno.
Así, se robaron, expropiaron, expoliaron y condujeron a la miseria a un
número importante de explotaciones agropecuarias que producían los alimentos necesarios
para la población. Como contrapartida se realizaron y realizan importaciones
masivas de alimentos desde naciones distintas a la nuestra, con las consabidas
ventajas para sus productores, empresarios y trabajadores, que venden a precios
convenientes incrementos que le son altamente rentables. Paralelamente, como el
Estado es incompetente para manejar empresas, hemos visto como se pudrieron y
se siguen perdiendo cantidades muy importantes de dichas importaciones.
Personeros del régimen comenzaron por comprar y el Estado pronto
expropió, confiscó o robó empresas productivas que procesaban materias primas
importadas o producidas en la nación y hoy vemos que han desaparecido un número
muy importante de centros de producción y puestos de trabajo.
El problema es infinito, debemos centrarnos en tres temas: vivienda,
educación y salud.
Durante los recientes dos años, el régimen decidió, después de un
fracaso total en la construcción de viviendas, rubricar la tragedia
criminalizando la construcción de viviendas de promotores privados. Para ello
expolió y robó desarrollos que se estaban construyendo dentro de condiciones
absolutamente normales y basó sus acciones en situaciones puntuales,
denunciadas con segundas intenciones y sin tener soluciones a los problemas y a
su futuro.
La educación privada también ha sido atrapada en unas pinzas terribles.
Se limita los incrementos del costo de las matrículas a niveles que apenas
cubren la mitad de la inflación de la que el régimen es culpable y se decretan
aumentos de salarios y de otros costos que cada día colocan en peores
situaciones a los institutos de educación, privados.
La salud es atacada y vulnerada también por varios frentes: los
hospitales están en las peores condiciones de la historia venezolana, se ha pauperizado
la profesión importando pseudo médicos desde Cuba y graduando
inconvenientemente a estudiantes que no han cumplido con los requisitos mínimos
para curar a nadie. Ellos no son culpables. Los responsables son quienes
equipararon una instrucción deficiente con los infinitos estudios que han
realizado los médicos verdaderos.
Otra vertiente muy importante es la dificultad de disponer de
medicamentos adecuados en forma oportuna. Cada día, el control de cambios y los
controles de precios y de las industrias hacen menos viables las operaciones de
laboratorios farmacéuticos, situación que también afecta a los laboratorios que
sirven a los médicos y a la reposición de equipos y dotaciones de los
hospitales.
Cambiar estas situaciones es urgente y el 7 de octubre tendremos la
única oportunidad de que disponemos los ciudadanos que creemos en la democracia
y en una Venezuela mejor.
@rafael862
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