Palabras de Ramón
Guillermo Aveledo
Hoy hablamos a todos los venezolanos. A los
que están aquí, y a los que no pudieron venir. A los que nos ven por televisión,
y a quienes nos escuchan por radio en su casa o en su trabajo, en su negocio o
en su puesto de comercio informal, en el tráfico o en su unidad militar.
También a los que deben bajar el volumen o usar audífonos para que no los
descubran. A los venezolanos dentro y fuera de Venezuela. A los que votaron por
nosotros el 7 de octubre y el 16 de diciembre, con nuestro agradecimiento. Y a
los que no lo hicieron, con nuestro respeto.
Porque Venezuela es de todos y
necesita de todos. Porque todos hacemos falta. Porque el país vive hoy una hora
de incertidumbre y necesita voces serenas y firmes, quiere caminos claros,
merece saber qué pasa. Merece que quienes tenemos la obligación de ofrecerle
liderazgo, en el gobierno o en fuera de él, mostremos que tenemos lo que hace
falta para hacer lo que hay que hacer.
No podemos ser indiferentes a los
dolores, las angustias del pueblo venezolano. Tampoco a sus esperanzas pequeñas
y grandes. Y no basta sentirlas cercanas, hay que sentirlas adentro.
En esta hora en la que unos muestran
su pequeñez y otros pierden la paciencia, recordamos que el pueblo venezolano
no es así. Sabemos de la grandeza, la generosidad, el sentido común que brotan
con fuerza cuando las dificultades nos ponen a prueba. Por eso insistimos en
que las dos claves para que Venezuela salga con bien de cualquier dificultad,
son la verdad y la Constitución.
Hoy celebramos un aniversario del 23
de Enero de 1958. Entonces algunos éramos niños, los viejos de ahora eran
jóvenes, y la mayoría de los venezolanos de hoy ni siquiera había nacido. El 23
de enero de 1958 ocurrió hace muchos años. Así que no son pocos los que se
preguntan, con toda razón, ¿Por qué celebrar este día?
El 23 de Enero celebramos la Unidad
Nacional.
La Unidad hizo posible el fin de la
dictadura y la recuperación de la libertad. Y el espíritu venezolano de
convivencia y encuentro por encima de diferencias que permitió la fundación de
la democracia en el país, se llamó precisamente “Espíritu del 23 de Enero”
En la lucha sacrificada de los
venezolanos de entonces, el núcleo de la Unidad Nacional fue la Junta
Patriótica, compromiso de partidos que habían estado enfrentados, pero cuya
iniciativa valiente tuvo eco y se multiplicó en los trabajadores, los empresarios,
los profesores, los estudiantes, los religiosos, los militares. El Manifiesto
No. 1 de la Junta Patriótica al pueblo venezolano en 1957, expresa:
“LA JUNTA PATRIOTICA hace un llamado a
todos nuestros compatriotas dentro o fuera del gobierno, para actuar
conjuntamente, sin odios ni venganzas, por la paz y la prosperidad del país. Ha
llegado un momento decisivo para la patria y está en nuestras manos defender el
derecho a escoger libremente nuestros gobernantes y asegurar así la
alternabilidad del poder. En la calle, en las fábricas, oficinas, en el campo,
en los planteles educacionales, en los cuarteles, donde quiera, debemos
combatir por el respeto a nuestros sagrados derechos y nuestra soberana
voluntad. Este momento no debe desaprovecharse en posiciones sectarias e
intransigentes ni debe desperdiciarse en discusiones reñidas por la realidad.
El objetivo de la acción es lograr que Venezuela marche hacia una verdadera
constitucionalidad donde todos podamos vivir y trabajar libremente sin temores
ni zozobra.”
Ese es el espíritu del 23 de enero!
Esa es la voz profunda de la historia que queremos traer al presente, porque
está viva. No hay poder capaz de expropiarnos la verdad de nuestra historia y
no habrá poder capaz de expropiarnos el futuro que vamos a construir entre
todos. Sin violencia, sin injusticia, sin persecuciones, sin rencores.
Tenemos una responsabilidad, y la
cumpliremos. En la palabra y en la acción. Luchamos y lucharemos para
restablecer la vigencia plena de la Constitución y hacer realidad un modelo de
democracia distinto que nos garantice el desarrollo en paz, con justicia social
y con libertad. Un desarrollo que lleve la esperanza hasta el hogar más pobre
de Venezuela. La esperanza de una vida mejor, de un progreso que libere en vez
de atar, que no cobre peaje partidista, que no exija disfrazarse ni imponga
disimulos.
La Venezuela próspera y libre donde
todos podamos vivir y progresar en paz tiene que ser, y será, una Venezuela
libre del miedo. Sin miedo a la violencia y a la delincuencia. Sin miedo al
desempleo. Sin miedo a la escasez y los precios altos. Sin miedo a la
enfermedad. Sin miedo a que sepan por quién votaste. Sin miedo a que te quiten
lo tuyo.
Quienes están hoy en el poder, esos
que responden con insultos cuando se les exige que digan la verdad y con
arbitrariedad cuando se les pide que respeten la Constitución, confunden al
Estado con el Partido y actúan como si los venezolanos estuviéramos pintados en
la pared. Su proyecto es un régimen político de vocación totalitaria que está
destruyendo las instituciones para sustituir la democracia, que sustenta su
llamada revolución financiándose con los ingresos petroleros y el ventajismo
estructural en la competencia electoral.
Son las acciones y omisiones del grupo
en el poder las que amenazan la estabilidad. Es la falta de instituciones
independientes e idóneas la que deja al ciudadano indefenso. Justicia
parcializada e injusta, delincuencia y corrupción desatadas e impunes, mientras
crece una profunda crisis económica y social que se disimula y no se atiende.
Entre tanto, centran su atención en negociar sus contradicciones internas por
el reparto de cuotas de poder.
La Mesa de Unidad Democrática es una
alianza política que entiende que sirve al país que sabe mucho más grande y
plural que ella misma. Un país que debe encontrarse en una Unidad Nacional que
en lugar de negar y prohibir la diferencias, fomente el diálogo, el encuentro
creador, el respeto para todos, en un espíritu de patriotismo superior y nos
ponga a todos a trabajar juntos, con una amplitud que no comprometa la
indispensable coherencia, por ese futuro que nuestros hijos merecen. Ese es
nuestro desafío. Lo entendemos. Lo asumimos. Estamos al servicio de esa unidad
más grande, genuinamente nacional.
La Unidad Nacional es de toda la
sociedad democrática. Incluyendo a demócratas que han creído en el proceso y se
dan cuenta que se agota, junto a quienes son críticos, se sienten opositores o,
simplemente, quieren un cambio. Todos somos venezolanos.
El modelo democrático que propiciamos
lo basamos en un gran acuerdo social para la convivencia y el bienestar de
todos los venezolanos, sin divisiones, sin exclusiones, sin discriminaciones,
que tiene como objetivo central acabar con la pobreza, ofrecer a todos las oportunidades
para la prosperidad y el ascenso social. Para lograrlo es necesario un Gobierno
de Unidad Nacional que respete a todos, que convoque a todos, que planifique
con todos, que trabaje con todos y para.
Quienes sólo piensan en su hegemonía,
no comprenden la dimensión ni la urgencia de la actual situación nacional.
En lo económico nadie se explica, en
Venezuela ni en el mundo, que en medio de la mayor bonanza, superior a la de
cualquier país latinoamericano, con un ingreso petrolero de 250 millones
de dólares diarios, lo que hace un ingreso anual de 91.250 millones de
dólares al año, para un total de 1 billón 277 millones de dólares en 14
años, estemos como estamos.
Más endeudados. Mientras la deuda
total en 1999 era de 31.484 millones de dólares, al final del 2012 es de
216.053 millones de dólares. Siete veces más. La deuda externa pasó de 23.443
millones de dólares en 1999 a 114.878 millones en 2012. Y la interna
de 4.041 millones de dólares en 1999 a 61.166 millones de dólares
en el 2012.
Más arruinados. Tenemos la
infraestructura destrozada; las calles, avenidas, carreteras y autopistas
deterioradas; apagones en todo el país; hospitales, instalaciones educativas y
edificaciones públicas con graves deficiencias.
Más pobres. Según el Banco Central de
Venezuela la inflación del año pasado, que se refleja directamente en el alto
costo de la vida fue del 20%, y en alimentos fue del 25%, la más alta en
Latinoamérica y la quinta en el mundo. La escasez de alimentos hace que todos
los días las madres de familia tengan que hacer un enorme esfuerzo personal y
un gasto cada vez mayor para conseguir pollo, azúcar, aceite vegetal ó leche,
para referir algunos ejemplos, además de someterse a un racionamiento que no se
merece la familia venezolana.
Más dependientes del extranjero. El
gobierno que ofreció el desarrollo endógeno nos hace depender de las
importaciones por las políticas ejecutadas en contra de la producción nacional.
Las importaciones han pasado de 13.000 millones de dólares en 2003 a 50.000 millones
de dólares en la actualidad.
Más indefensos ante la violencia. La
cifra de 21.600 homicidios durante el año 2012 nos da una idea de la
tragedia que estamos viviendo, después de 20 planes de seguridad. Las personas
honestas se han construido sus propias rejas para protegerse, mientras los
pranes dirigen las cárceles desde donde planifican miles de delitos en la
calle. La impunidad generalizada despoja al ciudadano del primer derecho humano
que debe garantizar un gobierno responsable. En Venezuela hoy la vida no vale
nada.
Más vulnerables desde el punto de
vista laboral. Por el acoso, las expropiaciones, las amenazas y el
favorecimiento de las importaciones frente a la producción nacional, no crece
el empleo privado. Casi todos los puestos de trabajo nuevos y mal pagados los
genera el Estado. Se desconocen los derechos de los trabajadores, no se discute
la contratación colectiva y el 50% de la fuerza de trabajo se rebusca en la
economía informal.
En lo político, la ausencia del
Presidente Chávez por razones de salud ha venido a agravar la situación. Sin
liderazgo propio, sus sucesores, los mismos que el pueblo ha señalado como
culpables de los problemas, compiten en torpeza y prepotencia, como si con
desplantes pudieran encontrar solución a los delicados problemas
institucionales. Acomodan la Constitución a su interés y niegan expresamente el
diálogo nacional que sería lógico porque es necesario. Abusan del control
político de los poderes públicos, convierten la Asamblea Nacional en una barra,
pervierten la justicia, anulan los controles. Lo más reciente es que llevan la
violencia al parlamento y la celebran con arrogante irresponsabilidad. Ignoran
que episodios como ese tienen antecedentes de trágicas consecuencias en nuestra
historia, mañana se cumplen 165 años del asalto monaguero, y en la historia de
la humanidad. Actúan con la cobarde alevosía de quienes se saben apoyados. La
violencia es el pariente más cercano del miedo. Solidarios con nuestro
compañero, que entre nosotros es un líder querido y respetado, les decimos: No
se equivoquen. No nos intimidarán. No nos sacarán de nuestra línea tenazmente
cívica. Aquí no se rinde nadie.
Con la ficción de dar continuidad al
gobierno sin que el titular que fue electo se juramente y asuma el cargo en el nuevo
período constitucional, en vez de admitir la obvia ausencia temporal del
Presidente, se insiste en la mentira de que está “en pleno ejercicio de sus
funciones”, y se recurre a una sentencia que es una burla a la verdad y a la
Constitución, para dar legalidad a la usurpación y poner el poder, sin
responsabilidad porque ni siquiera están encargados, en manos de funcionarios
no electos.
Desde el punto de vista jurídico
formal la sentencia es vinculante. Pero ello no nos puede impedir y no nos
impide decir la verdad. Esa sentencia es una monstruosidad y una vergüenza, un
engendro de la parcialización política, que nos desprestigia como país y acusa
para siempre a quienes deberían representar el valor de la justicia. Esa
manipulación hipócrita de la Constitución, mucho más que frivolidad jurídica,
es un daño objetivo a la vida real de los venezolanos. La ilegalidad trae
desconfianza, desinversión, desempleo, escasez y precios altos.
La ironía de que toda esta actuación
que lleva incertidumbre y temor a los venezolanos, sea presentada como la
interpretación del pensamiento del Libertador para confundir a los venezolanos,
educados en la admiración y respeto por su memoria, nos hace recordar lo que el
propio Bolívar escribió a Antonio Leocadio Guzmán en 1829: “con mi nombre se
quiere hacer (…) el bien y el mal, y muchos lo invocan como el texto de sus
disparates”.
Nunca Bolívar hubiese apoyado acción
alguna que significara la entrega de la soberanía venezolana, ni la vergonzosa
sumisión al régimen cubano. Nunca Bolívar, quien ponía en lo más alto “el bien
inestimable de la unión”, hubiese apoyado a una supuesta revolución que en vez
de unir divide a los venezolanos.
La Mesa de Unidad Democrática, actúa y
permanentemente evalúa su actuación con responsabilidad y ánimo autocrítico,
porque nunca estamos conformes y siempre nos exigimos hacer más y hacerlo
mejor, ante el inmenso reto que tenemos por delante, nos proponemos crear
mecanismos que amplíen la participación de la sociedad democrática en la
conducción y ejecución de nuestros planes de acción. Vamos a organizar equipos
de trabajo y comisiones sectoriales que le den amplia participación a todos los
sectores, partidistas y no partidistas que tengan la voluntad de ayudarnos.
Estaremos allí, con nuestros diputados, con nuestra palabra y nuestra capacidad
de organización, para acompañar a los sectores sociales en sus demandas, porque
defender los derechos de los venezolanos es nuestro deber.
Apoyamos a nuestros gobernadores en el
cumplimiento de su compromiso con todos los sectores de sus regiones. Ellos son
el anuncio de cómo será un gobierno que se sienta responsable ante todos los
venezolanos.
Apoyamos a nuestros alcaldes, y
presentamos una plataforma de candidatos de la Unidad a alcaldías y concejos
municipales, postulados de acuerdo a nuestras reglas consensuadas.
Fortaleceremos el papel de las Mesas
en los Estados y Municipios, así como a la promoción de núcleos de la MUD en
todo el territorio nacional y a todos los niveles, que podrán constituirse por
iniciativa de todos los ciudadanos que nos quieran acompañar, con el objeto de
darle mayor coherencia y efectividad a nuestra actuación.
Como plataforma para desarrollar el
modelo democrático que proponemos, trabajamos en un programa político, con base
en la experiencia de las 100 Soluciones para la Gente, el Compromiso para un
Gobierno de Unidad 8
Nacional, los Lineamientos del
Programa de Gobierno y las propuestas de la campaña presidencial.
A todos los venezolanos
Hoy, 23 de enero del año 2013,
inspirados en las jornadas históricas que con la conducción política de la
Junta Patriótica y la fuerza del pueblo venezolano unido hace 55 años vencieron
la dictadura; hacemos un llamado, desde la Mesa de la Unidad Democrática, a
todos los venezolanos sin diferencias de posición política o sector social,
dentro o fuera del país, para que juntos fortalezcamos nuestro compromiso de
Unidad Nacional en la acción por la paz y por el respeto a la democracia en
nuestra patria soberana.
Está en las manos de todos los
venezolanos defender nuestros derechos, en este momento amenazados tanto por el
uso arbitrario y abusivo que los dirigentes del partido de gobierno hacen de
las instituciones del Estado, como por gobernantes extranjeros que interfieren
en nuestros asuntos internos poniendo en peligro nuestra soberanía y nuestra
paz nacional, ambas fundamentadas en el respeto a nuestra Constitución.
Por ello asumimos el camino de la defensa
y la lucha por una Venezuela verdaderamente democrática y libre, proponiéndole
al pueblo venezolano unirnos en procura de los siguientes doce objetivos
nacionales
1. Respeto a la Constitución.
2. Gobierno de Unidad Nacional, que
tenga la calidad de vida de los ciudadanos y la lucha contra la pobreza como
sus principales preocupaciones.
3. Defensa de los derechos de los
venezolanos. Primero que todo el derecho a la vida. También el Derecho al
trabajo, a servicios de salud y educación de calidad y gratuitos. La mejor
revolución en esta época de la humanidad y en Venezuela es la revolución del
conocimiento. Derecho a la vivienda, a la justicia oportuna que respete el
Estado de Derecho, y a la libertad de expresión. Esta debe ser la principal
línea de acción en la organización popular expresada de diversas formas, todas
enmarcadas en la Constitución.
4. Derecho a la libertad y a vivir en
la patria, resolver el drama de los presos políticos y exilados.
5. Defensa de la Descentralización y a
nuestra condición de Estado Federal Descentralizado.
6. Defensa de la soberanía. La
venezolanidad rechaza la injerencia del gobierno de cualquier país en nuestros
asuntos internos. En este momento, destaca por lo inaceptable la del gobierno
cubano.
7. Combate a la violencia, la
impunidad, la corrupción y el narcotráfico.
8. Restablecimiento del respeto y la
confianza entre civiles y militares. Nuestra Fuerza Armada Nacional cumplirá
con la altísima misión que le asigna el Artículo 328 de la Constitución vigente
para servir a la nación y a su desarrollo, y en ningún caso a persona o
parcialidad política alguna.
9. Diálogo Nacional permanente entre
todos los sectores de la vida nacional.
10. Defensa de la idea sagrada de que
nuestro petróleo debe ser siempre usado para el beneficio de los venezolanos,
con énfasis en los más pobres, y no en regalos a otros países mientras aquí se
necesitan los recursos que genera. Buena es la solidaridad, pero primero está
la necesidad.
11. Apoyo a la producción nacional
como la mejor manera de reducir las importaciones, generar empleos nuevos y
bien remunerados, y acabar con la escasez. Respeto y garantía al derecho a la
propiedad.
12. Lucha contra el obsceno ventajismo
y por condiciones electorales equitativas, en la ruta democrática que
transitamos por convicción. Para escoger libremente y en condiciones de
igualdad a nuestros gobernantes enfrentamos, denunciamos y derrotaremos los
abusos que empañan los procesos electorales.
13. Juramento ante toda Venezuela: si
se precipitara un nuevo proceso electoral presidencial, garantizamos que por la
vía del consenso presentaremos un candidato unitario para encabezar un Gobierno
de Unidad Nacional.
Al comprometernos, proclamamos a viva
voz que nos encontrarán trabajando en la calle, en el campo, en las fábricas y
comercios con todos los venezolanos que formamos un solo pueblo. En los liceos
y universidades con nuestros jóvenes estudiantes que luchan cívicamente por los
derechos de todos. y en cualquier ámbito de la vida nacional, siempre
profundizando la organización política, promoviendo y respetando la
organización social, y fomentando la lucha pacífica por los derechos del pueblo
venezolano.
No ignoramos las dificultades. No es
esta una competencia democrática en igualdad de condiciones. Pero nos impulsa
la convicción moral de una lucha justa y necesaria a favor del interés
nacional, del pueblo venezolano y de la libertad. La verdad es nuestra bandera.
Cuando están en peligro los valores de
la venezolanidad, de la honestidad y el trabajo, cuando se destruyen las
instituciones y se amenaza la República y su soberanía, cuando se hipoteca y se
llena de incertidumbre el futuro de nuestros hijos, es una obligación moral
luchar sin descanso con serena firmeza democrática. Este no es el momento de
las diferencias siempre pequeñas si se las compara con la Venezuela que
queremos.
La Mesa de Unidad Democrática convoca
a todo el pueblo venezolano, a recordar el 23 de Enero de 1958, soñando con una
Venezuela nueva, luchando unidos por hacerla realidad,
¡Viva la Unidad Nacional!
¡Viva la Soberanía Nacional!
¡Viva el pueblo venezolano!
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