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jueves, 24 de enero de 2013

ACTO DE CONMEMORACIÓN 55 ANIVERSARIO DEL 23 DE ENERO DE 1958



 Palabras de Ramón Guillermo Aveledo

 Hoy hablamos a todos los venezolanos. A los que están aquí, y a los que no pudieron venir. A los que nos ven por televisión, y a quienes nos escuchan por radio en su casa o en su trabajo, en su negocio o en su puesto de comercio informal, en el tráfico o en su unidad militar. También a los que deben bajar el volumen o usar audífonos para que no los descubran. A los venezolanos dentro y fuera de Venezuela. A los que votaron por nosotros el 7 de octubre y el 16 de diciembre, con nuestro agradecimiento. Y a los que no lo hicieron, con nuestro respeto.

Porque Venezuela es de todos y necesita de todos. Porque todos hacemos falta. Porque el país vive hoy una hora de incertidumbre y necesita voces serenas y firmes, quiere caminos claros, merece saber qué pasa. Merece que quienes tenemos la obligación de ofrecerle liderazgo, en el gobierno o en fuera de él, mostremos que tenemos lo que hace falta para hacer lo que hay que hacer.

No podemos ser indiferentes a los dolores, las angustias del pueblo venezolano. Tampoco a sus esperanzas pequeñas y grandes. Y no basta sentirlas cercanas, hay que sentirlas adentro.

En esta hora en la que unos muestran su pequeñez y otros pierden la paciencia, recordamos que el pueblo venezolano no es así. Sabemos de la grandeza, la generosidad, el sentido común que brotan con fuerza cuando las dificultades nos ponen a prueba. Por eso insistimos en que las dos claves para que Venezuela salga con bien de cualquier dificultad, son la verdad y la Constitución.

Hoy celebramos un aniversario del 23 de Enero de 1958. Entonces algunos éramos niños, los viejos de ahora eran jóvenes, y la mayoría de los venezolanos de hoy ni siquiera había nacido. El 23 de enero de 1958 ocurrió hace muchos años. Así que no son pocos los que se preguntan, con toda razón, ¿Por qué celebrar este día?
El 23 de Enero celebramos la Unidad Nacional.

La Unidad hizo posible el fin de la dictadura y la recuperación de la libertad. Y el espíritu venezolano de convivencia y encuentro por encima de diferencias que permitió la fundación de la democracia en el país, se llamó precisamente “Espíritu del 23 de Enero”

En la lucha sacrificada de los venezolanos de entonces, el núcleo de la Unidad Nacional fue la Junta Patriótica, compromiso de partidos que habían estado enfrentados, pero cuya iniciativa valiente tuvo eco y se multiplicó en los trabajadores, los empresarios, los profesores, los estudiantes, los religiosos, los militares. El Manifiesto No. 1 de la Junta Patriótica al pueblo venezolano en 1957, expresa:

“LA JUNTA PATRIOTICA hace un llamado a todos nuestros compatriotas dentro o fuera del gobierno, para actuar conjuntamente, sin odios ni venganzas, por la paz y la prosperidad del país. Ha llegado un momento decisivo para la patria y está en nuestras manos defender el derecho a escoger libremente nuestros gobernantes y asegurar así la alternabilidad del poder. En la calle, en las fábricas, oficinas, en el campo, en los planteles educacionales, en los cuarteles, donde quiera, debemos combatir por el respeto a nuestros sagrados derechos y nuestra soberana voluntad. Este momento no debe desaprovecharse en posiciones sectarias e intransigentes ni debe desperdiciarse en discusiones reñidas por la realidad. El objetivo de la acción es lograr que Venezuela marche hacia una verdadera constitucionalidad donde todos podamos vivir y trabajar libremente sin temores ni zozobra.”

Ese es el espíritu del 23 de enero! Esa es la voz profunda de la historia que queremos traer al presente, porque está viva. No hay poder capaz de expropiarnos la verdad de nuestra historia y no habrá poder capaz de expropiarnos el futuro que vamos a construir entre todos. Sin violencia, sin injusticia, sin persecuciones, sin rencores.

Tenemos una responsabilidad, y la cumpliremos. En la palabra y en la acción. Luchamos y lucharemos para restablecer la vigencia plena de la Constitución y hacer realidad un modelo de democracia distinto que nos garantice el desarrollo en paz, con justicia social y con libertad. Un desarrollo que lleve la esperanza hasta el hogar más pobre de Venezuela. La esperanza de una vida mejor, de un progreso que libere en vez de atar, que no cobre peaje partidista, que no exija disfrazarse ni imponga disimulos.

La Venezuela próspera y libre donde todos podamos vivir y progresar en paz tiene que ser, y será, una Venezuela libre del miedo. Sin miedo a la violencia y a la delincuencia. Sin miedo al desempleo. Sin miedo a la escasez y los precios altos. Sin miedo a la enfermedad. Sin miedo a que sepan por quién votaste. Sin miedo a que te quiten lo tuyo.

Quienes están hoy en el poder, esos que responden con insultos cuando se les exige que digan la verdad y con arbitrariedad cuando se les pide que respeten la Constitución, confunden al Estado con el Partido y actúan como si los venezolanos estuviéramos pintados en la pared. Su proyecto es un régimen político de vocación totalitaria que está destruyendo las instituciones para sustituir la democracia, que sustenta su llamada revolución financiándose con los ingresos petroleros y el ventajismo estructural en la competencia electoral.

Son las acciones y omisiones del grupo en el poder las que amenazan la estabilidad. Es la falta de instituciones independientes e idóneas la que deja al ciudadano indefenso. Justicia parcializada e injusta, delincuencia y corrupción desatadas e impunes, mientras crece una profunda crisis económica y social que se disimula y no se atiende. Entre tanto, centran su atención en negociar sus contradicciones internas por el reparto de cuotas de poder.

La Mesa de Unidad Democrática es una alianza política que entiende que sirve al país que sabe mucho más grande y plural que ella misma. Un país que debe encontrarse en una Unidad Nacional que en lugar de negar y prohibir la diferencias, fomente el diálogo, el encuentro creador, el respeto para todos, en un espíritu de patriotismo superior y nos ponga a todos a trabajar juntos, con una amplitud que no comprometa la indispensable coherencia, por ese futuro que nuestros hijos merecen. Ese es nuestro desafío. Lo entendemos. Lo asumimos. Estamos al servicio de esa unidad más grande, genuinamente nacional.

La Unidad Nacional es de toda la sociedad democrática. Incluyendo a demócratas que han creído en el proceso y se dan cuenta que se agota, junto a quienes son críticos, se sienten opositores o, simplemente, quieren un cambio. Todos somos venezolanos.

El modelo democrático que propiciamos lo basamos en un gran acuerdo social para la convivencia y el bienestar de todos los venezolanos, sin divisiones, sin exclusiones, sin discriminaciones, que tiene como objetivo central acabar con la pobreza, ofrecer a todos las oportunidades para la prosperidad y el ascenso social. Para lograrlo es necesario un Gobierno de Unidad Nacional que respete a todos, que convoque a todos, que planifique con todos, que trabaje con todos y para.

Quienes sólo piensan en su hegemonía, no comprenden la dimensión ni la urgencia de la actual situación nacional.

En lo económico nadie se explica, en Venezuela ni en el mundo, que en medio de la mayor bonanza, superior a la de cualquier país latinoamericano, con un ingreso petrolero de 250 millones de dólares diarios, lo que hace un ingreso anual de 91.250 millones de dólares al año, para un total de 1 billón 277 millones de dólares en 14 años, estemos como estamos.

Más endeudados. Mientras la deuda total en 1999 era de 31.484 millones de dólares, al final del 2012 es de 216.053 millones de dólares. Siete veces más. La deuda externa pasó de 23.443 millones de dólares en 1999 a 114.878 millones en 2012. Y la interna de 4.041 millones de dólares en 1999 a 61.166 millones de dólares en el 2012.

Más arruinados. Tenemos la infraestructura destrozada; las calles, avenidas, carreteras y autopistas deterioradas; apagones en todo el país; hospitales, instalaciones educativas y edificaciones públicas con graves deficiencias.

Más pobres. Según el Banco Central de Venezuela la inflación del año pasado, que se refleja directamente en el alto costo de la vida fue del 20%, y en alimentos fue del 25%, la más alta en Latinoamérica y la quinta en el mundo. La escasez de alimentos hace que todos los días las madres de familia tengan que hacer un enorme esfuerzo personal y un gasto cada vez mayor para conseguir pollo, azúcar, aceite vegetal ó leche, para referir algunos ejemplos, además de someterse a un racionamiento que no se merece la familia venezolana.

Más dependientes del extranjero. El gobierno que ofreció el desarrollo endógeno nos hace depender de las importaciones por las políticas ejecutadas en contra de la producción nacional. Las importaciones han pasado de 13.000 millones de dólares en 2003 a 50.000 millones de dólares en la actualidad.

Más indefensos ante la violencia. La cifra de 21.600 homicidios durante el año 2012 nos da una idea de la tragedia que estamos viviendo, después de 20 planes de seguridad. Las personas honestas se han construido sus propias rejas para protegerse, mientras los pranes dirigen las cárceles desde donde planifican miles de delitos en la calle. La impunidad generalizada despoja al ciudadano del primer derecho humano que debe garantizar un gobierno responsable. En Venezuela hoy la vida no vale nada.

Más vulnerables desde el punto de vista laboral. Por el acoso, las expropiaciones, las amenazas y el favorecimiento de las importaciones frente a la producción nacional, no crece el empleo privado. Casi todos los puestos de trabajo nuevos y mal pagados los genera el Estado. Se desconocen los derechos de los trabajadores, no se discute la contratación colectiva y el 50% de la fuerza de trabajo se rebusca en la economía informal.

En lo político, la ausencia del Presidente Chávez por razones de salud ha venido a agravar la situación. Sin liderazgo propio, sus sucesores, los mismos que el pueblo ha señalado como culpables de los problemas, compiten en torpeza y prepotencia, como si con desplantes pudieran encontrar solución a los delicados problemas institucionales. Acomodan la Constitución a su interés y niegan expresamente el diálogo nacional que sería lógico porque es necesario. Abusan del control político de los poderes públicos, convierten la Asamblea Nacional en una barra, pervierten la justicia, anulan los controles. Lo más reciente es que llevan la violencia al parlamento y la celebran con arrogante irresponsabilidad. Ignoran que episodios como ese tienen antecedentes de trágicas consecuencias en nuestra historia, mañana se cumplen 165 años del asalto monaguero, y en la historia de la humanidad. Actúan con la cobarde alevosía de quienes se saben apoyados. La violencia es el pariente más cercano del miedo. Solidarios con nuestro compañero, que entre nosotros es un líder querido y respetado, les decimos: No se equivoquen. No nos intimidarán. No nos sacarán de nuestra línea tenazmente cívica. Aquí no se rinde nadie.

Con la ficción de dar continuidad al gobierno sin que el titular que fue electo se juramente y asuma el cargo en el nuevo período constitucional, en vez de admitir la obvia ausencia temporal del Presidente, se insiste en la mentira de que está “en pleno ejercicio de sus funciones”, y se recurre a una sentencia que es una burla a la verdad y a la Constitución, para dar legalidad a la usurpación y poner el poder, sin responsabilidad porque ni siquiera están encargados, en manos de funcionarios no electos.

Desde el punto de vista jurídico formal la sentencia es vinculante. Pero ello no nos puede impedir y no nos impide decir la verdad. Esa sentencia es una monstruosidad y una vergüenza, un engendro de la parcialización política, que nos desprestigia como país y acusa para siempre a quienes deberían representar el valor de la justicia. Esa manipulación hipócrita de la Constitución, mucho más que frivolidad jurídica, es un daño objetivo a la vida real de los venezolanos. La ilegalidad trae desconfianza, desinversión, desempleo, escasez y precios altos.

La ironía de que toda esta actuación que lleva incertidumbre y temor a los venezolanos, sea presentada como la interpretación del pensamiento del Libertador para confundir a los venezolanos, educados en la admiración y respeto por su memoria, nos hace recordar lo que el propio Bolívar escribió a Antonio Leocadio Guzmán en 1829: “con mi nombre se quiere hacer (…) el bien y el mal, y muchos lo invocan como el texto de sus disparates”.

Nunca Bolívar hubiese apoyado acción alguna que significara la entrega de la soberanía venezolana, ni la vergonzosa sumisión al régimen cubano. Nunca Bolívar, quien ponía en lo más alto “el bien inestimable de la unión”, hubiese apoyado a una supuesta revolución que en vez de unir divide a los venezolanos.

La Mesa de Unidad Democrática, actúa y permanentemente evalúa su actuación con responsabilidad y ánimo autocrítico, porque nunca estamos conformes y siempre nos exigimos hacer más y hacerlo mejor, ante el inmenso reto que tenemos por delante, nos proponemos crear mecanismos que amplíen la participación de la sociedad democrática en la conducción y ejecución de nuestros planes de acción. Vamos a organizar equipos de trabajo y comisiones sectoriales que le den amplia participación a todos los sectores, partidistas y no partidistas que tengan la voluntad de ayudarnos. Estaremos allí, con nuestros diputados, con nuestra palabra y nuestra capacidad de organización, para acompañar a los sectores sociales en sus demandas, porque defender los derechos de los venezolanos es nuestro deber.

Apoyamos a nuestros gobernadores en el cumplimiento de su compromiso con todos los sectores de sus regiones. Ellos son el anuncio de cómo será un gobierno que se sienta responsable ante todos los venezolanos.

Apoyamos a nuestros alcaldes, y presentamos una plataforma de candidatos de la Unidad a alcaldías y concejos municipales, postulados de acuerdo a nuestras reglas consensuadas.

Fortaleceremos el papel de las Mesas en los Estados y Municipios, así como a la promoción de núcleos de la MUD en todo el territorio nacional y a todos los niveles, que podrán constituirse por iniciativa de todos los ciudadanos que nos quieran acompañar, con el objeto de darle mayor coherencia y efectividad a nuestra actuación.

Como plataforma para desarrollar el modelo democrático que proponemos, trabajamos en un programa político, con base en la experiencia de las 100 Soluciones para la Gente, el Compromiso para un Gobierno de Unidad 8

Nacional, los Lineamientos del Programa de Gobierno y las propuestas de la campaña presidencial.
A todos los venezolanos
Hoy, 23 de enero del año 2013, inspirados en las jornadas históricas que con la conducción política de la Junta Patriótica y la fuerza del pueblo venezolano unido hace 55 años vencieron la dictadura; hacemos un llamado, desde la Mesa de la Unidad Democrática, a todos los venezolanos sin diferencias de posición política o sector social, dentro o fuera del país, para que juntos fortalezcamos nuestro compromiso de Unidad Nacional en la acción por la paz y por el respeto a la democracia en nuestra patria soberana.

Está en las manos de todos los venezolanos defender nuestros derechos, en este momento amenazados tanto por el uso arbitrario y abusivo que los dirigentes del partido de gobierno hacen de las instituciones del Estado, como por gobernantes extranjeros que interfieren en nuestros asuntos internos poniendo en peligro nuestra soberanía y nuestra paz nacional, ambas fundamentadas en el respeto a nuestra Constitución.

Por ello asumimos el camino de la defensa y la lucha por una Venezuela verdaderamente democrática y libre, proponiéndole al pueblo venezolano unirnos en procura de los siguientes doce objetivos nacionales

1. Respeto a la Constitución.

2. Gobierno de Unidad Nacional, que tenga la calidad de vida de los ciudadanos y la lucha contra la pobreza como sus principales preocupaciones.

3. Defensa de los derechos de los venezolanos. Primero que todo el derecho a la vida. También el Derecho al trabajo, a servicios de salud y educación de calidad y gratuitos. La mejor revolución en esta época de la humanidad y en Venezuela es la revolución del conocimiento. Derecho a la vivienda, a la justicia oportuna que respete el Estado de Derecho, y a la libertad de expresión. Esta debe ser la principal línea de acción en la organización popular expresada de diversas formas, todas enmarcadas en la Constitución.

4. Derecho a la libertad y a vivir en la patria, resolver el drama de los presos políticos y exilados.

5. Defensa de la Descentralización y a nuestra condición de Estado Federal Descentralizado.

6. Defensa de la soberanía. La venezolanidad rechaza la injerencia del gobierno de cualquier país en nuestros asuntos internos. En este momento, destaca por lo inaceptable la del gobierno cubano.

7. Combate a la violencia, la impunidad, la corrupción y el narcotráfico.

8. Restablecimiento del respeto y la confianza entre civiles y militares. Nuestra Fuerza Armada Nacional cumplirá con la altísima misión que le asigna el Artículo 328 de la Constitución vigente para servir a la nación y a su desarrollo, y en ningún caso a persona o parcialidad política alguna.

9. Diálogo Nacional permanente entre todos los sectores de la vida nacional.

10. Defensa de la idea sagrada de que nuestro petróleo debe ser siempre usado para el beneficio de los venezolanos, con énfasis en los más pobres, y no en regalos a otros países mientras aquí se necesitan los recursos que genera. Buena es la solidaridad, pero primero está la necesidad.

11. Apoyo a la producción nacional como la mejor manera de reducir las importaciones, generar empleos nuevos y bien remunerados, y acabar con la escasez. Respeto y garantía al derecho a la propiedad.

12. Lucha contra el obsceno ventajismo y por condiciones electorales equitativas, en la ruta democrática que transitamos por convicción. Para escoger libremente y en condiciones de igualdad a nuestros gobernantes enfrentamos, denunciamos y derrotaremos los abusos que empañan los procesos electorales.

13. Juramento ante toda Venezuela: si se precipitara un nuevo proceso electoral presidencial, garantizamos que por la vía del consenso presentaremos un candidato unitario para encabezar un Gobierno de Unidad Nacional.

Al comprometernos, proclamamos a viva voz que nos encontrarán trabajando en la calle, en el campo, en las fábricas y comercios con todos los venezolanos que formamos un solo pueblo. En los liceos y universidades con nuestros jóvenes estudiantes que luchan cívicamente por los derechos de todos. y en cualquier ámbito de la vida nacional, siempre profundizando la organización política, promoviendo y respetando la organización social, y fomentando la lucha pacífica por los derechos del pueblo venezolano.

No ignoramos las dificultades. No es esta una competencia democrática en igualdad de condiciones. Pero nos impulsa la convicción moral de una lucha justa y necesaria a favor del interés nacional, del pueblo venezolano y de la libertad. La verdad es nuestra bandera.

Cuando están en peligro los valores de la venezolanidad, de la honestidad y el trabajo, cuando se destruyen las instituciones y se amenaza la República y su soberanía, cuando se hipoteca y se llena de incertidumbre el futuro de nuestros hijos, es una obligación moral luchar sin descanso con serena firmeza democrática. Este no es el momento de las diferencias siempre pequeñas si se las compara con la Venezuela que queremos.

La Mesa de Unidad Democrática convoca a todo el pueblo venezolano, a recordar el 23 de Enero de 1958, soñando con una Venezuela nueva, luchando unidos por hacerla realidad,

¡Viva la Unidad Nacional!
¡Viva la Soberanía Nacional!
¡Viva el pueblo venezolano!

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