Escrito por Pompeyo Márquez Viernes, 25 de Enero de 2013
Vivimos momentos llenos de
incertidumbre. La Constitución ha sido violada y nuestra Patria se
encuentra humillada por una subordinación a Cuba, por un lado, y a un grupo de
países que vienen a nuestro suelo a insultarnos después de literalmente
esquilmarnos. Es una hora de coraje. De levantar las banderas de la democracia,
de la justicia social, de la independencia nacional.
Debemos acudir a nuestras reservas más
profundas.
Asimilarlas y ubicarlas en las nuevas circunstancias.
Aprender de las experiencias históricas vividas, fundamentalmente en la era contemporánea.
En 1952, después del asesinato de Delgado Chalbaud, quien presidía la Junta Militar de Gobierno de la cual formaban parte Pérez Jiménez y Llovera Páez, el repudio por el asesinato fue de tal naturaleza, y el señalamiento de Pérez Jiménez como el autor intelectual del secuestro, que éste no pudo asumir la presidencia y trajeron a un títere llamado Germán Suárez Flamerich. Convocaron a elecciones en noviembre de 1952. Un triunfo clamoroso evidenció las ansias de democracia del país. Alarmada, la dictadura militar da un nuevo golpe el 2 de diciembre. A partir de ese momento se implanta un mayor terror como método de gobernar. A partir de 1953 se entra en un periodo cuando parecía que todo estaba perdido. Pero la resistencia que venía desde noviembre de 1948 mantiene la llama de la rebelión contra la dictadura. Circulaban esporádicas hojas denunciando los crímenes, torturas, prisiones, secuestros, persecuciones. Las fuerzas antidictadura, después de varios años de aprendizaje, comprenden la necesidad de llamar a la más amplia unidad nacional sobre la base de una pequeña plataforma política que contenía puntos sobre los cuales no había discusión. Y a finales de 1956 se forma la Junta Patriótica. Y comienzan pequeños movimientos estudiantiles. Y la Pastoral de Monseñor Arias, mayo del 56. Se inicia un proceso de reagrupamiento de fuerzas. Cuando el dictador nos ve a todos unidos llama al plebiscito para continuar en el poder. Convocamos la abstención que tiene relativo éxito. Y el primero de enero de 1958 se alzan Hugo Trejo y Martín Parada, Motoblindado y Aviación. Desde ese instante la movilización fue en ascenso. El 10 de enero cambian el gabinete. Se convoca a una huelga general para el 21 de enero que debía comenzar con la huelga de la prensa que se da en su totalidad. El 23 de enero suben destacamentos de la Marina bajo el mando de Wolfgang Larrazábal.
El dictador huye, los generales que acompañaban al dictador le dicen: "Hasta aquí lo acompañamos...".
El 23 de enero fue un día de júbilo, se había derribado a una dictadura militar que parecía inexpugnable, el pueblo en la calle celebraba la libertad de los presos, el regreso de los exilados, la libertad de prensa. Venezuela entra en una era democrática que, con sus altos y sus bajas, dura 40 años, hasta 1998 cuando una autocracia militarista se hace del poder y en las nuevas condiciones internacionales instala un régimen sui géneris.
Las ansias de democracia han crecido. El coraje no se ha perdido. En las nuevas condiciones el movimiento nacional por la democracia y la soberanía nacional tiene como base el 45,6 por ciento obtenido en una votación contra un Estado-Partido.
Las exigencias de la sociedad venezolana de nuestros días es que exista separación de poderes, rendición de cuentas, libertad de expresión sin las restricciones actuales, y mejor calidad de vida.
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