Las sensaciones de frustración e
incertidumbre son una realidad en la Venezuela actual. El empobrecimiento y el
deterioro de nuestra calidad de vida, demuestran el fracaso de estos últimos 14
años; y sus consecuencias inevitables son: el aumentado de la apatía política,
la anomia social y el inmovilismo.
Pero no podemos permanecer
pasivos o inactivos frente a estas realidades. Debemos abordar el desafío de “pensar el país”, tratando de aprender
de su historia y señalando en qué dirección puede comprometernos esa acción. Creemos
que pensar es una forma de acción, de acción política que tiene que ver con lo
público, con lo social y con lo ciudadano. Y “pensar el país” es una acción política absolutamente indispensable para
quienes concebimos la política como el fruto de decisiones humanas
responsables, referida a personas concretas que toman decisiones sobre el
quehacer colectivo.
Por “pensar el país” esta naciendo un movimiento político de venezolanos
que estamos comprometidos con su transformación, que compartimos los mismos
principios y valores; y que sabemos que hoy nos encontramos ante una
encrucijada histórica entre dos formas de vida: la independencia o el
sometimiento a un régimen extranjero.
Este movimiento cree en una
sociedad de ciudadanos responsables, libres y prósperos, que resuelva las
necesidades básicas de la población y ofrezca oportunidades, para la
realización de sus aspiraciones más elevadas en democracia y libertad.
En este movimiento creemos en una
república fundamentada en el estado de derecho, la separación de poderes y la fortaleza
de sus instituciones. Donde su desarrollo económico esté basado en la
iniciativa individual, la libertad de las personas y el respeto a la propiedad
privada. Creemos en un país donde exista la igualdad
social y de oportunidades y donde tengan vigencia los derechos humanos juzgados
naturales por
el liberalismo, tales como la vida, la libertad y la posibilidad de procurarse
cada cual su felicidad. Creemos en un país que garantice y enaltezca el derecho a la propiedad. Un país
de propietarios y emprendedores; que respete y promueva la propiedad de los
ciudadanos como fundamento para la construcción de una economía solidaria,
abierta al mundo; donde la propiedad sea una posibilidad, una oportunidad y no
un privilegio.
Creemos en mejorar de la calidad de
vida y en aumentar la fortaleza de las instituciones, que son las reglas de
comportamiento de la sociedad, porque tienen relación directa con el bienestar y
su crecimiento económico. Estas instituciones están constituidas por la
confianza, el respeto a la palabra y al ciudadano, el comportamiento cívico y
el imperio de la ley; y son también llamadas “instituciones económicas
inclusivas” porque crean derechos de propiedad, incentivos para las
inversiones, la innovación y la igualdad de oportunidades; crean ambientes
seguros para los contratos; generan un orden legal y promueven un crecimiento
económico sostenido.
El grave daño de estos últimos 14 años ya está hecho. Pero, por nuestras familias y por el futuro de las próximas generaciones de venezolanos, nos corresponde iniciar la restauración de las instituciones democráticas que fundó Rómulo Betancourt (“Venezuela, política y Petróleo”) y blindarlas con las políticas económicas liberales que recomendó, sin ser escuchado, Carlos Rangel (“Del buen salvaje al buen revolucionario”).
Para hacer realidad esa Venezuela
que nos merecemos, combatir el modelo de sumisión, defender la propiedad
privada, enfrentar el adoctrinamiento en el sistema educativo, erradicar la
persecución política y cumplir con nuestros sueños e ideales, está naciendo un
nuevo movimiento político. Esta naciendo VENTE VENEZUELA.
* Abogado
Vente
Venezuela - Zulia
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