Fábula Cotidiana
Manuel Felipe Sierra
manuelfsierra@yahoo.com
@manuelfsierra
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El 1 de enero de 1958 se subleva la
Fuerza Aérea en Maracay. El mayor Luis Evencio Carrillo jefe de la base
concluye la cena de fin de año con una lacónica frase: “hay que
defender la patria y no a un hombre”y sesenta efectivos ocupan la
instalación de Boca de Río. La conspiración se venía urdiendo desde meses atrás
en largas reuniones en el restaurant “Beergartem” frente a la Plaza
Girardot.
A las siete de la mañana fue desarmado
y detenido el jefe de la base coronel Abel Romero Villate. Una hora después un
Venus del Escuadrón de Caza 36 pilotado por el mayor Edgar Suárez Mier y Terán
sobrevuela Caracas como un anuncio para los complotados. A esa hora cuenta el
periodista Antonio Manrique: “Maracay estaba sumida en un ambiente
revolucionario, con la gente en la calle persiguiendo a los “seguranales”(los
agentes de la policía política del régimen). Las puertas del Cuartel Páez
habían sido abiertas y muchas armas fueron tomadas por el pueblo maracayero.
Militantes de AD, Copei (uno de los más activos lo era el abogado Godofredo
González), PCV y URD, salidos de sus “conchas”, coordinaban las acciones de los
civiles. El Cuartel Sucre era el centro del fragor revolucionario. En sus
calabozos estaban presos más de treinta integrantes de la Seguridad Nacional
que el pueblo quería linchar. Desde Radio Maracay, Hugo Montesinos Castillo,
oficial pasado a retiro por su antiperezjimenismo, arengaba al pueblo y leía
consignas contra el “régimen dictatorial”.
Pérez Jiménez reúne el Gabinete,
mientras se repiten incursiones aéreas sobre Miraflores, una de las cuales da
en el blanco de la oficina presidencial y un portero conocido como “Perecito”
se desploma carbonizado. Se conoce que el capitán Martín Parada piloto de
confianza del Presidente encabeza la insurrección. A los minutos una columna de
blindados del Cuartel Urdaneta al mando del joven oficial Hugo Trejo se declara
también en rebeldía. Hay noticias, rumores y versiones cruzadas. A la media
tarde se anuncia que el coronel Romero Villate ha retomado la base aérea y
horas después que el grupo de rebeldes comandado por Parada huyen hacia
Colombia. Trejo, en una operación que nunca pudo ser explicada, marchó hacia la
capital aragüeña y fue apresado en La Encrucijada por el coronel Roberto
Casanova. En la noche Pérez Jiménez, con el bastón de mando en la mano derecha,
anuncia en cadena de radio y televisión el aplastamiento de la
sublevación y sanciones ejemplarizantes para los insurrectos.
Ciertamente, la acción de Maracay resultó un fracaso militar, pero exacerbó un
clima político ya demasiado sensible.
El día 9, oficiales de la Armada
liderados por el capitán de navío Eduardo Morales Luengo, desplazan varios
destructores en La Guaira. Morales es detenido y en la noche curiosamente se
produce la renuncia del Gabinete y del gobernador del DF Guillermo Pacanins. Al
día siguiente, Pérez Jiménez se ve obligado a nombrar al general Rómulo
Fernández ministro de la Defensa quien le presenta un memorandum con severas
exigencias, que plantea un Gabinete militar y la salida de Laureano Vallenilla
Lanz y Pedro Estrada, los principales operadores del régimen. Al día siguiente,
Pérez Jiménez destituye al ministro Fernández y él personalmente asume el
ministerio de la Defensa. El oficial destituido es enviado a Santo Domingo,
pero la dictadura entra en el juego de los golpes y contragolpes. El 17 la
Junta Patriótica convoca a una huelga general el día 21. El 20, Pérez Jiménez
nombra al vicealmirante Wolfang Larrazábal Comandante de las Fuerzas Navales en
medio de una huelga de prensa. El 21 hay revueltas callejeras, manifestaciones,
quema de autobuses, heridos, muertos y se decreta el toque de queda desde las
cinco de la tarde.
El 22 se produce la sublevación de
oficiales en la Base Naval de Mamo y la Comandancia General de la Marina en el
Centro Simón Bolívar. El capitán Vicente Azopardo está al frente de la
acción y se comunica con sus compañeros de conspiración en la Escuela
Militar, el capitán Felipe Párraga Núñez del Ejército y el teniente José Luis
Fernández de la Aviación, a quienes acompaña el activista civil Oscar Centeno
Lusinchi. Informan entonces al coronel Pedro José Quevedo director del
Instituto de la acción subversiva y éste conviene en que para la paz del país
ya es necesario que el dictador abandone el poder.
Pérez Jiménez llama telefónicamente a
Quevedo quien se niega en varias ocasiones a atenderlo. El mandatario está
convencido que una sublevación de la Escuela Militar tendría un efecto
psicológico decisivo en todos los componentes. El coronel Adolfo Medina
Sánchez, jefe del Batallón Bolívar, llega a Miraflores y le presenta un plan
para recuperar la escuela. Según cuenta el piloto presidencial mayor José Cova
Rey, Pérez Jiménez revisó el documento y respondió: “prefiero irme
antes que matar cadetes”. Ya la Junta Patriótica había perdido
contacto con la mayoría de los enlaces comprometidos con la huelga. El buró
político del PCV reunido en el edificio “San Pedro” de los Chaguaramos,
integrado por Pompeyo Márquez, Eloy Torres, Alonso Ojeda Olaechea, Guillermo
García Ponce y el líder universitario Héctor Rodríguez Bauza, hacen en la tarde
un balance desfavorable de la jornada. Entrada la noche Márquez recibe una
llamada de Rodríguez Bauza, quien había salido a olfatear el ambiente y que
identificado con su seudónimo le dice: “sube a la terraza y espera una sorpresa
en pocos minutos”. Márquez y sus compañeros se miran a la cara con desgano.
Luego deciden ir a la parte superior del edificio.
Al poco tiempo, ven las luces y oyen
el estrépito de un avión que se tambalea bordeando El Ávila. Pérez Jiménez huía
en la “Vaca Sagrada”. Era el resultado de un típico Golpe de Estado, pero la
decisión de marcharse es la consecuencia de un clima de malestar pasivo que
finalmente se tradujo en una movilización activa e indetenible de las masas,
que ya no podía neutralizar políticamente y menos aún aplastar con el uso de
las armas.
Tomado de: http://manuelfelipesierra.blogspot.com/
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