Miguel Méndez Rodulfo Caracas, 11 de enero de 2013
En el balance del año pasado, que se
debe hacer al comienzo de 2013, el saldo de las viviendas construidas por el
sector público resalta como una de las más descomunales mentiras del gobierno.
El oficialismo en su propaganda mediática reivindicaba que en los dos años
anteriores logró edificar casi 300.000 viviendas; si esto fuera cierto, que no
lo es absolutamente, habrían incumplido su propia meta tantas veces proclamada
de construir 350.000 viviendas entre 2011 y 2012. Particularmente siempre he
sostenido que en los últimos 3 años el país ha construido alrededor de 60.000
viviendas en cada uno de esos períodos; en 2010 el sector público hizo 15.000
soluciones habitacionales mientras que el privado realizó 45.000. Con el cerco
administrativo y legal con que el gobierno saboteó al sector privado de la
construcción desde 2011, las relaciones se invirtieron construyendo el privado
15.000 y el público 45.000. El año pasado, peor para los privados, estos han
podido ubicarse, rematando las obras que les quedaban pendientes, en unas
10.000 viviendas, en tanto que el sector público hizo unas 50.000. Como vemos
de nada ha valido la supuesta voluntad política del gobierno apoyando
decididamente a la misión emblema del régimen, ni los miles de millones
gastados, ni la alharaca formada alrededor del tema: han hecho la misma
cantidad de viviendas que dos años atrás. No pueden hacer más porque son
mediocres, corruptos e incompetentes.
Diversas fuentes periodísticas que le
dan seguimiento permanente al tema de vivienda han analizado cifras de fuentes
oficiales que revelan que el sector público, entre 1999 y 2012, construyó
406.251 viviendas, de las cuales un tercio se terminaron en los dos últimos
años, o sea 135.417 viviendas, lo que da un promedio de 67.708 viviendas
anuales construidas en 2011 y 2012. Primero Justicia también hacía su balance
en el que su contabilidad de viviendas entregadas por el gobierno, el año
pasado, arrojaba la cantidad de 77.506 viviendas.
Pasando a otro tema, quien visite en
el Museo Nacional de Arquitectura, la exposición “La Vivienda en Venezuela, Hoy
y Mañana”, y lo hace con el interés propio de un observador preocupado por el
tema de vivienda, pero sobre todo ávido de ver la propuesta oficial, y se toma
su tiempo para recorrer todos los pisos de la exposición, de manera que no hace
una visita turística, podrá ver con sus propios ojos en el piso 2, un bodrio
autoría de la Oficina de Planes y Proyectos Especiales, que dirige el inefable Farruco:
el proyecto de la Plaza de la Revolución. Dicho proyecto al más puro estilo de
la grandielocuencia de los regímenes despóticos (no en balde se citan cifras de
las capacidades de otros recintos similares como la Plaza de la Revolución
Cubana, la Plaza de Moscú, la Plaza Tiananmen, etc.) es un inmenso recinto de
concreto que toma el lado norte de la Avenida Bolívar, ocupando todo el terreno
de la Hoyada, pero también el lado sur de la misma avenida, extendiéndose hacia
los terrenos del antiguo terminal del Nuevo Circo, de manera que la arteria
vial atravesaría la plaza por el único espacio en el que el recinto no está
flanqueado por edificios de 9 pisos de altura semejantes al adefesio que se
construyó entre Bellas Artes y el Parque Central.
A modo de los monolitos de Los
Próceres, en una suerte de los largos y angostos edificios del 23 de Enero, así
será la cerca de concreto, como por supuesto el piso, de esa caja de zapatos,
con abertura por el medio para que pasen los vehículos, que será la nueva obra
monumental del farruquismo.
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