Por Mario Villegas, 20/01/2013
Columna de Puño y Letra
Desde que, por allá por los inicios de su
primer gobierno, el presidente Hugo Chávez
convocó para Miraflores la primera contramarcha de calle, destinada a
contrarrestar una marcha de protesta liderada por el ultraderechista Alejandro
Peña Esclusa, me manifesté en desacuerdo con esta inusual manera de asumir la
disputa política. ¿Por qué carrizo había que realizar una movilización popular
justo el mismo día, a la misma hora y en las cercanías del lugar en el que se llevaría
a cabo una manifestación opositora? ¿Por qué no esperar otro día y dar una
mayor demostración de fuerza cívica y democrática?
Sin duda que la idea de las contramarchas no
era ingenua sino que obedecía a una visión antidemocrática del comandante
recién investido de Presidente. El promotor de las contramarchas no sólo provenía
del mundo militar, sino que asociaba cualquier movilización popular de calle
con propósitos golpistas. Hay que recordar que Chávez venía de largos años de
conspiración interna en las Fuerzas Armadas, de protagonizar un sangriento y
fallido golpe de estado el 4 de febrero de 1992 y de inspirar otro, desde la
cárcel de Yare, el 27 de noviembre del mismo año. Como dice el viejo dicho
popular: “Cada ladrón juzga por su condición”.
Pero aparte de proyectar en cabeza ajena su
propia vocación golpista, era claro que al convocar sus contramarchas, Chávez
se proponía atemorizar, disuadir y desmovilizar no sólo a los activistas
opositores, sino incluso a la población susceptible de apoyar las protestas de
la disidencia política y social. La sola idea de que una manifestación de
protesta en el centro de Caracas pudiese ser atacada por algún grupo violento,
ya de por sí era motivo suficiente para restarle atractivos a la participación
popular. Por lo demás, era claro que las acciones callejeras del chavismo no
solo contaban con la presencia de guapetones y malandrines listos para agredir
al “enemigo”, sino también con la protección, abierta o soterrada de los
cuerpos policiales-militares, aparte de que las movilizaciones oficialistas
podían invadir “zonas de seguridad” vedadas a todos los mortales menos a los
chavistas y contaban con toda la logística y el financiamiento gubernamental.
Este modo de concebir y ejercer la política
no se justifica aunque sí se explica en Chávez dada su escasa o nula formación
democrática. Pero no se explica, ni mucho menos se justifica, en muchos de los
hombres y mujeres que componen el alto y medio liderazgo chavista civil, buena
parte de los cuales se formó y ejercitó, desde mucho antes de que apareciera
Chávez, las prácticas democráticas y electorales en el plano político,
parlamentario, sindical, académico, estudiantil, gremial, comunitario y otros.
La sola amenaza de Jorge Rodríguez de
convocar contramarchas oficialistas para el día 23 de enero, fecha en la que el
chavismo siempre ha dicho que no hay nada qué celebrar, y justo cuando ya había
sido anunciada una marcha popular de la oposición, representa una inaceptable
provocación e incitación a la confrontación. Así como el chavismo pudo
movilizarse libremente y expresarse el 10 de enero en apoyo al ausente presidente
Chávez y a la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia, del mismo modo la
oposición tiene todo el derecho del mundo de convocar a sus partidarios a la
tradicional jornada patriótica y democrática del 23 de enero para levantar en
paz sus propias banderas y exigir pleno respeto a la Constitución Nacional.
La madurez de la oposición evitará la
confrontación, máxime en un momento político tan delicado como el que estamos
viviendo.
Pero va siendo hora de que el envalentonado
chavismo sin Chávez se baje de la prepotencia que implantó el chavismo con
Chávez. De tanto estirar la cuerda de la arbitrariedad y de la impunidad, al
igual como vienen estirando a conveniencia las normas constitucionales, podrían
terminar rompiéndolas. Y ni ellos mismos se salvarían del barranco.
Publicado en la Edición Impresa del Diario
2001
Twitter: @mario_villegas
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico