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lunes, 21 de enero de 2013

Se les puede romper la cuerda


Por Mario Villegas, 20/01/2013
Columna de Puño y Letra

Desde que, por allá por los inicios de su primer gobierno, el presidente  Hugo Chávez convocó para Miraflores la primera contramarcha de calle, destinada a contrarrestar una marcha de protesta liderada por el ultraderechista Alejandro Peña Esclusa, me manifesté en desacuerdo con esta inusual manera de asumir la disputa política. ¿Por qué carrizo había que realizar una movilización popular justo el mismo día, a la misma hora y en las cercanías del lugar en el que se llevaría a cabo una manifestación opositora? ¿Por qué no esperar otro día y dar una mayor demostración de fuerza cívica y democrática?

Sin duda que la idea de las contramarchas no era ingenua sino que obedecía a una visión antidemocrática del comandante recién investido de Presidente. El promotor de las contramarchas no sólo provenía del mundo militar, sino que asociaba cualquier movilización popular de calle con propósitos golpistas. Hay que recordar que Chávez venía de largos años de conspiración interna en las Fuerzas Armadas, de protagonizar un sangriento y fallido golpe de estado el 4 de febrero de 1992 y de inspirar otro, desde la cárcel de Yare, el 27 de noviembre del mismo año. Como dice el viejo dicho popular: “Cada ladrón juzga por su condición”.

Pero aparte de proyectar en cabeza ajena su propia vocación golpista, era claro que al convocar sus contramarchas, Chávez se proponía atemorizar, disuadir y desmovilizar no sólo a los activistas opositores, sino incluso a la población susceptible de apoyar las protestas de la disidencia política y social. La sola idea de que una manifestación de protesta en el centro de Caracas pudiese ser atacada por algún grupo violento, ya de por sí era motivo suficiente para restarle atractivos a la participación popular. Por lo demás, era claro que las acciones callejeras del chavismo no solo contaban con la presencia de guapetones y malandrines listos para agredir al “enemigo”, sino también con la protección, abierta o soterrada de los cuerpos policiales-militares, aparte de que las movilizaciones oficialistas podían invadir “zonas de seguridad” vedadas a todos los mortales menos a los chavistas y contaban con toda la logística y el financiamiento gubernamental.

Este modo de concebir y ejercer la política no se justifica aunque sí se explica en Chávez dada su escasa o nula formación democrática. Pero no se explica, ni mucho menos se justifica, en muchos de los hombres y mujeres que componen el alto y medio liderazgo chavista civil, buena parte de los cuales se formó y ejercitó, desde mucho antes de que apareciera Chávez, las prácticas democráticas y electorales en el plano político, parlamentario, sindical, académico, estudiantil, gremial, comunitario y otros.

La sola amenaza de Jorge Rodríguez de convocar contramarchas oficialistas para el día 23 de enero, fecha en la que el chavismo siempre ha dicho que no hay nada qué celebrar, y justo cuando ya había sido anunciada una marcha popular de la oposición, representa una inaceptable provocación e incitación a la confrontación. Así como el chavismo pudo movilizarse libremente y expresarse el 10 de enero en apoyo al ausente presidente Chávez y a la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia, del mismo modo la oposición tiene todo el derecho del mundo de convocar a sus partidarios a la tradicional jornada patriótica y democrática del 23 de enero para levantar en paz sus propias banderas y exigir pleno respeto a la Constitución Nacional.

La madurez de la oposición evitará la confrontación, máxime en un momento político tan delicado como el que estamos viviendo.

Pero va siendo hora de que el envalentonado chavismo sin Chávez se baje de la prepotencia que implantó el chavismo con Chávez. De tanto estirar la cuerda de la arbitrariedad y de la impunidad, al igual como vienen estirando a conveniencia las normas constitucionales, podrían terminar rompiéndolas. Y ni ellos mismos se salvarían del barranco.

Publicado en la Edición Impresa del Diario 2001

Twitter: @mario_villegas

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