Por Eddie Ramírez, 22/01/2013
Ameritó mucho esfuerzo derrocar la que
pensamos sería la última dictadura en Venezuela. Pérez Jiménez se sostuvo por
la represión de la Seguridad Nacional, con el visto bueno de las Fuerzas
Armadas y la complicidad de civiles que avalaron el fraude electoral de 1952 y
que integraron un Congreso espurio. A 55 años de esa gesta cívico-militar, cabe
recordar que la misma exigió que los ciudadanos enfrentaran sin miedo las
persecuciones del régimen.
El derrocamiento de Gallegos en 1948 contó
con un apoyo casi total de los militares. Después del asesinato de Delgado
Chalbaud, las Fuerzas Armadas decidieron apoyar a Pérez Jiménez por un período
presidencial, pero gradualmente surgió el descontento militar. El régimen
asesinó en Caracas al capitán Wilfrido Omaña, el capitán Juan Bautista Rojas
cayó abatido en alzamiento en Maturín y en Colombia fue asesinado el teniente
León Droz Blanco, con quien compartí en Trinidad. Gradualmente, varios
oficiales expresaron su descontento ante la dictadura, siendo detenidos o
.exiliados. Entre ellos conocí en Madrid a los tenientes coroneles Gámez
Arellano, Martín Carrillo Méndez, José Joaquín Jiménez Velásquez y Nucete
Paoli; al mayor Peña Peña y al teniente José Enrique Dubuc, quienes compartían
con mi padre el entonces mayor Edito Ramírez Rosales.
Vencido el período presidencial y ante los
atropellos de la dictadura, las Fuerzas Armadas le retiraron el apoyo al hombre
de Michelena. El teniente coronel Martín Parada y otros encabezaron la
sublevación del 1 de enero de 1958. El general Rómulo Fernández logró que
expulsaran a Vallenilla, Ministro del Interior, y a Pedro Estrada, director de
la Seguridad Nacional, aunque ese gesto le costó el exilio. Posteriormente,
oficiales de la marina y de la Escuela Militar desconocieron al gobierno lo
cual obligó a huir al dictador.
Desde luego la resistencia civil, integrada
por militantes de Acción Democrática y del Partido Comunista, y en menor grado
por copeyanos, jugó un papel importante. Muchos hombres y mujeres fueron
asesinados, encarcelados, torturados y exiliados. La Junta Patriótica, con ese
roble que sigue luchando por la libertad como es Enrique Aristiguieta, fue
factor de peso en los últimos meses de la dictadura. La Iglesia, el manifiesto
de los intelectuales, los estudiantes y los gremios profesionales contribuyeron
a la huelga general que fue la puntilla para el régimen.
Lamentablemente, en Venezuela se volvió a
implantar una dictadura, esta vez adaptada al siglo XXI. Numerosos oficiales
dieron cívicamente un paso al frente para impedirla y por ello fueron a la
cárcel o al exilio. En tiempos de Pérez Jiménez los civiles se solidarizaron
con los militares rebeldes. Hoy, parte de mundo político ha marginado
injustamente a los oficiales que rechazaron las violaciones a la Constitución.
Vaya nuestro reconocimiento a civiles y militares que defendieron en el pasado
y defienden en el presente los principios y valores de la democracia.
Como en botica: Sumisa la sentencia del TSJ y la decisión de
Unión Radio de callar a Damián Prat. Apoyamos a la MUD y sugerimos su
ampliación
¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
Eddie Ramírez es miembro de Gente del Petróleo
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