VALENTINA OROPEZA / ADRIANA RIVERA 2 DE MARZO 2013
Las
refacciones hechas al piso nueve el año pasado permitirían asistir a Hugo
Chávez sin necesidad de que sus médicos y enfermeras tengan contacto con el
resto del centro asistencial
En de las instalaciones del Hospital
Militar Dr. Carlos Arvelo ningún empleado se atreve a hablar sobre la salud del
presidente Hugo Chávez. Médicos, enfermeros, camareras, cocineros y
trabajadores de limpieza, todos evitan responder a la pregunta de si el
mandatario está alojado en el piso nueve. Lo único cierto es que ninguno de los
consultados lo ha visto ni conoce al personal que lo asiste.
El hermetismo sólo se derriba con
promesa de anonimato por delante, en conversaciones entabladas lejos de la
avenida José Ángel Lamas de San Martín. La dirección del hospital convocó una
reunión en el auditorio de la institución con los jefes de servicios el martes
19 de febrero, un día después de que Chávez habría sido trasladado desde La
Habana hasta el Hospital Militar, para explicar el protocolo que debía seguirse
ante la llegada del nuevo paciente.
Se pidió a los jefes de servicio, que
además de médicos son militares, que notificaran al resto del personal que no
pueden hablar sobre el Presidente, pues los teléfonos estarían intervenidos y
habría funcionarios de inteligencia vestidos de paisanos en cualquier rincón
del centro. Mejor llevar el carnet del hospital en un lugar visible para evitar
encontronazos con Casa Militar y prepararse anímicamente para una contingencia
prolongada.
Seguridad flexible. Nadie cuestiona que la guardia
presidencial impida el acceso a los pisos ocho y nueve desde las escaleras, o
que los ascensores no abran en esos niveles a menos de que se tenga un
carnet autorizado para penetrar el búnker presidencial. Lo que sí levanta sospechas
son las medidas de seguridad, principal fuente de las especulaciones que hacen
palpable la incertidumbre.
Para algunos, esta vez las
restricciones son más laxas que las desplegadas en otras ocasiones en las que
el propio Chávez o funcionarios del Gobierno han recibido tratamientos en el
Hospital Militar. Otros nunca habían visto tantas limitaciones para el
movimiento del personal sanitario y los pacientes. Los primeros ponen en duda
que el Presidente esté siendo asistido en San Martín. Los segundos creen, con
toda certeza, que sí lo está.
Varios empleados consultados aseguran
que cuando Chávez fue internado de emergencia durante dos días a finales de
septiembre del año pasado, Casa Militar y el Servicio Bolivariano de
Inteligencia Nacional, Sebin, tomaron las instalaciones del hospital, limitaron
la consulta al público y las labores del personal sanitario, instalaron
francotiradores en las terrazas, movilizaron la unidad antiexplosivos del
Sebin, poblaron los pasillos con perros de rastreo, desalojaron las tres líneas
de taxis que ofrecen transporte en la entrada de la institución, y custodiaron
rigurosamente al gobernante cuando se paseó por el centro médico para recoger
las quejas de los empleados y prometer mejoras salariales.
Para otros trabajadores resulta muy
llamativo que nunca antes se hayan instalado detectores de metales, medida que
se suma a la sucesión de cambios en la estructura física y la rutina de
funcionamiento del hospital que se iniciaron con la remodelación del piso nueve
emprendida en 2012. Cuentan que hasta el año pasado esa planta estaba dividida
en dos alas: una para recibir a pacientes de “alta jerarquía”, es decir,
militares con grados superiores y políticos del Gobierno; y otra para la suite
presidencial. Tras las refacciones, la zona destinada a los cuidados del
mandatario abarca todo el piso. Se sellaron las ventanas, se levantó una pared
que estrechó el acceso por las escaleras entre el piso ocho, donde funciona el
servicio de Obstetricia, y el nueve; y se habilitó un segundo ascensor para la
planta presidencial.
Se instalaron aires acondicionados,
cámaras con vista a ciertos ascensores, así como censores para carnets. Uno de
los elevadores da acceso a un pasillo solitario contiguo al Salón Vargas, un
restaurante disponible sólo para el personal médico, que desemboca en un área
del estacionamiento donde hoy permanecen aparcadas día y noche varias
camionetas grandes de vidrios oscuros. Aunque ninguno de los consultados ha
visto a algún familiar de Chávez desde el 18 de febrero, presumen que se
trasladan en esos vehículos.
El Nacional comprobó que no hay
francotiradores en las azoteas y no se avistan funcionarios uniformados del
Sebin en los pasillos.
En el piso 17 de la torre norte hay un
helipuerto donde aterrizan los helicópteros que trasladan a pacientes
importantes que requieren asistencia inmediata. A pesar de que esta instalación
se comunica con el piso nueve a través de ascensores, no se han escuchado
sobrevuelos en las últimas dos semanas.
Muchos advierten que el piso nueve
está habitado por personal sanitario cubano que no tiene contacto con el resto
de los empleados del hospital. Aunque no hay constancia de que se pida al
servicio de lavandería que recoja sábanas o toallas usadas en el piso nueve, ni
se solicitan bandejas de comida a la cocina del hospital, los empleados
coinciden en que la asistencia al mandatario puede cubrirse por completo dentro
del piso nueve sin que se perciba movimiento alguno.
Un soldado con cara de adolescente de
Casa Militar chequea los pasillos del piso siete para que nadie atraviese
escaleras que no debe. Afirma que no ha visto al Presidente, pero apuesta su
vida a que se está recuperando en el Hospital Militar. “Pronto va a volver, vas
a ver”, expresa lleno de optimismo.
Sin equipos para pacientes oncológicos
El hospital militar no está en
capacidad de atender a pacientes con cáncer que necesiten radioterapia. El
servicio no funciona desde 2008, cuando se intentó instalar un acelerador
lineal marca Siemens al que le fallaron las piezas. La máquina permanece en el
sótano, cerca de la entrada del Servicio Terapéutico Oncológico.
Dos fuentes consultadas señalan que el
equipo de cobaltoterapia (para tratamiento con radiaciones) está parado desde
2008. El tomógrafo y el equipo de hemodinamia tampoco funcionan. En 2012 se
inició la instalación de un nuevo acelerador lineal, pero el proceso está
retrasado.
Estos equipos -señalaron- requieren de
tiempos prolongados para su instalación y prueba, y de fuentes de energía
eléctrica especiales. No han podido constatar que aparatos de este tipo se
encuentren en el piso donde estaría internado el Presidente. Precisan que estas
máquinas suelen estar en sótanos o plantas bajas, pues necesitan búnkeres con
paredes gruesas que ofrezcan protección de las radiaciones.
"Si en ese piso están esos
equipos es porque los consiguieron a través de convenios internacionales como
el de Cuba, porque no sabemos de casas comerciales que los hayan vendido al
hospital militar recientemente", afirmó uno de los consultados.
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