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lunes, 19 de agosto de 2013

De homofobia y política


Por Golcar, 17/08/2013

“Ojalá, Dios no te castigue con un hijo gay”, sueltan algunas personas para “defender” a alguien de un ataque homofóbico. En esos momentos, pienso «No me defiendas, compadre».

En otras ocasiones, amigos que se consideran “open minded”, preguntan con cara compungida y gesto de esperanzada incredulidad, como quien pregunta por la expectativa de vida de un paciente con una enfermedad terminal:

-¿Tú crees que Capriles sea gay? ¡Ay, Dios, yo no creo!

O manifiestan lo tristes que se pusieron el día que Ricky Martin decidió salir del closet y hacer pública su homosexualidad.

En esos momentos, cuando algún amigo, deja que inconscientemente sus prejuicios contra la homosexualidad salgan a flote con comentarios, expresiones o gestos “involuntariamente” homofóbicos, pienso: “¿Qué se puede esperar de trogloditas como Pedro Carreño o Elías Sayegh respecto al tema?”

Hay comentarios de personas que se consideran a sí mismas como amplias y gay friendly, a quienes su subconsciente los traiciona, a pesar de que tratan conscientemente de superar sus pre-conceptos. Como bien señalaba el diputado argentino durante la discusión en el Congreso de la Ley Igualitaria y de aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo:

“Cuando decimos, por ejemplo, ‘ah, bueno, si es gay es buen trabajador’, ya hacemos una discriminación, porque ese ‘buen trabajador’ tuvo que hacer méritos desde la infancia para que no se le note diferente, y tuvo que sufrir desde la infancia para cubrir las diferencias que pudieron haber tenido en una sociedad que los discriminaba”.



Son comentarios prejuiciados, con diferente matiz a lo manifestado por Sayegh y Carreño, pero cargados con la misma negatividad.

Algunos saldrán a decir que no meta en el mismo saco a Carreño y a Sayegh, que son muy diferentes. A esos les respondo que los igualo porque, aunque se diferencien en la forma de expresarse, uno, con tono y expresiones vulgares y soeces y, el otro, con pose de catedrático del Opus; en el fondo, ambos manifiestan el mismo prejuicio y la misma intención de desconocer los derechos de las personas LGTB. En ese campo, por lo menos, ambos pertenecen al mismo bando.



Por eso, me asombró cuando posteé en Twitter el video de Elías Sayegh en el que manifiesta su abierta oposición al matrimonio igualitario y un joven, tal vez demasiado joven para entender el alcance de su posición, me respondió:

“yo soy el cordinador del movimiento gay de El Hatillo y apoyamos la candidatura de @eliasayegh”.

Y no conforme, agregó en otro tweet:

“si no afecta a nuestro movimiento y a los que lo integramos no creo que afecte a otras personas”.

Solo pude recomendarle que si él en verdad coordina un movimiento gay y es activista LGTB, revisara sus conceptos y sus apoyos políticos, pues es incomprensible que un defensor de los gays apoye a quien le niega sus derechos.

¿Será que ese muchacho no ha pensado que ese alcalde, que abiertamente declara su oposición a las uniones del mismo sexo, jamás le reconocerá sus derechos como ciudadano diferente y que hasta podría, en caso extremo, perseguirlo por su opción sexual? Pequeños detalles que deberían tener muy en cuenta quienes en verdad toman el tema LGTB en serio, a la hora de decidir por quién votarán para que los representen en los cargos públicos.

De la asquerosa y oprobiosa intervención de Pedro Carreño en la Asamblea Nacional, y la repetición de sus absurdas acusaciones en boca de Nicolás Maduro, poco tiempo después, basadas en unas fotografías privadas y obtenidas mediante el abuso del poder y el atropello a la Constitución, no voy a hablar aquí. Bastante se ha dicho y ambos quedan perfectamente retratados en sus comentarios y expresiones.

Solo agrego que, si el régimen va a buscar “pruebas” de ese tipo para acusar a los ciudadanos, va a tener un gran trabajo allanando hogares, pues dificulto que haya alguna casa en el país donde no se guarden fotografías del tenor de las mostradas en la Asamblea, recuerdos de divertidas fiestas familiares hasta con tipos disfrazados de “negritas” como antaño se usaba, y en las que solo una mente enferma, malintencionada y con objetivos muy pre concebidos, puede ver indicios de “trata de blancas”, “prostitución”, “consumo y tráfico de estupefacientes”. Queda completamente claro, en las acusaciones de Carreño y en las declaraciones dadas por NIcolás, que para ellos ser homosexual es indicio de depravación, prostitución, drogadicción… Una foto de unos hombres en actitud cariñosa constituye prueba, para ellos, de trata de blancas y prostitución masculina y femenina.

Lo sucedido ese día en la Asamblea Nacional es el fiel reflejo del atraso que en materia de igualdad de derechos presenta nuestro país. En Venezuela la discusión de los derechos LGTB no ha sido tomada en serio. Los políticos únicamente se refieren al tema para menospreciar al adversario, minimizarlo, atacarlo, disminuirlo, subestimarlo y acusarlo moralmente como si la homosexualidad fuese un delito.

¿En qué me podría afectar a mí como fanático o público el hecho de que Ricky Martin se acueste con hombres o con mujeres? ¿En qué me podría afectar como ciudadano el hecho de que Capriles sea homosexual o heterosexual? ¿Acaso lo

que una persona haga en la privacidad de su alcoba y bajo sus sábanas puede determinar su desempeño como político o artista? ¿Es peor presentadora Ellen Degeneres que Chelsey por el hecho de ser lesbiana? ¿Es mejor actriz Meryl Streep que Judy Foster por ser heterosexual?

Algún día a la gente no le interesará con quien se acuesta la persona que tiene enfrente -espero- a menos que tenga el deseo o la intención de acostarse con ella. Dejaremos de darnos golpes con el codo y de murmurar cuando pase a nuestro lado un hombre que bota pluma o un transexual. Llegará el tiempo en que votaremos a un político por su desempeño como líder y sus propuestas, sin importarnos a quién meta en su cama. En algún momento disfrutaremos de la creación de un artista sin que el morbo nos limite el disfrute porque se pueda acostar con alguien de su mismo sexo.

Como sabiamente expresa en el video el niño Graeme Taylors, de 14 años, en la defensa que hiciera a su profesor suspendido por haber defendido a la comunidad LGTB. Es el discurso de un niño de 14 años, gay, quien a los nueve intentó suicidarse y que pide que, así como Luther King esperaba que algún día a las personas no se les juzgase por el color de la piel, sino por el contenido de su carácter, tampoco sean juzgadas por su opción sexual.

“Espero que algún día, nosotros también podamos ser juzgados por el contenido de nuestro carácter -dice el niño-, y no por a quién amamos”.

Llegará ese día también a nuestro país. Un día cuando por fin y definitivamente en Venezuela podamos decir que TODOS los ciudadanos contamos con la observación y el respeto de TODOS nuestros derechos. Como dice el diputado Argentino, un país donde su hijo homosexual tenga los mismos derechos que tienen su hija mujer y su hijo heterosexual. Porque una sociedad donde los derechos no son para todos sus ciudadanos es un sociedad injusta y discriminatoria.



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