Trino Márquez 21 de agosto
de 2013
La salida en avalancha de Globovisión
de sus anclas y fundadores-periodistas, productores, investigadores- y las
razones que acompañan su decisión, definió claramente la tendencia por la que
marcha el canal: en poco tiempo será una pieza más del vasto aparato comunicacional
hegemónico montado por el tándem castro-chavista para tratar de imponer la
visión y preservar el poder de la claque dominante.
El giro hacia el oficialismo de la
planta -comprada por un grupo de empresarios cercanos a Diosdado Cabello con el
fin de torpedear la gestión de Nicolás Maduro- forma parte de los pactos
versallescos entre el Presidente de la Asamblea Nacional y el Presidente a juro
para mantener la cohesión del chavismo en medio de la descomposición que
experimenta luego de la partida del caudillo. La debilidad política de los
rojos, reflejada en las encuestas serias ?por supuesto que no en las de los
alabarderos tarifados- y la cercanía del 8-D, los han llevado a apretar las
clavijas en todos los medios de comunicación en los cuales ejercen el control o
influencia. La Red Nacional de Medios Públicos -de la cual Globo formará parte,
aunque no de forma oficial- tendrá que aumentar la intensidad de los ataques a
la oposición, cubrir con una capa de humo aún más espesa los problemas nacionales
y promover las acciones del Gobierno hasta convertirlas en hazañas asombrosas.
El mismo guión seguido por los comunismos conocidos: Unión Soviética, Europa
Oriental, China, Corea del Norte, Cuba.
Sin embargo, como advierte el
editorial de Analítica del 21 de agosto, el severo control comunicacional, la
autocensura y la propaganda compulsiva, no les ha servido a Maduro para mejorar
su maltratada imagen, ni a su precario gobierno para consolidarse. Gobierno y
Presidente siguen siendo endebles, sin atractivo popular, sostenidos por una
claque militar enriquecida y corrupta y por los socios cubanos, adueñados de
esta postrada colonia. Moraleja: la legitimidad y popularidad de un régimen
necesitan de medios de comunicación eficaces, axioma establecido por Joseph
Goebbels, pero no basta con poseerlos; se necesita que la gestión del gobierno
sea exitosa para que la propaganda, la exageración y la mentira, prosperen.
Precisamente este componente le falta al gobiernito de Maduro. Los éxitos
no se palpan y por esa razón la erosión no se detiene, a pesar de dominar casi
todo el espectro televisivo y gran parte del conformado por las ondas
hertzianas.
En esta carencia hay que enfocarse
para calibrar en su justa medida la pérdida de Globovisión. No hay duda de que
se trata de un golpe doloroso. El canal de La Florida fue un instrumento
esencial de la resistencia numancina librada por los venezolanos para impedir
que en el país se impusiera una dictadura totalitaria como la cubana. Globo no
fue un canal neutral en el sentido asexuado del término. En Venezuela no tiene
cabida la neutralidad valorativa. Invocarla es un ardid de los pusilánimes y
los agentes encubiertos del régimen. No se puede ser imparcial ante un proyecto
deliberado de destrucción de la democracia y la república como el que se
puso en marcha en 1999. Habría sido una tremenda irresponsabilidad haber
pretendido ser ?químicamente puro? ante el comportamiento de una clase
gobernante dispuesta a ?refundar la República? a partir de la demolición de las
instituciones democráticas, la imposición de un pensamiento único y la
abolición de cualquier forma de independencia de las instituciones del Estado y
de las organizaciones de la sociedad civil. Globovisión se cuadró con la
defensa de la libertad de información, expresión, comunicación y pensamiento,
valores pertenecientes a la cultura occidental, que dieron origen a la
democracia moderna y a la lucha contra el poder omnímodo encarnado por los
monarcas absolutistas. Entre la oposición democrática y Globovisión se formó
una alianza natural porque hubo coincidencia de valores e intereses. Ambas
defendían principios similares.
Esta coalición se fracturó. Globo
será, en el mejor de los casos, el lado menos agresivo, o más amable, de VTV.
Será una planta descafeinada, cuyo propósito residirá en hacer más potable la
tragedia que vivimos. La defensa de los principios intrínsecos a la libertad,
la democracia y la República en el plano de la comunicación, ya no serán su
preocupación.
Este duelo hay que elaborarlo y
superarlo por doloroso que sea. Hasta ahora la oposición tuvo la fortuna de
contar con esa poderosa imagen y voz. A partir de este momento debe
reinventarse e innovar para que el duelo no se eternice.
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