ALONSO MOLEIRO 17 de agosto
de 2013
En la mayoría de los
parlamentos de América Latina aprueban instrumentos legales para otorgarle
derechos civiles a la comunidad homosexual: es este uno de los muchos aspectos
que comprende la agenda del progresismo moderno. En Venezuela nos tenemos que
conformar con escuchar las reflexiones conceptualmente indigentes de Pedro
Carreño
Todos los esfuerzos funcionales del
chavismo durante el año pasado tuvieron como foco exclusivo asegurar la
victoria electoral del 7 de octubre. El enorme despliegue logístico y de
recursos fue ejecutado con un Hugo Chávez evidentemente muy enfermo.
Mientras intentaba desmentir con
torpeza la enloquecida circulación de rumores, el alto Gobierno tomó la
inconcebible decisión de mantenerle oculta a la ciudadanía la verdadera
gravedad del problema de salud del entonces Presidente de la República.
Lo cierto es que, llegados a este punto,
podemos concluir cuan elocuente era, entonces y ahora, la deriva anarquizada y
la ausencia total de conducción que ha estado atravesando la nación desde el
año pasado. Con un Hugo Chávez luchando desesperadamente por sobrevivir, y unos
mandos dirigentes que parecían no atreverse a tomar decisiones fundamentales
sobre la marcha administrativa de la nación, el chavismo, y todo el país al
remolque, debe encarar ahora la más severa crisis de gestión que atraviesa el
actual régimen en estos 14 años. Los restos de Hugo Chávez, entretanto, reposan
en el Museo Histórico Militar.
La sequía de divisas ha lastimado
severamente todo el entramado económico y el aparato productivo de la nación.
El país tiene, en este momento, dos decretos de emergencia: uno eléctrico y
otro en materia vial. La inflación y el desabastecimiento están en sus niveles
más graves desde 1999.
Los proyectos emblema en materia de
infraestructura, incluyendo el Plan Ferroviario, están paralizados. Las
decisiones del Gobierno y su bancada parlamentaria lo único que hacen es
agravar los problemas que ya existen: la ley de inquilinato, por ejemplo, acabó
con los alquileres en Venezuela.
Como nunca antes en nuestra historia,
el hampa tiene el control de la voluntad de los ciudadanos. Los hospitales, el
de Coche, el Algodonal, el de Niños, presentan un gravísimo deterioro. Los
proyectos no quedan concluidos, el despilfarro de recursos es doloroso y la
corrupción está completamente generalizada.
En una de sus últimas alocuciones
públicas, al momento de presentar un enésimo plan de reimpulso, denominado en
este caso, "eficiencia o nada", el propio Chávez reconocía de forma
implícita la gravedad del problema que enfrentaba su Gobierno. Dicho de otra
forma: el absoluto fracaso de su gestión en un tiempo de bonanza petrolera.
Por mucho que sus periodistas y
gacetilleros lo disimulen, nada de esto es ignorado en las adyacencias del
Palacio de Miraflores.
En manos del chavismo Venezuela se ha
convertido en un Estado disfuncional, integrado por una tropa de funcionarios
matraqueros y cínicos que cabalgan sobre la consigna de arrinconar al
empresariado para redondearse la quincena: los delitos de contrabando, tráfico
ilegal de toda suerte de bienes, extorsiones y sobornos, cometidos, incluso,
por miembros activos de la Guardia Nacional, constituyen este momento el
secreto peor guardado de la provincia.
Es en este contexto que debemos
interpretar el penoso sainete parlamentario que la semana pasada protagonizaron
Diosdado Cabello y Pedro Carreño. Una maniobra agresiva y hecha a toda prisa
para intentar tomar la delantera ante el debate que parece aproximarse.
No es casualidad que, de forma casi
simultánea, el canal del Estado ofrezca atildadas "mesas redondas" y
espacios de opinión a los cuales son invitados los miembros de los poderes
públicos para reflexionar en torno a los alcances del ilícito y el daño que le
hacen las fuerzas del imperialismo al patrimonio de la nación. Son las mismas
que han presenciado silentes la dolorosa descomposición institucional vigente
en nuestro país.
Un Gobierno que agota hasta cuatro y
cinco veces el valor de una obra que jamás queda inaugurada, y que se sirve de
las costosas regulaciones cambiarias y administrativas vigentes en este país
para que los funcionarios más conspicuos del chavismo hagan negocios y se
enriquezcan.
Bandes, el Fondo Chino, La CVG, Pdvsa,
las notas estructuradas. Las gobernaciones de Aragua, Guárico y Bolívar. En el
pasado, las de Vargas y Cojedes. El Plan Bolívar 2000. Los globos de la
Alcaldía Mayor. Puede que a continuación aparezcan por ahí cuatro o cinco
cándidos articulistas en Aporrea, o en Ciudad CCS, pontificando vacuidades
sobre "la autocrítica revolucionaria".
Se quejarán una vez más porque
"hay burgueses que tienen boina roja" y demandarán rectificaciones
que jamás se van a producir. Tienen 14 años escribiendo las mismas reflexiones
inocuas, figurándose candorosamente que de verdad están construyendo un Estado
comunal. Los poderosos, los enchufados, saben que son inofensivos.
Las truculentas acusaciones formuladas
en contra de la dirigencia de Primero Justicia no sólo trazan una especie de
esbozo para insinuar el camino de la ilegalización de esta organización.
El saqueo a manos llenas de los dineros
públicos no es lo que se debe discutir: de acuerdo a los parlamentarios del
Psuv, acá lo procedente es averiguarle la vida personal a la dirigencia de la
oposición para montarles una fábula y abrirles un expediente judicial.
En la mayoría de los parlamentos de
América Latina ya discuten y aprueban instrumentos legales para otorgarle
derechos civiles a la comunidad homosexual: es este uno de los muchos aspectos
que comprende la agenda del progresismo moderno. En Venezuela nos tenemos que
conformar con escuchar las reflexiones conceptualmente indigentes de Pedro
Carreño. Transmitidas, por cierto, en horario infantil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico