ELEONORA BRUZUAL viernes 23 de agosto de 2013
Maduro
quiere legalizar la calumnia y el fusilamiento moral de los opositores
Cuando veo por los medios de
comunicación a Maduro y su combo pontificando sobre honestidad y pretendiendo
engañarnos -igual que lo hizo el pajarito que con anterioridad transmutó en
"Gigante"- con la necesidad de leyes habilitantes que uno pidió para
enfrentar el drama de los damnificados y el otro lo hace con el cuento de que
las requiere para combatir la corrupción, se me hace imposible no ver la imagen
de una meretriz convocando una cruzada por la castidad.
El "Gigante" nos dejó un
mono inconmensurable. Se tragó miles de miles de millones de dólares y no
solucionó el drama de la falta de viviendas de esos venezolanos que se comieron
la coba de que a él los pobres le significaban la razón de sus luchas. El
"Gigante" dejó forrados a familiares y acólitos. Aupó groseras
fortunas de los que gozándose lo mal habido, tienen el cinismo de llamar ladrón
al inocente... Enriqueció a chulos y felicitadores internacionales con los
recursos de un pueblo que nunca ha estado más paupérrimo que ahora, pero al que
convenció que "tomarlos en cuenta" a la hora de engañar, era el
máximo logro, sólo posible en socialismo del siglo XXI, mazacote ideológico
donde el odio y el resentimiento se encochinaron con la violencia, con la
impunidad tanto del ladrón de ministerio como del ladrón de casas y carros. Con
los crímenes impunes de los asesinos materiales e intelectuales de un yerno o
un fiscal, o de una madre y su hija que no escucharon la voz de alto de unos
militares o de los cientos de miles de muertos sin nombre ni justicia, frías
estadísticas arrumadas en morgues aterradoras y que al atraparlas con el lente
de una cámara fotográfica se convirtieron en razón para extorsionar a un
periódico y a un editor, porque esas morgues no deben ser mostradas tratando de
desvirtuar que "Tenemos Patria"...
Por eso, ahora Maduro uno más de esta
rebatiña castrochavista, quiere legalizar la calumnia y legalizar -por ahora-
el fusilamiento moral de los opositores
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