Leonardo Silva Beauregard MIÉRCOLES,
23 DE OCTUBRE DE 2013
@LeoSilvaBe
Hace 10 años le hablaba a un íntimo
amigo judío de la persecución que eventualmente sufriría la comunidad hebrea
bajo la revolución bolivariana. Contestó que yo exageraba, que era paranoico y
que Hugo Chávez era incapaz de algo así, que no era nazi sino un hombre de ideas
progresistas con gran sentimiento de preocupación y solidaridad por un pueblo
que lo adoraba. En 2008, cuando comenzaron los ataques contra la Sinagoga de
Caracas por parte de grupos afectos al régimen, los allanamientos de esta y la
Hebráica, el acoso a las instituciones judías y aquel infame “¡odio al Estado
de Israel desde el fondo de mis vísceras!” (vísceras que luego enfermaron), su
opinión comenzó a cambiar. Hoy, a la luz de la interpelación impuesta al rector
de la Universidad Metropolitana por la AN, acusado de ser agente del MOSSAD
israelí y de implantar el adoctrinamiento sionista y contrarrevolucionario e
imperialista en esa casa de estudios, mi amigo alcanzó a decirme “tenías
razón”.
Yo no tenía una bolita de cristal.
Simplemente había leído en 1998 –con considerable esfuerzo para no vomitar- los
depravados y trasnochados textos de Norberto Ceresole, uno de los ideólogos
fundamentales de la revolución bolivariana; cosa que –por cierto- debieron
hacer muchos intelectuales, académicos, políticos y empresarios que abordaron
aquel portaaviones ese año, mismo que han tenido que abandonar -en ocasiones
apresurados- por diversas causas. Además, me basaba en esa indescifrable
conducta del fascismo, tanto de izquierda como de derecha, de repetir una y
otra vez el mismo guion que en cada nueva puesta en escena lo vuelve a conducir
al fracaso.
Los hechos sugieren que no es
redundante volver a escribir sobre esta conducta reiterativa del fascismo:
Siguiendo al pie de la letra ese guion
originario de Stalin que probó Hitler en su demencial crimen contra la
humanidad, Nicolás Maduro primero quemó su Reichstag con el supuesto “sabotaje
eléctrico, petrolero y económico contra la Patria” por parte de los “apátridas
parásitos”, aliados con el imperialismo socio del sionismo. Luego solicitó su
Ley Habilitante para perseguir a esos enemigos de la nación y la democracia. Y
claro está, no podía faltar la denuncia de una tal “guerra económica”
–exactamente igual a la denunciada por Hitler en su momento- librada por esos
mismos “enemigos del pueblo”. Ni siquiera se molesta por cambiar los términos,
usa exactamente las mismas palabras del líder nazi. A veces pienso que la única
razón por la cual no ahorran saliva poniendo las grabaciones de los discursos
de Hitler en lugar de los propios, es porque el dictador austríaco hablaba en
Alemán.
Me pregunto qué inventarán estos
militares y rojos provenientes de un pasado remoto, posiblemente viajeros de
una máquina del tiempo que no tuvieron oportunidad de ser testigos del fracaso
de ese guion que hoy presentan en las tablas y que pertenecen a estadios de la
civilización superados hace 70 años. ¿Invadirán Colombia para anexar la Goajira
y así desatar la Tercera Guerra Mundial? ¿Habilitarán campos de exterminio para
llevarnos a más de 10 millones de venezolanos (contando solamente adultos)
junto a nuestros hermanos judíos? ¿Usarán Zyklon B o simplemente Baygon?
Es sorprendente ver que un régimen que
–si aceptamos sus propias cifras fraudulentas- goza del apoyo de cuando mucho
la mitad del país (de “la mitad mayoritaria” como dice el matemático
autodidacta Maduro); pero que en realidad está muy consciente de que tuvo que
fabricar y tumbar millones de votos para forjar esa falsa ventaja de 200.000
mil sufragios que, según ellos, le da derecho a cambiar el sistema político y
económico del país e imponérselo a la otra mitad con la que más bien debería
estar negociando una salida decorosa y lo menos traumática posible en su propio
interés. Un régimen que sabiéndose carente de base popular, de gobernabilidad,
de dinero, de excusas, de legitimidad, de prestigio y de moral, decidió
exterminar a toda la disidencia, incluyendo a los judíos que no podían faltar
como culpables, antes que aceptar su inminente e inexorable muerte.
Benjamín Scharifker no solamente
representa al judaísmo, sino al conocimiento, el verdadero gran enemigo de una
revolución fascista de cualquier color. Así que liquidándolo –cosa que jamás
lograrán- pretenden matar dos pájaros de un tiro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico