MARÍA DENISSE FANIANOS DE
CAPRILES miércoles 30 de octubre de 2013
@VzlaEntrelineas
Los niveles de mentalidad y actuación
corrupta a los que se está llegando en un sector del país son tan grandes y
hediondos que el olor a podrido ha empegostado a muchos, y lo que más dolor da
es que está empegostando también a niños y jóvenes. Sé que mi artículo de hoy
comienza con palabras muy duras pero es que no hay nada más ¡asqueroso! que ver
a una persona embarrándose las manos, la conciencia, el alma... con dinero mal
habido. Y es que el problema es que la corrupción en la sociedad actúa como la
fruta podrida en el guacal, esa fruta que va pudriendo a las otras que tiene a
su alrededor.
Cada día vemos más ejemplos de
corrupción, a todos los niveles, y lo peor es que a esas personas no les da
vergüenza hablar de "sus negocios" ni vivir ostentosamente mostrando
a los demás su dinero obtenido fácilmente. Yo pienso que es preferible pasar
hambre antes que ensuciarte las manos con corrupción; antes que ensuciarte el
nombre sabiendo que el rabo de paja luego es muy difícil de quitar; antes que
ensuciarte la conciencia sabiendo que el dinero "mal habido" ha
destruido ¡hasta vidas! Y si no que lo digan los enfermos en nuestro país que
se están muriendo por falta de medicinas o equipos médicos, o las madres a las
que les han matado un hijo. Todo eso producto de la corrupción.
La semana pasada el papa Francisco
dijo: "cuando una persona se apega al dinero, se destruye a sí misma,
destruye su familia... El dinero sirve para sacar adelante tantas cosas buenas,
muchos trabajos para desarrollar la humanidad... Lo que hace daño es la codicia
en mi relación con el dinero. Tener más, tener más, tener más... Te lleva a la
idolatría, destruye tu relación con los demás. No el dinero, sino la actitud,
que se llama codicia. Y luego, esta codicia también te enferma, porque te hace
pensar todo en función del dinero. Te destruye, te enferma...". Esto que
el Papa describe lo estamos viendo en nuestro amado país en personas que por
tener más y más son capaces de hacer lo que sea.
Pero para que este artículo no quede
con mal sabor voy a decirles también que conozco muchos casos de personas
honestas ¡de una sola pieza!, que no se dejan corromper, así estén atravesando
graves problemas en sus familias o en sus empresas. Algunas de estas personas
han tenido la oportunidad de hacer los "negocios de su vida" y no lo
han hecho.
Un amigo empresario me contaba que
hace días se presentó en su empresa una persona para despacharle materia prima
que él necesitaba con urgencia para realizar unos trabajos. Cuando pidió la
factura el hombre le dijo que no podía dársela y que tenía que darle el dinero
en efectivo. Este empresario me dijo: "Yo sentí que tenía al diablo en
frente, yo estaba entre la espada y la pared, la materia prima me la estaba
regalando comparándola con otros precios y yo tenía que sacar unos trabajos con
urgencia. Pero sin pensarlo dos veces le dije que por favor se fuera con su
mercancía porque ¿quién me podía garantizar que eso no era robado?". Para
algunos este empresario habrá quedado como un tonto porque no hizo un gran
negocio, pero para quienes creemos que la honestidad es parte vital en la
construcción de una sociedad justa y plena, este empresario ha dado un gran
ejemplo a seguir.
Otro mundo donde se está transmitiendo
la pudrición de la corrupción es el estudiantil. Por eso es tan importante que
los padres le enseñemos bien claro los valores a nuestros hijos y no permitamos
¡nunca! que ellos relativicen con los temas de la mediocridad, de la
deshonestidad... Hace días conversaba con un bachiller quien me decía que un
compañero del salón le dijo que no importaba raspar o repetir porque uno puede
hacer mucho dinero sin estudiar. Yo sentí en ese momento que me retrocedía en
el tiempo y veía a mi abuelo sentado en la butaca de su estudio cuando me decía
que la excelencia y la honestidad son dos valores que hacen a un hombre
verdaderamente Grande, valores que son los que pueden dar la estabilidad a una
nación.
Creo que ha llegado el momento en
nuestra amada Venezuela que quienes tenemos esa conciencia clara sobre la
corrupción, hagamos como una especie de campaña para rescatar el valor de la
honestidad. El mejor lugar para empezar es en el propio hogar. No permitamos
que nuestros hijos, sobrinos, nietos, amigos, etc., se pudran en la corrupción.
Eduquemos exigiendo, que los hijos sepan lo que cuesta ganarse el dinero, que
aprendan a vivir desprendidos de lo material para que la codicia no llegue a
convertirlos en seres insaciables.
Hablen claro ¡sin pelos en la lengua!
Díganles ¡y sobre todo den ejemplo! que el dinero se gana trabajando
honestamente; y que el trabajo de ellos (de los niños y de los jóvenes) es
estudiar, y que deben estudiar intensamente para ser ¡excelentes! ¡No criemos
hijos mediocres ni corruptos por favor! Esta es la mejor manera de contribuir a
que nuestra amada Venezuela no siga pudriéndose con la corrupción.
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