ALEK BOYD 3 SEP 2014
No hay argumentos
válidos contra deidades. Y Chávez, como Evita, como Juan Perón, ya entró en el
terreno divino
En el pasado quedó, afortunadamente,
el encanto global de Hugo Chávez. No me refiero a su muerte, sin duda a
destiempo, sino a aquella visión romántica que tenían muchos en Europa por el
verbo incendiario del caudillo venezolano. Recuerdo cuando comencé a escribir
sobre asuntos políticos de Venezuela, en octubre de 2002, como la inmensa
mayoría de las personas con las que hablaba sobre mi país me decían, palabras
más o menos: “pero Chávez está ayudando a los pobres. Por primera vez en la
historia un gobernante se ha ocupado de que los enseñen a leer y a escribir, ha
hecho universal el acceso a la salud y además ha reclamado la soberanía de
Venezuela...” Curiosamente, en un continente donde el estamento político está
profundamente desacreditado, como lo es el europeo, muchos de sus habitantes
tomaban la palabra de aquel político venezolano como misa. Pero reitero,
felizmente, ello cambió.
Después del mayor despilfarro de
recursos que se haya visto en el continente americano en las últimas décadas,
nadie puede obviar la realidad venezolana. Huelga entrar en discursos
estadísticos. La pobreza, el crimen, el desempleo, la escasez, los apagones,
los miles y miles de muertos, la corrupción, el déficit democrático, las
violaciones a derechos humanos, civiles y políticos, la total ausencia de
justicia e independencia de poderes, el abuso del mismo, es decir, la obra que
el chavismo ha erigido en 15 años está a la vista. Para cada especie
propagandística promulgada por los medios de comunicación del estado, hay
cientos, miles de casos de la vida real que contradicen al aparato hegemónico
gramsciano.
Es por ello que cada vez se escuchan
menos, allende las fronteras venezolanas, aquellas voces dispuestas a repetir
al pie de la letra, sin cuestionamientos, lo que decía Chávez. Se les ha hecho
imposible defender sus argumentos. Y, ¿dónde encontramos paralelismos de gente
que ha decidido creer en algo que no existe en la vida real?
“Chávez nuestro, que estás en el
cielo...” Han leído bien, estimados lectores. “Chávez nuestro, que estás en el
cielo...” No es un error, sino el último ejemplo de que al chavismo -al menos
en Venezuela- no se lo puede juzgar como a otros movimientos políticos
convencionales. No pertenece al territorio del PP, o del PSOE. Chávez no es
Pujol. Chávez es el Messi en la liga de Evita y Juan Perón. Intocable. Ahora
etéreo, incorpóreo, “en los cielos”. No se juzga a un santo, se cree en un
santo. Y es allí donde empieza y termina la religión chavista, porque es una
religión, no nos equivoquemos. Quien en Venezuela, a estas alturas, siga
creyendo en que el chavismo es la solución, no es una persona a la que pueda
convencerse de lo contrario con argumentos estadísticos, políticos, y
económicos.
No hay argumentos válidos contra
deidades. Y Chávez, como Evita, como Juan Perón, ya entró en el terreno divino.
De allí no sacan a nadie. En ese terreno no hay argumentación correcta, sino
fe. Los herederos de Chávez, Maduro y cia, han copiado la fórmula que su mismo
líder espiritual aplicó, sin éxito, con Simón Bolívar: Chávez pintó al icono
más reconocido de rojo, pretendiendo en una suerte de simbiosis histórica
ponerse al mismo nivel, equipararse con Bolívar, el padre de la patria. Pero
Maduro y su gente han ido aún más allá, puesto que Bolívar no abandonó nunca el
terreno político, el mundo de los mortales, mientras que Chávez es Dios.
Sin saberlo, es de Dios que hablamos y
hemos hablado los venezolanos en los últimos años. Con razón no hemos
encontrado, ni encontraremos nunca, puntos comunes y soluciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico