Miguel Méndez Rodulfo 31 de octubre de 2014
El régimen, hay que decirlo, se
encuentra en una situación de ingobernabilidad, aunque aparente lo contrario.
No se puede entender que un gobierno capitule frente a unos colectivos,
otorgando la cabeza del ministro del interior, a menos que se trate de un poder
disminuido, víctima del chantaje de oscuros grupos de presión colocados al
margen de la legalidad. Y lo grave es eso, que la institucionalidad sea
vulnerada por la irregularidad de grupos violentos que aunque armados no son
numerosos. Más grave aún es que el ministro defenestrado no recibió del
Presidente órdenes en contrario para abortar la operación de reducción del
colectivo dirigido por Odremán; luego es claro suponer que contó con el apoyo
de Maduro para adelantar el operativo. También es muy serio para el gobierno
que Rodríguez Torres es un militar activo, por lo que en los hechos la
institución castrense se vio retada por los colectivos y resultó derrotada por
los irregulares, en esa puja de poder.
Por otra parte, el sub arrendador de
Miraflores, es claramente un reo de los militares. La entrega del Ministerio de
Finanzas al sector militar, la lenidad del régimen para evitar el control de
los uniformados sobre el contrabando de gasolina y el de otros muy lucrativos
negocios, demuestra tal sumisión. Como hemos visto, el régimen flaquea frente a
los militares, paro también sabe hacerlo frente a los colectivos. Parece que
quiere complacer a ambos poderes fácticos, como si eso fuera posible sin que
haya perdedores. El problema es que los grupos dentro del Psuv también
presionan, reclaman su cuota de poder y juegan con su apoyo. En resumen que el
régimen quiere creer que juega una simultánea de partidos de ajedrez, cuando en
realidad juega, a la vez y con una sola estrategia, damas, backgammon, ajedrez,
sokoban y dominó. El asunto es que en cada partida se juega a Rosalinda.
Otra cosa significativa, que evidencia
el sometimiento del gobierno al poder de fuego de la nación, es que en medio de
esta pavorosa crisis económica, en la que la inflación hace trizas los
salarios, a los militares les suben el 45% del sueldo. Esto es una bofetada a
los venezolanos, sobre todo los más pobres. Sin embargo esto no es nuevo. Desde
1999 hasta 2009 los milicos recibieron un 30% anual de aumento (salvo en 2004
cuando les tocó un 60%). En el año 2010 su sueldo aumentó 40% y al año
siguiente 50%. En 2012 el incremento llegó a 40%, pero lo bueno para ellos
vendría en 2013 cuando la compensación arribó al 95%, lo que quiere decir que
el 45% de este año será con seguridad duplicado. No hablemos de ayudas para
adquirir viviendas y vehículos; ni los aportes para recreación y esparcimiento,
así como mejoras a los servicios de salud y aumento de la póliza médica de Bs.
20.000 a 50.000.
Mientras que a los policías, que son
quienes les brindan protección a los ciudadanos, no reciben aumento alguno, ni
tampoco ven mejorado su armamento y equipos, les esperan juicios, y
probablemente cárcel, por haber cumplido órdenes del ministro defenestrado, a
los colectivos se les otorga un poder que no tenían y se les reconoce como
intocables. Esa será otra causa de serias fricciones entre quienes presiden el
Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo.
Como si todo esto fuera poco, al régimen
ahora se le ocurre acusar a los buhoneros por la escasez y el incremento de
precios de los alimentos. Ya no es la derecha reaccionaria la que acapara e
incrementa en valor de lo que comemos, sino que la culpa es de los vendedores
informales y bachaqueros.
Caracas, 31/10/2014
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