Por Ing. Alberto Ray, 06/11/2014
@SeguriTips
Infraestructura crítica es aquella que provee
servicios indispensables para mover a la sociedad. En un sentido amplio, casi
cualquier infraestructura puede considerarse crítica, pues de alguna manera es
importante para una porción de la población. Sin embargo, el criterio más
ajustado se vincula con el impacto que tendría para el país, no contar con
ella.
En Venezuela lo vivimos de cerca cuando en el año
2006 se desplomó el viaducto 1 de la autopista Caracas La Guaira. El hecho de
no contar con esta obra, afectó de manera significativa, no solamente la vida y
la economía de la Capital y del estado Vargas, prácticamente toda Venezuela
sufrió el impacto de no contar con el enlace vial. No cabe la menor duda, que
la vialidad principal de una nación forma parte de su infraestructura crítica.
Pero la historia no termina allí, la clasificación estándar de infraestructuras
críticas comprende nueve grandes áreas:
· Energía y
petróleo
· Telecomunicaciones
· Banca e
inversión
· Hospitales
y centros de salud
· Industria
de los alimentos
· Sistemas
hídricos
· Transporte
y vialidad
· Industria
Química
· Gobierno y
Monumentos
La
infraestructura crítica debe ser segura, capaz de soportar y recuperarse
rápidamente de peligros a la que se pueda ver expuesta. Esto quiere decir, que
debe ser resiliente y confiable desde su diseño, porque una vez en operación, se
producirá sobre ella una alto nivel de dependencia.
La seguridad tiene un objetivo fundamental en las
infraestructuras críticas, y es garantizar su continuidad operativa. Un
aeropuerto, un hospital o la internet de un país no puede detenerse sin que
esto signifique un muy alto costo para una sociedad, además de las vidas, el
valor económico y el impacto social sobre amplios sectores de la ciudadanía. En
muchos países, incluyendo el nuestro, buena parte de la infraestructura crítica
es custodiada y protegida por la Fuerza Armada Nacional o está regida bajo
legislaciones especiales que obligan a la continuidad de sus operaciones. Sin
embargo, una porción significativa de las infraestructuras críticas están bajo
el control o gestión privado. Es el caso de la industria de alimentos, la
industria química, parte de la banca, la salud y las telecomunicaciones. En
este sentido, las organizaciones están obligadas a diseñar y desarrollar planes
de continuidad de negocios que aseguren la prestación ininterrumpida de servicios
esenciales para la población.
La resiliencia en las infraestructuras críticas
exige esfuerzos coordinados y orientados a fortalecer continuamente su
seguridad y operatividad. No es un trabajo exclusivo de la gerencia de
seguridad. Demanda una transformación cultural de la organización detrás de la
infraestructura. La seguridad positiva en particular, puede aportar en el
proceso de transformación cultural, alineada con una visión más previsiva y
responsable de la gestión de riesgos. En este sentido, me permito sugerir cinco
elementos que activamente se engranan en la resiliencia de la gente que opera
este tipo de infraestructuras:
· Realidad y
entorno se escuchan e interpretan: lo que nos rodea debe estudiarse pero no para
controlarse, sino más bien para entenderse y sacar el mejor provecho.
· Gestión
entramada en los procesos de la organización: la
seguridad es la actitud de hacer lo correcto, aunque esto implique que no
siempre sea fácil.
· Estímulo al
pensamiento y acción previsiva: prevenir es más fácil, más rentable y de efectos
más duraderos que reaccionar.
· Obsesión
por los detalles: En la seguridad positiva todo está sujeto a revisión y las pequeñas
mejoras se celebran como grandes éxitos.
· Gente y
tecnología que se entienden: La finalidad de la tecnología es en primer lugar,
neutralizar amenazas y no tanto controlar a los que están ganados a la cultura.
En
oportunidades nos olvidamos que por muy críticas que sean las infraestructuras,
y por mucho que las blindemos, al final del camino siempre está la gente. Y es
precisamente allí, donde puede residir la amenaza más grande o la fortaleza más
poderosa. Por ello no nos queda otra opción que transformarla para que se alíen
a lo bueno. Una vez más cito a Martin Seligman, padre de la psicología
positiva: “observar a otras personas hacer buenas acciones produce un estado
llamado elevación, que te lleva a querer hacer cosas buenas a ti también”
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