Por SJ Luis Ugalde
El deterioro
económico-social del país y la ineptitud del gobierno avanzan sin freno hacia
el abismo. Los hechos están a la vista de todos: empobrecimiento de los pobres
y de la clase media y parálisis de las empresas productivas. El voto de
diciembre tiene que ser un grito que reclama el cambio de esta ruta de
perdición. Por otra parte cada vez es más evidente que la prisión, maltrato,
farsa y condena de Leopoldo López y varias decenas de estudiantes y políticos
son reacciones típicas de gobiernos dictatoriales cuando se sienten acorralados
y huérfanos de apoyo voluntario.
La insensata inmovilidad
gubernamental en sus erradas políticas ha puesto tres graves bombas de tiempo
combinadas que, si no se desactivan, harán saltar por los aires a Venezuela:
inflación desbocada, desabastecimiento e inseguridad. La vida de todos
(chavistas o no) está amenazada, los productos más necesarios no se consiguen y
los ingresos no alcanzan para comprarlos.
Crece la desesperación y los que
apoyaron al gobierno se sienten traicionados por quienes en nombre del
socialismo se han hecho multimillonarios. La incapacidad gubernamental busca a
quién echar la culpa para convencer a la población de que la revolución va bien
y criminalizar a los críticos.
Entre las últimas cosas más
grotescas está el uso delincuente desde la altura del poder de la grabación de
una conversación telefónica privada entre el destacado economista, ex ministro
Ricardo Hausmann y el empresario Lorenzo Mendoza, sobre cómo salir del actual
desastre económico, que requiere entre otras cosas un préstamo de decenas de
miles de millones por parte de organismos multilaterales especializados, con
los correspondientes ajustes. Es sabido que el propio gobierno a escondidas se
hace también esta pregunta y varios ex ministros defienden sensatamente que hay
necesidad de acudir al Banco Mundial y al Fondo Monetario para proceder a la
inevitable cirugía mayor a fin de que no se muera el enfermo grave que es
Venezuela.
En una “democracia participativa” no hay prohibición de hablar de
estas cosas, sino obligación. Además del gobierno, todos deben discutir y
buscar soluciones, sobre todo los economistas y los empresarios. Cualquier
gobierno sensato, lejos de amenazar, condecoraría a Lorenzo Mendoza, a Hausmann
y a otros por participar activamente en esta búsqueda de soluciones en las que
todos somos corresponsables.
Los venezolanos (salvo la
minoría que se beneficia escandalosamente del desastre nacional) nos
preguntamos día y noche ¿cómo desactivar la triple bomba que nos amenaza:
inflación, escasez e inseguridad? Esto es lo que nos une a todos, pero el
gobierno no hace nada por cambiar y así conspira contra sí mismo; hoy está peor
que en enero y mañana estará peor que hoy.
Es imprescindible que de
manera clara y rotunda Venezuela manifieste en la próxima elección su decidida
voluntad de cambiar este modelo y reencontrar el camino de la esperanza cuya
construcción requerirá la unidad, por encima de pequeñeces y personalismos.
Este incendio pavoroso amenaza acabar con todo; por eso empresarios,
economistas, políticos y los ciudadanos responsables, de uno y otro signo,
deben unirse para apagarlo. Es el momento de darle un rotundo no al régimen y a
su modo anticonstitucional de uso del Poder Judicial, de la Fuerza Armada y del
CNE.
Nadie podrá detener el
cambio si vamos a votar con decisión y valor, a decirle a Venezuela y al mundo
que queremos transformación y no estamos resignados a tener los primeros
lugares mundiales en inseguridad-violencia, inflación, déficit fiscal, escasez
de productos de primera necesidad, corrupción...
Por supuesto, no basta el
triunfo electoral, hay que obligar al gobierno a reconocerlo y a cambiar. Sería
muy trágico y estúpido que por negligencia o cualquier otra razón, los que
queremos reformas nos quedáramos en casa, lo que permitiría al gobierno
proclamar ante el país y el mundo que Venezuela es feliz y que esta locura
empobrecedora tiene el apoyo de la mayoría. No hay soluciones ideales y completas,
pero está al alcance de la mano votar el 6 de diciembre y entrar decididamente
por la puerta del cambio para empezar cuanto antes la reconstrucción del país
con énfasis principal en la superación de la pobreza.
05-11-15
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