Por Jesús Torrealba
Lo que se deba hacer para
evitar que la crisis venezolana termine en un desastre del que todos tengamos
algo que lamentar tiene que hacerse ya, en las próximas horas, en los próximos
días. Las estrategias desarrolladas tanto por el gobierno como por la
oposición están ya vencidas por la realidad. Y no es verdad que tanto el
oficialismo como la Unidad Democrática “no puedan hacer más nada”. ¡Claro
que pueden! Pero valor político y coraje cívico son indispensables para
hacer bien lo que hay que hacer. Eso, y el amor por el país que hasta
ahora en muchos sitios no se ha evidenciado…
Llegó la “chavidad”
La única cosa que el gobierno
ha tenido como estrategia en los últimos tres años se reduce a dos palabras:
“Ganar tiempo”. Ganar tiempo para que la gente creyera que Chávez aún
estaba vivo, haciendo nombramientos y firmando actos administrativos; Ganar
tiempo para que el anuncio de su muerte coincidiera con la capacidad de hacer
elecciones, de manera que campaña electoral y pompas fúnebres fueran una y la
misma cosa; Ganar tiempo esperando que una milagrosa alza de los precios del
petróleo permitiera de nuevo a la cúpula gobernante financiar la corrupción y
tapar sus ineficiencias; Ganar tiempo, en fin, adelantando la navidad 2016
desde septiembre, en la creencia de que las festividades decembrinas harían
olvidar la crisis y le permitirían a la cúpula corrupta llegar –jadeando, pero
llegar- hasta enero 2017…
Pero resulta que “ganar
tiempo” ya no tiene sentido porque el tiempo a la dictadura se le acabó.
La mejor prueba es lo que ha ocurrido en las últimas 72 horas: ¡Tanto gastar
dinero el gobierno en adelantar artificialmente la Navidad, y resulta que
cuando de verdad llega diciembre el país colapsa! El pasado 2 de diciembre
Caracas olía a azufre: Viernes, quincena, aguinaldos, utilidades, inicio del
último mes del año, y resulta que los cajeros automáticos de los bancos no funcionaban
y los puntos de venta en los comercios estaban fuera de línea, y cuando ante
esta doble circunstancia los ciudadanos fueron ante la taquilla de los bancos a
retirar efectivo de sus cuentas se encontraron con que… ¡Tampoco hay dinero en
efectivo!, y los trabajadores bancarios se encogían de hombros con impotencia y
le decían a los usuarios que para darles su propio dinero necesitaban una
autorización “de arriba”, que además nunca llegaba.
Venezuela está ya instalada
en un colapso económico, y la desbocada caída del bolívar frente al dólar
revela que también está ya en la autopista a la hiperinflación. Frente a
esto, sin embargo, el régimen sigue haciendo exactamente lo mismo que lo ha
conducido a esta situación de postración: Repartiendo culpas sólo a “los demás”
(Dólar Today, Credicard, JP Morgan, los marcianos, etc. Todo el mundo es
culpable, menos ellos que tienen 17 años destruyendo la economía del país…),
insultando a la oposición política y, más recientemente, amenazando incluso a
los facilitadores internacionales de la Mesa de Diálogo Nacional. Mientras
tanto, Venezuela sigue barranco abajo. Esta es la “Feliz Chavidad” de la
que Maduro tiene medio año hablando…
La oposición, sin excusas ni
atenuantes
La estrategia de la
oposición en los últimos tres años también se puede expresar con dos palabras:
“Acumular fuerza”. Desde 2013, cuando se produce el cerrado y aun no
esclarecido resultado electoral que dio como ganador a Nicolás Maduro, la
oposición asumió que tener sólo la mitad del electorado en un país donde la
otra mitad tiene el control de las instituciones y de las armas legales e
ilegales, no era suficiente. Se intensifica entonces un duro trabajo de
organización de base, al mismo tiempo que la crisis económica corroe las bases del
adversario. Superados los desencuentros del primer semestre del 2014, al final
de ese año se relanza un proceso de reunificación que culmina el 6 de diciembre
de 2015 con la abrumadora victoria en las elecciones parlamentarias. Del 50 %
que tuvimos en 2013 pasamos al casi 60 % con que ganamos en el 2015 y al 80 %
que en 2016 rechaza al gobierno y respalda la necesidad de un cambio. No tiene
sentido, pues, seguir “acumulando fuerza”. Ahora lo planteado es ejercer
la fuerza ya acumulada, y hacerlo con eficiencia, valor y sabiduría…
Pero es allí precisamente
que se tranca la máquina del avance opositor, porque para “avanzar” hay que
saber hacia dónde, y esa dirección debe ser compartida por todos, porque o se
avanza en unidad o no se avanza. Y es difícil avanzar en la misma
dirección cuando agendas particulares dispersan los esfuerzos.
En efecto, ante la gravedad
de lo que vivimos (y de lo que se nos viene encima) cada quien en la oposición
reacciona con lo que tiene: Unos lo hacen con ambición, porque ven en la crisis
una ola gigantesca para que la “tabla de surf” de sus aspiraciones
candidaturales se deslice hasta la playa del poder; Otros lo hacen desde el
oportunismo, porque ven la crisis no como una ola sino como un río revuelto, y
se asumen como pescadores que pueden en esa circunstancia disputar el liderazgo
opositor; algunos reaccionan ante la magnitud de la crisis desde la búsqueda de
la solución individual al drama colectivo, y terminan optando por la emigración
o por la asimilación, es decir, por irse del país o por irse de la decencia;
Finalmente, la inmensa mayoría asiste a la crisis desde la preocupación que
puede llegar a ser angustia, angustia que puede llegar a ser desesperanza y
hasta rabia. Rabia, por lo demás, plenamente justificada…
El tiempo para la toma de
decisiones se acorta dramáticamente. El tema económico colocó ya al país en una
situación de colapso que puede tender a agravarse hasta lo caótico en breves
semanas; El tema político está con el juego trancado por la mezcla de incumplimientos
y agresiones del gobierno, y también porque incoherencias en la oposición han
impedido aprovechar las inmensas ventajas que en materia de respaldo interno e
internacional evidentemente hoy tenemos. es decir: todos los que tenemos
algún nivel de responsabilidad en la conducción de la oposición estamos sin
excusas ni atenuantes. Es urgente recobrar ecuanimidad, asumir que el
agravamiento de la crisis hace ilusorios los escenarios 2018 y 2019 añorados
por Maduro, y asumir también que desalojar democráticamente al régimen del
poder en 2017 y construir gobernabilidad sólo es posible si estamos unidos, y
si esta unidad establece relaciones fluidas y armoniosas con otros actores
políticos, económicos y sociales.
Todo eso hay que hacerlo, y
hacerlo ya. O el país seguirá cuesta abajo, y la oposición se seguirá
deshilachando lamentablemente, cada quien se reconfortará con el grupito que le
aplauda y en conjunto habremos perdido una oportunidad inmensa de cambiar para
bien la historia del país. Y, por cierto: Ni al país ni a la historia le
importará quien “tenía la razón” en el debate de las pequeñeces. Solo importará
lo que se logró y sobre todo lo que inexplicablemente no se logró. Aún estamos
a tiempo, y claro que tenemos con qué. El país democrático debe entenderse y
acordarse. No hay NADA más importante que eso en este momento. ¡Palante!
*Secretario General de la
Mesa de la Unidad Democrática.
08-12-16
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