Emilio Nouel 14 de octubre de 2018
El
arribo del polémico ex militar brasileño Jair Bolsonaro a Planalto luce casi
inevitable. En la votación del pasado fin de semana, la amplia diferencia de
votos con el segundo en liza parece preanunciarlo. No mucho le faltó para
ganar.
El hartazgo
de la sociedad brasileña de los políticos y su monumental corrupción, aunado a
los problemas económicos y de seguridad pública, determinó ese resultado hasta
cierto punto inesperado en su dimensión cuantitativa.
La
votación obtenida por Haddad pareciera, más bien, en contra de Bolsonaro no a
favor de él y su Partido (PT), sobre cuyo líder en prisión por corrupción, Lula
Da Silva, hay un vasto rechazo. Una gran polarización social y política se ha
instalado en ese país que hace vislumbrar dificultades.
Los
análisis y opiniones sobre ese triunfo preliminar y lo que augura son de
diversa naturaleza. Hay reacciones para todos los gustos. Alarmados algunos,
llegan a decir que Brasil está al borde del abismo, otros se mantienen
expectantes, sin dejar de mencionar los que no ven, dentro y fuera de Brasil,
nada grave en tal perspectiva y más bien se sienten complacidos. Hasta una
carta dirigida a la comunidad intelectual mundial ha aparecido en la que el
conocido sociólogo Manuel Castells afirma que Brasil está en peligro y que
evitar la llegada de Bolsonaro a la presidencia sería un caso de defensa de la
humanidad.
Desde
los países limítrofes con Brasil, el resultado es visto, principalmente, desde
el punto de vista de las repercusiones económicas que traería tal gobierno.
De
allí que importe mucho saber quiénes tendrán a su cargo el manejo de una
economía en crisis.
En esa
área se oyen nombres de destacados economistas y hombres de negocio.
Para
Ministro de Economía o Finanzas se menciona a Paulo Guedes, egresado de
postgrado de la Fundación Getulio Vargas y PHD de la Universidad de Chicago. Ha
sido banquero, Director Técnico del Instituto Brasileño de Mercado de Capitales
y directivo de empresas, entre otros cargos en el sector privado. Igualmente,
columnista de O Globo y la Folha de Sao Paulo.
Es un
liberal partidario de un programa de amplias privatizaciones en su país. Ha
dicho que debe privatizarse desde el Banco do Brasil hasta Petrobras. Para el
Estado, según él, esas ventas significarían alrededor de 215 millardos de
dólares, lo que le permitiría reducir en gran parte la deuda del Estado.
Otro
que ha sido mencionado es el economista Roberto Campos Neto, actual director de
mercados globales de Santander Brasil, quien estaría al frente del Banco Central.
No son
pocos los nombres que se publican pertenecientes a grandes empresas privadas e
instituciones financieras.
El
presidente chileno Sebastián Piñera ha declarado que en lo económico ve a
Bolsonaro bien orientado.
Para
la tiranía venezolana, mientras dure, un presidente como Bolsonaro será un
dolor de cabeza. Él ha dejado claro lo que piensa sobre nuestro país y su
gobierno.
Es de
esperar entonces que el nuevo gobierno de Brasil se mantenga en la misma
postura que el actual de Michel Temer respecto de Venezuela.
El
peso económico y geopolítico de Brasil en la región no hace falta subrayarlo.
Su influencia en las relaciones hemisféricas no puede ser soslayada. Lo que
allí ocurra en lo político y económico tendrá efectos en la región.
30
partidos estarán representados en su parlamento y otras instancias
político-institucionales. No será fácil gobernar a Brasil en lo adelante,
habida cuenta de los problemas que padece y de las tensiones polarizantes. Los
contrapesos jugarán un papel decisivo. La negociación entre las fuerzas
políticas, como en toda democracia, será aún más importante, vista la
dispersión de la representación popular.
Si se
confirma lo que parece ser un hecho irreversible, es decir, el triunfo de
Bolsonaro, solo queda aspirar a que por el bien de ese gran país y del
hemisferio, gobierne democráticamente, respetando los derechos humanos y las
libertades conquistadas.
EMILIO
NOUEL V.
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