Por Marino J. González
R.
Solo el titular es un
gran sobresalto. Buscar en la base de datos actualizada ayer por el FMI,
completa la impresionante noticia. Para el año 2019, el FMI pronostica que
Venezuela puede tener una tasa de inflación de 10.000.000%, diez millones por
ciento, en caso de usted, amigo lector, piense que se han colocado ceros de
más. La inflación pronosticada para el año en curso es 1.370.000%. También
señala el FMI que la tasa de inflación que Venezuela tendrá a final de año es
2.500.000%, vale repetir, dos millones y medio por ciento.
Realmente las
dimensiones de esta destrucción son descomunales. Se debe recalcar que la
hiperinflación es, antes que nada, un proceso de destrucción de capacidades
productivas. Es de hacer notar que la primera vez que el FMI alertó sobre
un proceso de hiperinflación en Venezuela, fue en abril de 2016, dos años y
medio atrás. Para ese momento, el FMI estimaba que la tasa de inflación al
final de 2018 podría ser 3.000%. Ha resultado ser casi 900 veces más.
La magnitud de esta
debacle debería significar una profunda reflexión para todos los venezolanos, donde
quiera que estén, y para todos aquellos con preocupación sincera por el
país. Esta es una situación dramática, con proporciones de destrucción
nunca vistas. Con afectación directa y sin precedentes en las condiciones
de vida de millones de personas, los que están en el país, y todos los que han
emigrado. Ahora bien, esto no es fortuito, esto no es un cataclismo natural.
Este nivel de
destrucción es el resultado de ideas, de políticas públicas. De una forma de
entender el desarrollo de las personas y de los países. Esto es el resultado de
una ideología equivocada, prepotente, y de una gestión de gobierno del mayor
nivel de incompetencia que se pueda imaginar
Las consecuencias de la
destrucción de capacidades productivas están a la vista de todos. La intervención
del Estado en todas las esferas de la vida social, la aniquilación de derechos,
la persecución en todas sus formas, ha conducido a esta situación que pone en
entredicho la viabilidad de la sociedad venezolana. El gobierno está en su
estrategia de minimizar la situación y tomar medidas, todas ellas conducentes a
agravar la situación. El escenario del FMI para 2019 expresa las fundadas
razones que indican que las propuestas del gobierno solo complicarán las
condiciones de vida de los venezolanos.
También es
completamente sorprendente que una crisis de esta naturaleza, no haya sido un
factor de consenso entre los líderes alternativos. Que toda esta devastación
que contempla la sociedad venezolana, no haya sido motivo para acordar las
líneas fundamentales de un país diferente. Mientras los efectos ocasionados por
la hiperinflación se profundizan, el país contempla que se no dan los pasos
necesarios para anteponer el bienestar de la gran mayoría a cualquier otro
interés.
Para muchos la
hiperinflación iba a ser un proceso “pasajero”. Un somero ejercicio de revisión
histórica indica que eso no es cierto. La duración de la hiperinflación de
Bolivia fue 18 meses, y la Nicaragua, 58 meses. Tampoco es cierto que luego de
tomar medidas antiinflacionarias los países adoptan un modelo de desarrollo
diferente. Bielorrusia demostró que no es así necesariamente. La
hiperinflación está llevando a la sociedad venezolana a los límites. Esperemos
que los acuerdos sean posibles y rápidos.
10-10-18
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