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miércoles, 10 de octubre de 2018

Enrique Krauze: “La Historia no absolverá a Zapatero”, por @Clara_Pinar



En su nuevo libro, ‘El pueblo soy yo’, reflexiona por qué América Latina 
ha sido tierra de caudillos.

Clara Pinar 09 de octubre de 2018

En su último libro, El pueblo soy yo (Debate), Enrique Krauze (Ciudad de México, 1947) reflexiona sobre por qué América Latina ha sido históricamente tierra de caudillos, desde la independencia de España hasta nuestros días.

Discípulo de Octavio Paz, autor de más de una veintena de libros sobre poder y política en América Latina y editor de la revista cultural Letras Libres, con ediciones en México y España. De perfil liberal y conservador, son frecuentes sus polémicas con la izquierda mexicana.

“Es muy difícil que haya un uso virtuoso del poder”, advierte Krauze. Así lo ha constatado en la Venezuela que el “sepulturero” Maduro heredó de Chávez y lo alerta de cara al sexenio de López Obrador en México. No alcanza a explicar cómo ha podido ocurrir más al norte, con Donald Trump, “el gran caudillo latino de Estados Unidos”.

Su libro hace una especie de crítica preventiva a la presidencia de México de Andrés Manuel López Obrador, que empezará el 1 de enero. ¿No le da el beneficio de la duda? Claro que sí. Cuando triunfó con este margen tan amplio, le di la bienvenida. Dije: este es un triunfo democrático. El pueblo le dio todo el poder:puede usted modificar la Constitución, controlar el poder judicial, debilitar la libertad de los diarios que no le gustan… Es el poder absoluto. Espero que le vaya muy bien en sus programas sociales y económicos.

¿Cree que va a a controlar el poder judicial o acallar los periódicos críticos con él? No, pero tengo derecho a apuntar que lleva años hablando con desprecio de los diarios que no piensan como él y que ha dicho que el poder judicial no ha hecho nada bueno por México y que hay que crear una nueva Constitución. Espero que ponga ya límites a su propia presidencia. Lo veo difícil porque crecer está en la naturaleza del poder. No es su naturaleza limitarse y en el poder absoluto, aún menos. Tengo cierto escepticismo.

¿Marcará alguna diferencia en la lucha contra el narco? México tiene un problema de violencia absolutamente grave. Proviene en particular de la venta de droga a Estados Unidos y de la importación de armas de alto calibre desde allí, de cambios muy profundos de la geopolítica del crimen. Un gobierno fuerte, inteligente, creo que puede hacer mucho por eso. Ojalá lo haga López Obrador. Pero no veo que tenga un plan. Habrá que enfrentar a Estados Unidos y no veo que tenga voluntad de hacerlo.

¿Legalizando las drogas, por ejemplo? Por ejemplo. Y exigirle una veda en el tráfico de armas. Habría que tener una actitud muy distinta a la persuasión con respecto a EE UU.

¿Qué debería hacer el presidente mexicano? A Donald Trump hay que enfrentarlo y no apaciguarlo. López Obrador, que tiene el 53% del apoyo electoral y más apoyo general, tiene la legitimidad para ir y decir basta. Pero su acercamiento ha sido como el de un desconcertante pacifista tipo Mandela.

En un libro anterior habló de la Venezuela de Hugo Chávez. ¿Qué dice hoy sobre Maduro? Es el sepulturero de la revolución bolivariana. El hombre que encarnó la revolución es Chávez, que destruyó la economía, nacionalizó, utilizó el tsunami de millones de dólares en despilfarrar, en proyectos faraónicos. Nicolás Maduro es solo una consecuencia brutal.

La semana pasada, en la ONU, se escuchó hasta la advertencia de una posible intervención militar en Venezuela. Sería terrible, la peor solución. No hay una fácil. La única es la reconstrucción de la oposición, que también es difícil, y el cercado de toda la casta que gobierna Venezuela. Los billones de dólares no solo los tiene Maduro, los tiene la prima, la tía, el sobrino que vive en las Bahamas, el tío que pasea por Cibeles…

¿Sería mejor plantear sanciones económicas personales? Ese tipo de cosas. No hablo de sanción petrolera, que afectaría a la gente. La labor concertada de las agencias internacionales, [el Tribunal Internacional de] La Haya, puede servir.

¿Qué le parece el papel que esta jugando el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero en Venezuela? ¿Recuerda la frase de Fidel Castro: “La Historia me absolverá”? A Rodríguez Zapatero la Historia no lo absolverá.

¿Usted también pone en duda que sea un mediador? No, no es un mediador. Al haber declarado que Estados Unidos es el culpable de la crisis venezolana queda descalificado. Mire que no tengo simpatías por EE UU, y menos ahora con Donald Trump, pero es el único país que compra petróleo en efectivo a Venezuela. Que no me venga Rodríguez Zapatero a inventar que Venezuela es Cuba, porque no lo es. Creo que ha jugado un papel deplorable.

Pedro Sánchez irá a Cuba en visita oficial. ¿Qué debería hacer o decir? Ojalá logre que Raúl Castro y [el presidente Miguel] Díaz-Canel continúen con el pequeño margen de liberalización, que ahora por desgracia Trump ha hecho más pequeño. Sánchez debería persuadirles para que se acerquen a España y otros países de América Latina, y flexibilicen su economía.

¿Qué efectos ha tenido Trump en América Latina? Ha hecho más daño a Estados Unidos.

¿Es el gran caudillo? Es el gran caudillo latino en EE UU.

¿Cómo le ha podido suceder a esto a EE UU? Es de las grandes paradojas de la Historia. Ningún país esta libre. Los padres fundadores [de EE UU] organizaron todo el andamiaje para que no ocurriera, pero ocurrió. En América Latina, en sus relaciones con Europa, con Japón… ha sido un desquiciamiento muy grande y espero que pierda en 2020 y sea una pesadilla que ya pasó, el Calígula redivivo en la Casa Blanca.

Dice que España se ha librado del caudillismo, a pesar de considerar que Podemos era un riesgo. ¿Es porque al final no eran tan peligrosos, porque han cambiado…? No conozco el detalle de si han cambiado o no. Pero son profesores universitarios. No son culpables de serlo más que porque la traducción de un modelo a la realidad suele ser dramática. Grandes expertos en movimientos obreros que nunca han visto un obrero. Son como hegelianos, idealistas, constructores de maquetas. El electorado español lo entendió, y también que el vínculo de algunos de ellos con Venezuela no era pasajero: fueron asesores de Chávez, que los tenía en altísima estima. La asesoría salió como salió y, que yo conozca, no han hecho autocrítica.


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