Por Marino J. González R.
La pregunta es de alta
prioridad. La Organización Mundial de la Salud (OMS), en el último informe
anual (2018), señaló que los casos de malaria reportados en Venezuela
representaron el 84% del aumento experimentado en las Américas en 2017.
También indicó la OMS que el número de casos en el país aumentó 70% entre 2016
y 2017. Todo lo cual nos lleva a tratar de precisar cuál es, en primer lugar,
el número de casos. En la medida que aumenten los casos también aumenta la
probabilidad de que ocurra un mayor número de defunciones.
Y es acá que empiezan las
dificultades. Desde finales de 2016 no existe información oficial sobre el
número de casos de malaria en el país. Este hecho es especialmente grave dada
la experiencia acumulada en la elaboración de los informes epidemiológicos semanales.
El hecho de que esos informes sean semanales, incluso diarios o hasta minuto a
minuto, está relacionado con las características de la enfermedad.
La malaria tiene un período
de incubación de una a tres semanas. Es decir, que la situación de epidemia en
una localidad o zona se puede manifestar en pocos días. La ausencia de
información oficial regular aumenta los riesgos para la población y limita las
posibilidades de control. Esto no debería requerir mayores explicaciones
Lo cierto es que el país con
la mayor epidemia de malaria en la región, y una de las mayores del mundo, no
cuenta con la información oficial requerida. De allí que se tenga que acudir a
fuentes internacionales especializadas. De acuerdo con la OMS, el número de
casos confirmados de malaria aumentó de 242.561 en 2016 a 411.586 en 2017. El
número de casos sospechosos fue estimado en 1,1 millones en 2017.
La información anterior es
prácticamente arqueológica cuando se trata de enfrentar la malaria. Ya avanzada
la segunda mitad de 2019 no están disponibles los datos básicos sobre la
evolución de la epidemia. Esto significa que el número de casos podría aumentar
significativamente. En otras palabras, si el aumento de casos es de tal
proporción, en condiciones de deterioro ostensible del sistema de salud, el
número de muertes puede aumentar también significativamente. Con lo cual
llegamos a las dificultades para conocer el número de muertes por malaria.
Hubo una época, en las
primeras décadas del siglo pasado, que la malaria ocasionaba una de cada tres
muertes registradas en el país. La disminución extraordinaria del número de
casos y muertes por esta causa es una de las grandes expresiones de la
modernización que vivió el país desde 1936. Sin embargo, tampoco en la
actualidad contamos con información precisa sobre el número de muertes.
El último Anuario de
Mortalidad (publicación oficial que incluye la caracterización de las muertes
ocurridas en un año dado) corresponde al año 2014. Ya transcurrida más de la mitad
de 2019 debería haberse publicado el Anuario de Mortalidad de 2018 (al menos
así ocurría en la década de los sesenta del siglo pasado). Ese anuario
debería estar en el sitio web respectivo para consulta de toda la
población. Con lo cual la respuesta a la pregunta del título se hubiera
podido colocar en una sola línea.
La ausencia de información
exacta sobre el número de muertes por malaria tiene implicaciones muy
significativas para las políticas de prevención y control. En primer lugar,
estas muertes son completamente evitables con los avances de la salud pública. Nadie
debería morir por malaria. Sin embargo, la OMS ha estimado que en 2017
ocurrieron 435.000 muertes por malaria. Ahora bien, dado lo raro que debería
ser una muerte por malaria, sumado a lo característico de las manifestaciones
clínicas, el subregistro tendría que ser inexistente. Lo cual conduce a la
segunda implicación.
El número de muertes
reportadas en los anuarios de mortalidad debería tener la mayor exactitud. De
hecho, los registros de mortalidad del país han estado entre los más
desarrollados de la región. Si eso es así, entonces, en el último año con
información disponible (2014), ocurrieron 44 muertes por malaria. Esa cifra fue
cinco veces superior a la registrada en 2008 (año con el menor número de
muertes en el período 1995-2014). Tal como se ha señalado, desde 2015 no se
conoce el número de muertes por malaria.
En condiciones de alta
incertidumbre con respecto al número de muertes por malaria, una alternativa es
estimar. Tal como hace la OMS en el reporte de 2018 para los años del período
2010-2017. Sin embargo, debe señalarse que esos estimados superan entre 3 y 11
veces el número de muertes por malaria reportadas en los anuarios de mortalidad
en los años 2010-2014.
Lamentablemente no es
posible contestar con precisión el número de muertes por malaria, al menos en
los últimos cuatro años. Esta situación demuestra dos terribles repercusiones
para la vida concreta de los venezolanos. La primera de ellas es que luego de
que nuestro país fuera pionero en los programas de control de malaria en el
mundo tropical, confronta la mayor epidemia de la historia, con ausencia de
información oficial sobre lo que ocurre. Como si no informar fuera la política.
Como si no informar tuviera efecto en la reducción de los casos y muertes. La
segunda repercusión, aplicable en muchos ámbitos, es la práctica extendida de
ejecutar políticas públicas sin ninguna referencia sobre los daños a evitar, ni
sobre las condiciones de vida.
En el caso de malaria es bastante
claro que el eje de la política es evitar todas las muertes y todos los casos.
Como se realizaba a mediados del siglo pasado. Hay que recordarlo
21-08-19
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