Por Carolina Gómez-Ávila
El acelerón que han dado los
acontecimientos en esta semana, nos asoma a un desenlace o a una escalada en el
conflicto por el poder. Las filtraciones y reacciones sobre el diálogo directo
de figuras relevantes del chavismo con la Administración Trump, sirvieron para
mostrar pérdida de la disciplina interna.
Una señal de debilidad que
la coalición opositora quizás podría aprovechar con la propuesta del diputado
Luis Florido: que la Asamblea Nacional invoque el 187.11 de la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela para impedir (sí, lo contrario de pedir)
una invasión militar extranjera.
Como reacción al acuerdo
firmado en Moscú, según el cual se permitiría el ingreso de buques militares
rusos en nuestras aguas, pondría sobre la mesa el TIAR, esta vez como lo que
es, un tratado de asistencia recíproca para fines defensivos.
En ese caso, las amenazas
que obligarían a la rendición negociada, pueden dejar de ser retóricas. Y
también podrían tomar por sorpresa a la población
Pero no es imposible que el
desenlace democrático se dé antes. Lo digo porque el grupo de interés vinculado
al chavismo, que quiere ser visto como “de centro”, ya está en campaña buscando
la simpatía de quienes, en su angustia, creen que los modos calmados de sus
voceros representarían el fin de la tiranía.
Es sólo un sesgo de
confirmación porque, un partido que en su denominación se define “progresista”,
comete estafa cuando dice que es “de centro”. La verdad es que el progresismo
está bastante más a la izquierda de la socialdemocracia, por hacer alguna comparación.
El asunto es que este
“falsocentrismo” ya está preparando el terreno con una alianza de viejos y
noveles políticos sin rubor para redefinir el “centro” como aquello con lo que
quieren ser identificados. Sin más, con todo lo que reconforte al decepcionado
pueblo chavista y al oprimido pueblo opositor; o dicho, de otro modo, llamarán
“centro” a todo lo contrario de aquello de lo que estén hartos los venezolanos
que durante 20 años sufrieron, pero no entendieron, de qué se trataba el
populismo.
No debe preocupar una nueva
convocatoria írrita, como la del 20 de mayo. Esta vez no haría mella; al
contrario, pondría en posición mucho más complicada al Gobierno de facto. Pero
como estamos en momentos decisivos, el “falsocentrimo” puede hacer daño en otro
terreno: la calle.
El liderazgo de la coalición
democrática ha pedido apoyo a la población redoblando las protestas (ahora en
una nueva modalidad, según se desprende del Manual de Organización Nacional) y
es previsible que el “falsocentrismo” intente reducirlas, reorientando el
activismo hacia la opción electoral.
Conviene recordar que lo
único que podemos hacer es sumarnos al liderazgo que mejor represente nuestros
intereses de retorno a la democracia y a la libertad. Y mejor es el que ha
avanzado, como es el caso de la coalición democrática, hasta lograr el
reconocimiento y decidido apoyo de más de 50 importantes países del mundo. Un
palmarés que no puede mostrar el “falsocentrismo”.
24-08-19
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