Por Fernando Pereira
Unas adolescentes que
se besan en un transporte captan el interés de la colectividad. Con sobrada
razón porque el desenlace devela una discriminación, una violación a los
derechos humanos que incumbe a la sociedad toda.
Otro alcance lo constituye
el manejo del caso en la opinión pública. Las redes sociales se convierten
en una vitrina donde se expresaron opiniones de todos los tenores.
“Si fueran mis hijas…” “A la
escuela no se va a cometer actos de esa naturaleza” “Los adolescentes de hoy en
día…” “Por eso el país está así…”
El hecho es que queremos
tratar a los niños y adolescentes en pleno siglo XXI como a los niños del
siglo pasado. Una contradicción evidente pues es la generación con acceso a la
información como ninguna otra; bombardeada por información en Internet, canales
de cable, Netflix… Consumiendo todo tipo de mensajes y proposiciones. No
conversamos a pesar de que viven en una sociedad erotizada. Basta ver un
programa de televisión y nos damos cuenta como las entrevistadoras usan faldas
muy cortas, escotes muy pronunciados. Lo mismo pasa con los comerciales, vallas
publicitarias e inclusive las maniquíes son voluptuosas, con senos
pronunciados, o los que exhiben prendas de vestir para hombres se le abultan
los genitales para que sean más llamativos, los videoclips, las letras de las
canciones, películas, novelas, series, páginas en internet… hacen que los
mensajes explícitos o subliminales lleguen por todos las vías.
El Fondo de Población de las
Naciones Unidas de Perú advierte que siguen presente muchos mitos sobre la
educación sexual. El más arragiado: “Estimula la iniciación sexual temprana:
Cuando en realidad no existe base científica para sostener esa
afirmación. Todo lo contrario, una extensa revisión de estudios sobre el tema
muestra que la educación sexual retrasa el inicio de las relaciones sexuales y
reduce los embarazos no planeados” (Citan un informe del Banco Interamericano
de Desarrollo).
“A mí nadie me enseñó y aquí
estoy” “Es abrir las puertas a la promiscuidad y falta de valores” “Es una vía
para perder la inocencia” Lo cierto es que vivimos en un país con una de las
más altas tasas de embarazo adolescente en América Latina y sin
contar con estadísticas actualizadas sobre infecciones de transmisión sexual,
VIH, violencia y explotación sexual que también impactan la vida de niños,
adolescentes y jóvenes.
¿Qué esperar entonces? Si no
hablamos nosotros, otros lo harán, directamente o a través de las series o
programas que ven. Los medios de comunicación social, la TV, Internet pueden
presentar información que les confunda en el ejercicio de su sexualidad. En las
familias y centros educativos son pocas las oportunidades, con algunas
excepciones, para hablar sobre el ejercicio de la sexualidad.
A veces no diferenciamos lo
que es sexo, sexualidad y género.
El sexo, es la
condición biológica con la cual nacemos: hombre o mujer.
La sexualidad, es todo
lo que somos: la forma en que hablamos, vestimos, nos relacionamos, sentimos.
No solo es, como a veces se piensa, tener genitales diferentes.
El género es lo que
aprendemos y aparentamos desde nuestros primeros años, cómo se comporta un
hombre o una mujer. Cómo sienten, qué les gusta o disgusta, cómo expresan sus
sentimientos, lo que les está permitido o prohibido, cuáles son las actividades
propias del hombre y la mujer, qué tipo de profesiones elegir, deportes a
realizar, etc..
Sabemos que no es fácil pero
hay que comenzar por revisar cómo vivimos y sentimos nuestra sexualidad
como padres, familias, educadores. Con frecuencia tuvimos un inicio sexual
traumático, no placentero o cargado de culpa, vergüenza, miedos que afectaron
la imagen que tenemos de nuestra sexualidad y esto dificulta que podamos
liberarnos de los tabúes, represiones y sin darnos cuenta se las transmitimos a
nuestros hijos, hijas, alumnos…
Conversar no es interrogar
Una cosa es informar,
comunicarse y conversar sobre el tema y otra intimidar y hacer preguntas que
sean incómodas para nuestros hijos. Si desean compartir los aspectos íntimos
relacionados con su experiencia sexual podemos orientar sin que asumamos una
conducta inquisidora y haciendo pública información que traerá como
consecuencia el quiebre la confianza.
Recordemos que existe el
encanto de lo prohibido y mientras más insistamos en prohibir posiblemente
mayor sea el deseo por experimentar. La mejor y más efectiva prevención es el
amor, la comunicación y el respeto.
Foto: ElConfidencial.com
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