Lara Jakes y Anatoly Kurmanaev 28 de agosto de
2019
En
entrevista, el enviado especial de la Casa Blanca para Venezuela negó que haya
negociaciones bilaterales y aseguró que no hay ni habrá persecución contra el
líder chavista.
Un diplomático estadounidense de alto nivel dijo que
Estados Unidos no imputaría ni buscaría castigar de ninguna manera a Nicolás
Maduro, el presidente venezolano, si él deja voluntariamente el poder y a pesar
de que su país está al borde del colapso económico y en medio de un desastre
humanitario.
Elliott Abrams, el enviado para Venezuela de la Casa
Blanca, dijo que no había visto señales de que Maduro estuviera dispuesto a
ceder su puesto. Sin embargo, su oferta de amnistía fue un mensaje para el
líder venezolano después de que él y su homólogo estadounidense, Donald Trump,
hablaron de negociaciones de alto nivel entre los dos gobiernos. Abrams aseguró
que esas conversaciones no han sucedido.
“No es una persecución”, afirmó Abrams en una
entrevista la tarde del martes 27 de agosto. “No estamos tras él, queremos que
tenga una salida digna y que se vaya”.
Agregó, como en un mensaje a Maduro: “No queremos
procesarte y no queremos perseguirte. Queremos que dejes el poder”.
El
Departamento del Tesoro ya ha señalado a Maduro como uno de los beneficiarios
de presuntos envíos venezolanos de drogas ilegales, pero no recomendó que sea
imputado.
La
apelación pragmática y de un tono más suave de Abrams es un contraste con ocho
meses de sanciones, aislamiento internacional y amenazas del gobierno de Trump
de una posible intervención militar contra Maduro y su círculo cercano,
quienesestán acusados de aferrarse al poder y de haber manipulado las
elecciones del año pasado.
Los
líderes de la oposición en Venezuela no le han ofrecido inmunidad a Maduro, a
quien acusan de enriquecerse en un gobierno corrupto que ha dejado a muchos
venezolanos sin alimentos, electricidad ni acceso a suministros médicos.
En
entrevista, Abrams intentó reducir la confusión que hay en torno a los
esfuerzos del gobierno de Trump para obligar aMaduro a que deje la presidencia.
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La
semana pasada, Trump declaró que la Casa Blanca ha estado en contacto con
“niveles muy altos” del gobierno de Maduro, tras reportes de que Washington y
Caracas habían sostenido conversaciones secretas.
Unas
horas después, Maduro aseguró que había autorizado expresamente a sus
funcionarios a tener reuniones en secreto con el gobierno estadounidense.
“Confirmo que desde hace meses hay contactos de altos funcionarios”, dijo
Maduro, quien agregó que su gobierno está “preparado siempre para dialogar”.
Abrams
dijo que no es el caso.
“La
noción de que estamos negociando es completamente equivocada”, dijo el
diplomático. “Y la noción de que hay un patrón de contactos es equivocada. Ha
habido mensajes intermitentes y creo que a la gente le parecería completamente
predecible cómo es el mensaje muy ocasional desde Washington: ‘Necesitan
regresar a ser un país democrático. Maduro necesita dejar el poder. No debe
postularse en una elección. No retiraremos las sanciones hasta que esté fuera
del gobierno’”.
Tales
comentarios probablemente pretenden aplacar a líderes de la oposición
venezolana, quienes han comentado en privado que las declaraciones de Trump
podían descarrilar sus propias negociaciones. Una delegación encabezada por el
principal negociador de la oposición, el diputado Stalin González, viajó a
Washington la semana pasada para presionar a funcionarios estadounidenses del
gobierno de Trump respecto a la política hacia Venezuela.
Abrams
comentó que no considera que, por el momento, sea valioso hablar directamente
con el gobierno de Maduro.
Dijo
que los mensajes de intermediarios en Venezuela para Washington han sido “muy
poco frecuentes” desde finales del invierno y que la información que contenían
era dudosa: algunos habrían sido enviados con el conocimiento de Maduro; otros,
probablemente no.
Todos
compartían la misma línea: que Maduro seguirá resistiéndose a la campaña de
presión internacional encabezada por la administración Trump.
Los
mensajes que Estados Unidos le envía al gobierno chavista usualmente se dan de
manera abierta en comunicados oficiales, tuits y, en algunos casos, a través de
diplomáticos europeos o líderes religiosos. Más allá de reiterar las demandas
de que Maduro salga de Miraflores, esos intermediarios han expresado su
preocupación por la salud y condiciones de al menos cinco estadounidenses que
están detenidos en Venezuela.
Cualquier
contacto directo entre Washington y Maduro arriesgaría las negociaciones
paralelas que representantes del gobierno y de la oposición —liderados por Juan
Guaidó, a quien Estados Unidos califica como presidente legítimo— llevan a cabo
en Noruega y en Barbados.
Con
esas negociaciones, Maduro ha tenido cómo asegurar que busca una resolución
pacífica a la crisis política y eso lo ha ayudado a evitar sanciones europeas.
Las conversaciones también son la mejor oportunidad de la oposición para
desbancar a Maduro tras meses de manifestaciones cuya afluencia ha decaído y de
intentos para fracturar al aparato chavista, que no han tenido éxito.
Las
negociaciones tuvieron impulso especialmente en julio, cuando Maduro le ofreció
a la oposición sostener nuevas elecciones a cambio de que se retiraran las
sanciones estadounidenses. Pero después suspendió esas conversaciones en
protesta por nuevas sanciones, emitidas el 5 de agosto, que congelaron todos
los bienes y propiedades del gobierno chavista en territorio estadounidense.
Esa
ronda de sanciones, que tomaron por sorpresa a la oposición y a Maduro, también
conllevan la amenaza de castigos económicos a cualquier empresa extranjera que
tenga negocios con el gobierno venezolano.
Funcionarios
cercanos a ambas partes dijeron que lo más probable es que las negociaciones
sean reanudadas la próxima semana en Barbados, aunque no se ha fijado una
fecha. Discutieron estos asuntos delicados con la condición de mantener su
anonimato.
“Mientras
más se involucre Estados Unidos en Venezuela, más problemas genera para el
proceso de negociación”, dijo Temir Porras, exjefe de Gabinete de Maduro que
ahora trabaja como consultor político en Caracas. “La política de Estados
Unidos tiene mucha influencia sobre el futuro de Venezuela, pero no puede
resolver la crisis. Solamente los venezolanos pueden resolverla”.
Abrams
también dijo en la entrevista que la Casa Blanca no dará su respaldo a que haya
nuevas elecciones en el país suramericano si en la boleta hay alguno de los dos
hombres que se disputan el poder: Maduro o Guaidó. El diplomático
estadounidense indicó que si ellos quieren postularse, primero tendrían que
dejar el cargo para evitar que haya peleas sobre si se manipuló la votación.
Abrams
predijo que Guaidó posiblemente pondrá fin a las negociaciones para el 1 de
octubre con tal de prevenir que se extiendan si no hay resolución alguna.
“Queda
muy claro que todavía no ha concluido que es un caso perdido”, dijo Abrams.
“Puede que llegue a ese conclusión mañana”.
La
Asamblea Nacional venezolana, controlada por la oposición, aprobó en enero una
ley de amnistía con la expectativa de que convencería a militares leales al
chavismo a desertar. Los líderes opositores aseguraron que esta no le
permitiría ni a Maduro ni a sus asesores cercanos evadir posibles cargos
criminales y que tampoco le daría cobijo a chavistas fieles acusados de abusos
a los derechos humanos.
La
Corte Penal Internacional (CPI), en La Haya, está investigando denuncias contra
las fuerzas de seguridad que datan de 2014, en el primer mandato de Maduro.
Estados Unidos no es un parte de la CPI.
Cualquier
oferta de amnistía por parte de Estados Unidos tendría limitaciones. Un
funcionario de la Casa Blanca había dicho antes a The New York Times que el
gobierno de Trump no retiraría ningún cargo por narcotráfico como los que
enfrentan varios políticos cercanos a Maduro y familiares suyos.
Abrams
no quiso hacer comentarios a la pregunta de si Estados Unidos permitiría que
Maduro tenga cualquier riqueza o bien en territorio estadounidense si llegara a
dejar la presidencia o a exiliarse de Venezuela.
Diego
Moya-Ocampos, analista de riesgos políticos para IHS Markit en Londres, dijo
que cualquier oferta de amnistía para Maduro tendría que ser extendida a todos
los funcionarios y militares de alto rango de Venezuela para que sea exitosa.
Aun
así, Moya-Ocampos comentó que sería un enorme avance para poder romper el punto
muerto político del país suramericano. “Cambiaría la jugada”, dijo.
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