Vladimiro Mujica 06 de mayo de 2020
@MujicaVladimiro
Memorias de Cándido
Una historia de Bahía de Cochinos
Por considerarlo de mucho interés para mis lectores,
voy a tomarme la licencia extrema de reproducir un extenso texto aparecido en
Cubadebate (http://www.cubadebate.cu/especiales/2016/10/08/el-che-y-las-relaciones-estados-unidos-cuba-en-los-anos-60/#.XrLXAJp7mt8)
escrito por el académico cubano Elier Ramírez Cañedo titulado “El Che y las
relaciones Estados Unidos-Cuba en los años 60”
Sin duda, la actuación y el pensamiento del Che
Guevara hablan por sí solas de su posición con relación a los Estados Unidos.
Su radical antimperialismo y su praxis revolucionaria lo hicieron ser
considerado por los más altos círculos de poder en ese país como una de las
figuras a nivel global más peligrosas para los intereses del imperialismo
norteamericano, de ahí que en 1967 la orden de asesinarlo partiera de
Washington.
El análisis más profundo que he leído donde el Che
hace un análisis de la política de los Estados Unidos hacia Cuba y América
Latina y el Caribe en general, en los años 60, se titula Cuba y el plan
Kennedy, publicado en el tomo uno de las obras del Che, compilado por Orlando
Borrego. En este trabajo el Che prácticamente desmenuza toda la estrategia
contra Cuba y Nuestra América que se escondía en la “Alianza para el Progreso”.
Un documento que vale la pena releer y analizar hoy más que nunca luego de los
anuncios del 17 de diciembre del 2014.
Sin embargo, el Che también tuvo cierto protagonismo
en la diplomacia secreta con los Estados Unidos durante las administraciones de
J.F.Kennedy y Lindon B. Johnson. Varios documentos desclasificados en los
Estados Unidos así lo demuestran. El rol más importante desempeñado por el Che
en ese sentido se produjo a solo unos meses de la derrota de la invasión
mercenaria por Playa Girón. Una historia aún poco conocida y divulgada.
Un encuentro muy singular. El Che y Goodwin en
Montevideo
En el mes de agosto de 1961, tuvo lugar en Punta del
Este, Uruguay, la Reunión Extraordinaria del Consejo Interamericano Económico y
Social. El Che encabezaba la delegación cubana a la cita, donde el gobierno de
los Estados Unidos pretendía vender a los pueblos latinoamericanos, la llamada
“Alianza para el Progreso”. Dicha “Alianza” no era otra cosa que un recetario
sutil, con el objetivo de evitar la existencia de más Cubas en América Latina,
“una respuesta constructiva y definitiva al castrismo”, en palabras del propio
Kennedy.
Integraba la delegación norteamericana el joven asesor
especial para asuntos latinoamericanos del presidente Kennedy, Richard Goodwin.
Durante la conferencia el Che vio a Goodwin fumando tabacos. Veo que a Goodwin
le gustan los tabacos, le señaló a un joven miembro de la delegación de
Argentina. “Apuesto a que no se atrevería a fumar tabacos cubanos”, agregó.
Este comentario llegó a oídos de Goodwin, quien respondió que lo haría con
mucho gusto, pero que le era imposible conseguirlos. Al día siguiente, el Che
envío a su habitación una gran caja de madera pulida con tabacos cubanos, con
una nota que decía: “Ya que no tengo tarjetas de presentación, tengo que
escribir. Ya que escribirle a un enemigo es difícil, me limito a extender mi
mano”.
Aunque miembros de otras delegaciones buscaron la
manera de poner en contacto al Che y algún miembro de la delegación de los
Estados Unidos, ello fue imposible en medio del acaloramiento de los debates de
la conferencia. Ya durante su discurso el 8 de agosto de 1961, el Che había
ratificado la posición histórica y consecuente de Cuba hasta nuestros días de
estar dispuesta a establecer un diálogo respetuoso con los Estados Unidos sobre
la base de los principios de igualdad soberana: “…aprovecho la oportunidad
ahora, en nombre de mi gobierno, señor Presidente, para afirmar, una vez más,
que Cuba está dispuesta a sentarse a discutir en pie de igualdad todo lo que la
delegación de Estados Unidos quiera discutir, nada más que sobre la base
estricta de que no haya condiciones previas”.
Delegados argentinos y brasileños lograron finalmente
propiciar una entrevista de carácter informal, aunque confidencial y privada
entre el comandante Guevara y Richard Goodwin, en la madrugada del 17 de agosto
de 1961, en la residencia de un diplomático brasileño en la ciudad de
Montevideo. Constituía el primer contacto directo de alto nivel entre
autoridades de ambos países desde la ruptura de las relaciones en enero de
1961, y el más importante por el rango político de sus participantes acontecido
durante la administración Kennedy.
La descripción e interpretación de Goodwin sobre la
entrevista quedó registrada en sus memorias y los memorándums que escribió para
el presidente Kennedy.
“Guevara comenzó diciendo que él deseaba agradecernos
a nosotros por Bahía de Cochinos.
-Yo le dije que no había por qué.
Sus posiciones en el país habían estado un poco
tambaleantes, explicó, pero la invasión le permitió a los líderes consolidar el
apoyo a Fidel de la mayoría de los elementos principales del país.
– Quizás, le respondí, ellos deberían devolvernos el
favor y atacar Guantánamo.
– Oh, no, dijo, con una carcajada. Nunca seríamos tan
tontos como eso.
Fin de la cita.
Pienso en todo esto mientras intento entender, sin
éxito, como muchos venezolanos, los alcances de la así llamada “Operación
Gedeón”. No pretendo extraer conclusiones apresuradas. Quiero creer en la
versión inicial del comisario Simonovis, quien señaló que se trataba de una
olla, un montaje propagandístico, del régimen. Quiero creer en lo señalado por
el presidente legítimo Guaidó en la comunicación oficial de su despacho negando
todo contacto y conocimiento de la operación. Quiero no creer en el cambio de
discurso del comisario Simonovis, apenas dos días de después de su declaración
inicial. Quiero creer que no se confió en un individuo como Cliver Alcalá para
organizar esto. Quiero creer que el gobierno de USA, que ha apoyado en todos
los frentes la causa venezolana, está adecuadamente informado de todo.
Pero tengo miedo de que se le haya hecho un favor
importante al régimen, como se le hizo a Castro con la invasión frustrada de
Playa Girón en la Bahía de Cochinos, si se logra establecer alguna conexión
entre la incursión de Macuto y algún sector, de los muchos, que operan en
Venezuela y en el exterior contra Maduro. Me aterra la idea de que esto le
sirva al régimen para incrementar la represión, y conseguir más apoyo, dentro y
fuera de Venezuela. Me quita el sueño que Maduro y la oligarquía chavista
tengan algo que agradecer a los organizadores de la Operación Gedeón. Creo que
es indispensable que la resistencia democrática, liderada por Guaidó, agote
todos los esfuerzos para que se sepa y conozca la verdad.
Vladimiro Mujica
@MujicaVladimiro
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