Por Marino J. González R.
Informes recientes del
Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (FMI) caracterizan en cierta
medida los efectos de la pandemia en América Latina. El informe del Banco
Mundial señala que la región es la más afectada por covid-19. Estos efectos se
expresan, en primer lugar, en el alto número de personas enfermas y fallecidas,
y también en la caída de la actividad económica de los países y la consiguiente
reducción en el ingreso de las familias.
Las consecuencias para
el financiamiento de los servicios sociales, y en particular, para los sistemas
de salud son extraordinarias. La región padece, sin dudas, la peor crisis
social y económica que se pueda recordar. Sin escenarios previsibles de cambios
en el futuro inmediato, la crisis se convierte en una tremenda exigencia para
el diseño de políticas públicas alternativas.
Las posibilidades para
enfrentar estas urgencias están vinculadas con la capacidad de respuesta de las
economías. Los recursos disponibles en lo que queda del año 2020 y a principios
de 2021 son fundamentales para sufragar los gastos de los sistemas de salud y
los mecanismos de financiamiento de personas y empresas para atenuar los
efectos de la pandemia. El presidente del Banco Mundial ha llegado a
caracterizar la situación como “depresión económica”.
Mientras no existan
opciones para prevenir efectivamente la enfermedad, los países deberán mantener
las medidas de salud pública, que en muchos casos no han sido tan efectivas
como era deseable. Visto que la pandemia se acerca a los nueve meses de
evolución, pareciera bastante evidente que la dimensión del impacto económico será
una referencia relevante para estimar las respuestas de los países.
El año 2019, según el
FMI, ya había sido un año de bajo crecimiento económico en el conjunto de la
región. Varios países habían experimentado reducciones del crecimiento
(Argentina, Haití, México, Nicaragua, Paraguay, y Venezuela). La mayor caída
fue la de Venezuela (35%). El promedio del crecimiento en los países, de hecho,
fue negativo (el año 2018 había sido positivo). Es decir, las tendencias de
desaceleración eran notorias.
Este es el contexto en
el que cual se inicia la pandemia. Las estimaciones del FMI, difundidas hace
pocos días, indican que en 2020 todas las economías de América Latina
decrecerán. La más afectada será Venezuela con una caída de 25%, pero otras
como Argentina, Ecuador, Perú, tendrán reducciones superiores al 10%. La menos
afectada será la economía de Guatemala (solo 2%).
La pandemia por
covid-19 significará que 2020 será el primer año de decrecimiento económico en
varios países de la región en mucho tiempo. En Guatemala será el primer
año de crecimiento negativo desde 1985 (34 años). En Bolivia será el primero en
33 años, en Panamá en 31. En los casos de Perú, Honduras, y Colombia, la
pandemia pone fin a 20 años o más de crecimiento ininterrumpido. A la caída
económica deben sumarse los desajustes en las finanzas públicas y en los recursos
disponibles para los servicios sociales, y de manera especial, para los
sistemas de salud.
En la evolución
prevista por el FMI, todos los países de la región recuperarán el crecimiento
económico en 2021. De acuerdo con estas estimaciones Perú será el país que
alcance la mayor tasa de crecimiento en 2021 (7,2%), seguido por Bolivia y
Paraguay. Solo dos países de la región continuarán en recesión en 2021
(Nicaragua y Venezuela).
Más complicado es
estimar los efectos en caso de que los sistemas de salud continúen confrontando
las restricciones para el control de la pandemia. A mediados de octubre de
2020, siete países siguen registrando diariamente más de 100 casos nuevos de
covid-19 por millón de habitantes (entre ellos se encuentran Brasil, Argentina,
Colombia, y Perú). Y mucho más difícil es tener previsiones sobre el impacto de
mediano plazo en las coberturas de los sistemas de salud en la región. Es
bastante evidente que los efectos se prolongarán en los próximos meses,
aumentando el daño y las restricciones al bienestar en América Latina.
14-10-20
En atención a las cifras referidas, Venezuela acumulara un 60 % en cuanto al deterioro del principal indicador por país, ubicándose en 60 % al cierre de 2020 (35 % 3n 2019 y 25 % en 2020). Evidentemente que respecto al aparente comportamiento de la pandemia, con la retracción de servicios de salud y de los servicios públicos en general en el estado de su situación actual, habríamos corrido con suerte. Una suerte que en todo caso no cabe desafiar con adelantos festivos que solo han de incrementar el malestar de la gente.
ResponderEliminar