Editorial Analítica 08 de octubre de 2020
@Analitica
Este régimen, que no puede tolerar, ni admitir, perder
una elección popular, ha procedido a violar sistemáticamente la Constitución
para crear organismos paralelos cada vez que los resultados no le son favorables.
Esta praxis tiene ya larga historia con la creación de
«protectorados» para restarle importancia a alcaldías y gobernaciones en manos
de opositores, pero tuvo su apogeo cuando perdieron el control de la Asamblea
Nacional que flanquearon primero con la sentencia del TSJ que suspendía a los
diputados del estado Amazonas; posteriormente, con la ilegal elección de una
Asamblea Nacional Constituyente, sin cumplir los términos establecidos en la
Constitución de 1999 y luego, sin elección alguna de por medio, designando un
presidencia de la AN paralela, sin que esta fuese votada con el quórum
requerido.
Como nada de esto les funcionó, para lograr la
aprobación contratos y créditos que fuesen aceptados internacionalmente,
inventaron realizar la elección parlamentaria que correspondía a este año, pero
para evitar que ocurriese lo de 2015 nombraron un CNE sin cumplir, de nuevo,
los requerimientos previstos en la Constitución, leyes y reglamentos y, como
era de suponer, construyeron una farsa electoral apropiándose de los signos de
los principales partidos de oposición, recibiendo el apoyo de algunos
exopositores que participarán en el engendro y, además, incrementaron,
nuevamente de manera ilegal, el número de curules de la supuesta nueva Asamblea
Nacional.
Y por si esto no fuera suficiente para atornillar al
régimen, se inventaron una ley constitucional, aprobada por la ilegítima ANC,
la llamada Ley Antibloqueo, que le permitirá a Maduro saltarse las
autorizaciones de la Asamblea Nacional, celebrando todo tipo de contratos
internacionales sin control legislativo alguno, para así, supuestamente, lograr
inversiones que no provengan de los países democráticos sino de aquellos que
estén dispuestos a considerar como válida todo la estructura fraudulenta
inventada por el régimen.
No sabemos si los chinos tendrán la disposición para
volver a invertir, porque los rusos, los iraníes y los turcos no creemos que
tengan mucho dinero para hacerlo. Podrían darse quizás inversiones procedentes
del lavado de dinero de los enriquecidos miembros de la nomenclatura y de otros
de orígenes más oscuros.
Es poco probable que a organismos crediticios
mundiales e internacionales y a empresas que quisieran invertir, pero que se
apalanquen en créditos, les atraiga hacerlo en algo armado de manera tan poco
transparente como está sucesión de farsas.
Tomado de: https://www.analitica.com/el-editorial/otra-farsa-mas/
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