Por Ramón Guillermo Aveledo
Una política limpia y
constructiva no puede dejarse gobernar por el resentimiento.
En sicología, el
resentimiento es “constante vivencia de una humillación que no sólo no se ha
olvidado intelectualmente, sino que es constantemente revivida, vuelta
permanentemente a sentir, re-sentida.” Lo escribe García Pelayo quien
estudió su politización. Configura “emociones hostiles, vengativas y
rencorosas”. Scheler lo define como “una autointoxicación psíquica”. Una
envidia existencial, un odio generalizante, ya no orientado a algo o alguien en
concreto.
El resentimiento
transforma la actitud negativa hacia el portador de un valor en negación del
valor en sí mismo y esa negación a su vez engendra valores propios. Lo
corrompido es lo antiguo, lo virtuoso es lo nuevo. Diría Nietzsche “hay
necesidad de un verdadero arte de la calumnia”. Si la verdad ajena es mentira,
mi mentira es la verdad.
En su libro La voz
del resentimiento: lenguaje y violencia en Miguel de Unamuno (Monte Ávila.
Caracas, 2006) el venezolano Carreño Rincón dice de cómo “los odios de las
ideologías totalitarias (fascismo, comunismo) podrían encontrar abono en el
terreno español para rencores latentes en la sensibilidad colectica” y cita a
un periódico madrileño de 1931, “Hay que herir el sentimiento –resentimiento
más bien- de la particularidad para despertar el sentido de la universalidad”.
“El odio es el arma
nuclear de la mente” escribe Dozier en Why We Hate (McGraw-Hill. NY,
2002) y explica, a partir de los ciclos de venganza entre israelitas y
palestinos, recientemente rebrotados con cientos de nuevas víctimas que “Si
usted habla con extremistas de cualquier lado en conflictos llenos de odio, le
dirán cuan repugnantes sus oponentes son. Sus racionales frecuentemente
incluyen décadas, incluso siglos de agravios”.
Cultivar el
resentimiento con fines políticos envenena el tejido social. Enferma al
resentido y al objeto del resentimiento que pasará del temor al odio con
justificaciones de defensa que es en realidad revancha. La demagogia de los
populistas puede ser inflamable y ¿Quién y cómo apaga el fuego cuando todo coge
candela?
La instrumentalización
del resentimiento con fines de sacar de él ventajas en la lucha por el poder,
provoca una escalada que puede ser infinita. Usado desde el poder, una vez
alcanzado, para mantener la tensión social que permita continuar
indefinidamente la lucha contra los enemigos del pueblo, es el colmo de la
antipolítica. Es la guerra. Que expediente tan negativo pueda convertirse en
insumo para una política pública resentida, es ruta que conduce a la ruina.
En el Palacio Público
de Siena, unos frescos de Ambrogio Lorenzetti representan al buen y el mal
gobierno. Aquel es caracterizado por la justicia, la concordia y lo rodean
virtudes de paciencia, templanza, prudencia, magnanimidad, seguridad, sus
efectos son la paz y la prosperidad, el bien de todos. Efectos discordantes del
mal gobierno son el crimen, los incendios de granjas, las enfermedades y
sequías.
No sirve el
resentimiento para gobernar, ni para construir una alternativa a quienes mal
gobiernan. No hay peor gobierno que el del resentimiento.
29-05-21
https://www.elimpulso.com/2021/05/29/opinion-resentimiento-al-poder-29may/
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